La noche electoral del pasado domingo fue de tristeza y pesadumbre para Vox en Castilla y León. La Comunidad, que se ha convertido en un auténtico emblema para el partido desde que entró a formar parte del Gobierno autonómico en marzo de 2022, dejó de ser relevante para la suma de escaños total de la formación en el Congreso, contribuyendo en solo uno a los 33 asientos que obtuvo Vox. El partido se dejó cinco escaños en Castilla y León, que supusieron más de un 26% de los 19 que perdió en total en toda España, contribuyendo, pues, la Comunidad de manera significativa al retroceso del partido a nivel nacional.
A pesar de esta notable caída en escaños, la formación dirigida en la región por Juan García-Gallardo resistió en cuanto a número de votos, ya que perdió tan solo un 2,8% de los apoyos con respecto a las elecciones generales de noviembre de 2019. En aquellos comicios, el partido obtuvo un total de 230.743 votos, un 16,61% de los votos, mientras que el pasado domingo logró 195.377, un 13,80% de los sufragios. Es decir, Vox sufrió un retroceso de poco más de 35.000 votos en un contexto de auge del PP que, en cambio, se tradujo en la pérdida de cinco escaños que podrían haber sido determinantes para la suma del bloque conservador.
El "voto útil" al PP lastra a Vox en Castilla y León
El Partido Popular, gran triunfador de la noche electoral en la región, pasando de 13 a 18 representantes y consolidándose como primera fuerza más votada, basó gran parte de su campaña electoral en llamadas al "voto útil". Tanto sus líderes nacionales, como sus representantes en Castilla y León, como el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, incidieron durante las semanas previas al 23 de julio en que cualquier voto que no fuera al PP favorecía a Pedro Sánchez. "Quien no vote al Partido Popular abocará a España al bloqueo", aseguraba Mañueco en un acto electoral pocos días antes de las elecciones.
Un bloqueo que se ha producido, finalmente, a pesar de esa concentración de voto en los populares que, al provocar el debilitamiento de su principal socio y debido a su incapacidad para pactar con otras formaciones, han visto como sus posibilidades de gobernar se esfumaban. En Castilla y León, ese "voto útil" no ha sumado ni un solo escaño al bloque conservador, ya que en total PP y Vox siguen contando con 19 representantes en la Comunidad frente a los 12 del PSOE, solo que antes eran 13 de los populares y seis de Vox y ahora 18 del partido de Mañueco y solo uno del de Gallardo.
Además, esa concentración del voto en el PP ha hecho perder posibilidades a Vox de lograr representante en algunas provincias como Burgos, Salamanca o León que podrían haber sido determinantes para el bloque. Por ejemplo, el "voto útil" impidió a la formación lograr el último escaño en la provincia de Burgos, ya que al PP le sobraron 13.000 votos y a Vox le faltaron 9.000 para conseguir un escaño que la formación hubiera robado al PSOE.
La misma situación ha sucedido en León. En esa provincia, el PP ha obtenido dos representantes y el PSOE los otros dos en liza. Si 15.000 de los más de 100.000 votos a los populares hubieran ido a parar a Vox, la formación de García-Gallardo hubiera logrado un diputado en la provincia leonesa mientras que en Salamanca hubiera bastado con que 2.000 votos de los más de 92.000 del PP hubieran ido a Vox para que el partido se llevase el último escaño. Miles de votos a los populares que, por tanto, han terminado siendo inservibles para la suma del bloque conservador que pretendía impulsar una alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez.
El PSOE resiste y mantiene sus 12 diputados
Esa concentración de voto en el PP, además, no ha hecho perder ni un solo escaño a la izquierda en Castilla y León, ya que todo el trasvase ha sido entre las dos formaciones conservadoras, con unos populares que han fagocitado casi todos los escaños de Vox. El PSOE ha mantenido sus 12 representantes en la Comunidad, en la tónica de resistencia que la formación ha logrado a nivel nacional, mientras que el que debería haber sido el principal socio de Alberto Núñez Feijóo ha sido absorbido por el partido que más le necesitaba.
Además, los vaivenes del líder popular en la campaña, mostrando su preferencia por pactar con el PSOE antes que con Vox, mientras se llevaban a cabo pactos con los de Abascal en diferentes comunidades autónomas y ayuntamientos –en algunas de ellas, después de vodeviles como el sucedido en Extremadura– han terminado por restar seriedad y coherencia al bloque y Vox ha sido la formación más perjudicada. Una caída en escaños que ha terminado impidiendo el cambio de Gobierno en España.