Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística hacía públicos los datos del censo poblacional correspondientes hasta el 1 de enero de 2023. Un informe que pone de manifiesto el cambio de la tendencia en Castilla y León, azotada en los últimos años por la sangría de habitantes, que año a año iban descendiendo en la Comunidad. Lo cierto es que estos datos ponen encima de la mesa lo que se puede denominar una revolución silenciosa que puede suponer la nueva esperanza para la región.

Han sido más de 20.000 nuevos extranjeros los que llegaron el pasado año a nuestra Comunidad, lo que ha supuesto una compensación a la pérdida de los más de 12.000 habitantes nacionales. Entre las nacionalidades más destacadas, los colombianos, venezolanos y peruanos, es decir, los provenientes del hemisferio sur americano.

Unos datos que demuestran que la llegada de estos ciudadanos puede convertirse en el frenazo a la sangría demográfica. 'Alimentar' a una Castilla y León que año a año veía como sus ciudades, municipios y localidades iban perdiendo vida a pasos agigantados. Un problema que lleva años azotando a la Comunidad y para el cual muchos han tratado de poner soluciones sin éxito.

Durante el pasado año, a Castilla y León llegaron más de 5.800 colombianos, 3.600 ucranianos, empujados por la invasión rusa, 2.800 venezolanos y 2.400 peruanos. Estas fueron las nacionalidades de los ciudadanos que más aterrizaron en nuestra Comunidad. Un cambio de tendencia a la vista en los últimos años.

Precisamente, son estos últimos, los peruanos, sobre quienes llama especialmente la atención su incremento. Únicamente entre el 1 de enero de 2022 y el 1 de enero de 2023, han aumentado un 38% su presencia en Castilla y León, pasando de los 3.782 a 6.194. Es el mayor incremento entre las nacionalidades que tienen habitantes en la región, tan solo por detrás de los ucranianos, por razones obvias, que han crecido en un 70%, y los israelís, que han pasado de 12 a 20, lo que supone un aumento del 40% (esta cifra es anterior a la guerra con los palestinos). Colombianos y venezolanos han crecido un 34,28 y un 30,83% respectivamente.

Imagen de archivo de la comunidad colombiana concentrada en la Plaza Mayor de Salamanca

En Castilla y León, los ciudadanos extranjeros mayoritarios son los marroquíes (24.927), rumanos (22.741) y búlgaros (19.257). Colombianos (16.946) y venezolanos (9.133) ya les siguen en la tabla. No muy lejos están los peruanos, que porcentualmente son los que más han llegado este año a la Comunidad y que se colocan ya en números absolutos por detrás de Portugal y a menos de 3.000 de los venezolanos.

La llegada masiva de extranjeros desde la América del Sur cambia la tendencia, y lo hace además compensando la pérdida de habitantes nacionales.

Entre el 1 de enero de 2022 y la misma fecha pero en 2023, la Comunidad ha ganado 8.120 habitantes. Es decir, la llegada de cerca de 20.000 extranjeros ha frenado la sangría de ciudadanos españoles, que ha registrado en nuestra región la escalofriante cifra de 12.815 habitantes nacionales menos. De esta manera, la región alcanza así las 2.383.703 personas en el censo poblacional del INE.

La población extranjera en Castilla y León apuntala de esta forma una representación de un poco más del 7%. Un porcentaje que puede parecer mínimo, pero que supone un halo de esperanza a la reversión de la sangría demográfica en la Comunidad.

Una realidad diferente en cada provincia

No obstante, la realidad es muy dispar en función de la provincia. Y es que el leve crecimiento de este año en nuestra región, se ha visto lastrado por tres de ellas, que a pesar de la llegada de los extranjeros han visto disminuidas sus poblaciones, tal y como reflejan los datos del INE.

Una de ellas, además, lo ha hecho de forma sangrante, colocándose, una vez más durante los últimos años, a la cabeza de la sangría demográfica en España. Tan solo le supera Jaén, donde se perdieron 3.554 habitantes, el 0,57% del censo total. 

Hablamos de Zamora. En esta provincia castellana y leonesa sus habitantes han caído en 941 personas. Un número que puede parecer muy distante al de la provincia andaluza, pero lo cierto es que porcentualmente están muy parejas, ya que en Zamora esto supone un descenso del 0,56% de su población total, tan solo un 0,1% menos.

Esto se debe al propio contexto de Zamora, ya muy mermada por la despoblación de varias décadas de decadencia. Siendo una de las provincias más envejecidas de Europa, esta provincia presenta un censo poblacional de 166.927, frente a los 167.868 habitantes que tenía a 1 de enero de 2022.

Falta de servicios y oportunidades, empleo o atractivos, no está claro. Es la pregunta del millón a la que muchos esperan tener respuesta, para tratar de dilucidar qué ha sido lo que ha azotado con tanta severidad en todos estos años a Zamora. En cualquier caso, y a pesar de esa esperanza demográfica que supone la llegada de los extranjeros del hemisferio sur americano, la provincia parece ajena a todo ello, agrandando año a año un agujero negro que traga sin parar.

Las otras provincias que pierden son León, la única que se acerca a la barrera del medio millón de habitantes en la región, aparte de Valladolid que la supera, y Palencia, en una situación similar a la de Zamora. 

En la provincia leonesa se perdió durante el último año a un 0,16% de ciudadanos, alejándose de la barrera de los 450.000 habitantes y situándose en los 448.573. Palencia, por su parte, acrecentó su sangría al perder el 0,13%, bajando de 157.993 personas en su censo poblacional a 157.787. 

El resto de provincias de la Comunidad sí parecen subirse a la ola de la revolución demográfica. Salamanca, Ávila, Valladolid, Burgos, Segovia y Soria sí experimentaron una crecida de sus ciudadanos. La más floja fue en la provincia charra, donde se superaron los 327.089 habitantes con una subida del 0,25%.

Le siguió Ávila, que con un 0,41% de incrementó llegó a los 159.764 ciudadanos. En términos absolutos, y donde posiblemente haya aterrizado un mayor número de extranjeros, es en Valladolid, que incrementó su población en 3.175, hasta alcanzar las 521.333 personas, una subida del 0,61%.

Burgos pasó de los 354.846 a los 357.370 habitantes, un 0,71%. Las notas más positivas las marcaron Segovia y Soria, que crecieron más de un 1%, aunque en el segundo caso se puede deber más a una situación más radical, siendo la provincia con menos habitantes de toda Castilla y León y cuya variación absoluta es más patente a la mínima diferencia.

Así, Segovia creció un 1,03% tras pasar de 153.731 habitantes a 155.332. Soria, por su parte, creció de 88.330 a 89.520, acercándose ya a los 90.000. Una crecida del 1,34% que se ve acrecentada por la ya de por sí situación demográfica debilitada.