Administrativo en una empresa de servicios técnicos de ingeniería, teleoperador en una compañía de servicios de asistencia virtual, celadora de un centro de fisioterapia o limpiadora de oficinas. Son empleos desempeñados por personas con discapacidad de Castilla y León como los vallisoletanos Cristina Camuerga y Omar Lozano, la palentina María Santos y la burgalesa Alba del Hoyo que ven recompensado el esfuerzo que dedicaron a mejorar su formación para lograr la ansiada inserción laboral y contar con un empleo, que les permita ser independientes y lograr la igualdad de oportunidades y una verdadera integración en la sociedad. Junto a sus estudios, participaron en las acciones formativas y los programas de itinerarios personalizados de inserción social laboral para personas con discapacidad de Aspaym Castilla y León, que en el último año ha logrado formalizar 300 contratos entre el colectivo.
La discapacidad auditiva que tiene Cristina Camuerga no le ha impedido estudiar un grado medio y superior de Imagen y Sonido y, ahora, cursar el grado en Psicología por la Uned. A sus 37 años y con un implante coclear en su oído derecho desde 2018, trabaja como administrativo en 1A Ingenieros, una empresa de Valladolid especializada en servicios técnicos de ingeniería, donde comenzó con un trabajo temporal en mayo de 2022 y, actualmente, está con un contrato indefinido.
Se incorporó al programa de itinerario de empleo para personas con discapacidad de Aspaym en marzo de 2022, que aprovechó para realizar un curso de marketing digital para ampliar sus conocimientos y tener más opciones laborales. “Soy muy inquieta y me gusta formarme. Siempre he pensado que cuantos más estudios tengas, más puertas se pueden abrir y puedes optar a más trabajos”, apunta esta joven de 37 años a la Agencia Ical.
De la misma opinión es Omar Lozano, otro vallisoletano de 26 años, con un 68 por ciento de discapacidad física, que en 2020 se matriculó en el ciclo de grado superior de Administración y Finanzas y al finalizar realizó otro de Comercio Internacional, que acabó el año pasado, mientras estudiaba inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Con este bagaje, trabaja en de teleoperador con un contrato indefinido en SVAE, encargada de servicios virtuales de atención a empresas. “Me esforzado mucho para conseguir lo que tengo por que sé que sin estudios ni recursos en el empleo, una persona con discapacidad lo va tener más difícil y es probable que la echen para atrás en muchos procesos de selección”, asegura. Y eso que reconoce que de adolescente era un “bala perdida” pero llegó un momento en que decidió que tenía que estudiar y formarse. En su caso, asegura que sus conocimientos en inglés le han abierto muchas puertas, al ser un “plus” en su empleo actual.
Su trabajo de teleoperador, que realiza a semanas entre la empresa y la casa familiar en Tordesillas, le permite estar sentado, lo cual es toda una ventaja por que sus problemas de movilidad. “No necesito silla de ruedas ni bastón pero ando a mi manera por la discapacidad que tengo de nacimiento”, señala. Algo que le ha impedido ser contratado en alguna empresas.
María Santos, de 57 años y natural de Palencia, cuenta con una diplomatura de Empresariales, además de haber realizado cursos de celaduría y administrativo pero siempre había ejercicios trabajos de escasa responsabilidad como personal de limpieza. Su discapacidad mental del 35 por ciento por un trastorno bipolar no le ha impedido encontrar un empleo acorde a su valía, que ahora desempeña en Fisiomer de Aspaym en Paredes de Nava a jornada completa, donde se encarga de muchas tareas administrativas como los cobros y el control de la caja como la gestión de la agenda, la atención telefónica y personal de los usuarios pasando por ayudar a los pacientes que acuden a la consulta de la fisioterapeuta.
Su incorporación al programa de itinerario de Aspaym le permitió dar un giro a su vida laboral, por que, hasta entonces, solo recibía ofertas de limpieza, lo que la frustraba. “Siempre he dicho que para limpiar, tiempo tenía, y quería trabajar en un lugar donde me sintiera valorada al hacer labores con responsabilidad”, apuntó. Algo que ya desempeñó hace tiempo cuando trabajaba de administrativa en una empresa y, luego, en una asesoría, hasta que la despidieron tras un episodio depresivo.
Alba del Hoyo es otra de las participantes en el programa de Aspaym, que hace unos meses ha logrado un contrato en el Centro Especial de Empleo (CEE) Fuertes Servicios, que le permite trabajar como limpiadora de oficinas. Con una discapacidad intelectual del 38 por ciento por un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), esta burgalesa de 27 años es técnico en Auxiliar de Enfermería y cuenta con certificados de profesionalidad de limpieza y atención sanitaria en instituciones sociales para personas dependientes. Una formación que le ha permitido ser auxiliar de enfermería en el Hospital de Burgos y residencias, además de celadora, y, ahora, se dedica a limpiar las oficinas de la Jefatura Provincial de Tráfico.
Apunta que se ha esforzado mucho para formarse de cara a trabajar y ganarse la vida, pese a estar en casa de sus padres. “Tener estudios es fundamental para cualquier persona pero mucho más si tienes una discapacidad. Cuando una empresa consulta tu ficha o el currículo y ve que hay una discapacidad, es difícil que te contraten al creer que estás mal y no vas a cumplir con los objetivos marcados”, apunta.
Todos ellos valoran a Ical su participación en el programa de itinerarios personalizados de inserción de Aspaym, centrado en la mejora de la empleabilidad y la inserción laboral de las personas con discapacidad, a través de acciones de orientación, asesoramiento, prácticas en CEE y empresas ordinarias y proporcionar apoyos para desempeñar su puesto de trabajo. Destacan el contacto estrecho que ha mantenido en todo momento con los técnicos de empleo de la asociación que le preguntaron por sus preferencias para trabajar y le enviaban ofertas de manera periódica.
Aspaym Castilla y León atendió el año pasado a más de 600 personas con discapacidad, sobre todo a través de los itinerarios personalizados, y logró formalizar unos 300 contratos, además de realizar 145 acciones formativas y más de 850 con empresas.
Gracias a la entidad, Omar disfruta de una independencia económica para hacer planes e irse de vacaciones sin tener que pedir ayuda, además de poder ayudar económicamente en casa o emanciparse en un futuro.
María reconoce que siente “mucho alivio” contar con un trabajo estable y a jornada completa, además de que familia (marido e hijos) se sienta orgullosa de ella por sus ganas de hacer frente a la discapacidad que sufre. “Nunca he tirado la toalla y ahora, con el nuevo trabajo en Fisiomer, me siento mejor física y mentalmente”, confiesa. Aún recuerda su paso como limpiadora en el colegio, en que llegaba agotaba a casa al ser un trabajo más físico y coincidir con el último episodio de trastorno, por lo que estaba bastante medicada.
Ayudar a la recuperación
Esta palentina valora mucho estar ocupada y trabajar, hasta el punto que asegura que ha dado “la vida”. Y es que está convencida que su nuevo trabajo como celadora en Fisiomer desde 2021 le ha ayudado en su recuperación. “Si te sientes valorada en el trabajo y te gusta lo que haces, facilita a la mejora de tu salud y ha supuesto que la psiquiatra me haya bajado la medicación. Estoy segura que de haber seguido en el colegio, no estaría tan bien”, asevera.
En el mismo sentido, se pronuncia Cristina, quien subraya que contar con un trabajo acorde a su formación es muy importante para sentirse valorada y demostrar hasta dónde se puede llegar. Preguntaba por el mensaje que le lanza a las personas que tienen alguna discapacidad, responde que hay que luchar por las ilusiones y sueños que cada uno tenga. “Una discapacidad no debe ser un impedimento para conseguir el empleo que guste, por lo que no hay que rendirse ni pensar que es menos que otro. Todos necesitamos trabajar y es mejor hacer un poco que nada”, sentencia. Hasta el punto que Cristina ha creado un perfil en Instagram (@cactusconrosas) para contar su experiencia y tratar de ayudar a otras personas.
Además, lamenta que aún hay barreras mentales, con algunas empresas que se aprovechan de los beneficios que obtienen por contratar a personas con discapacidad y ofrecen salarios más bajos. En este sentido, afirma que ha rechazado trabajos después de que el jefe dijera que solo necesitaba una persona con manos, pies y cabeza para desempeñar un empleo. De ahí que considere que aún queda mucho camino para concienciar a la gente en esta materia. Pero también destaca que en su empresa actual se siente integrada y le han facilitado todo tipo de apoyos. Y es que el derecho al trabajo de las personas con discapacidad es un derecho fundamental y se debe garantizar en condiciones de igualdad y no discriminación.