La diversión para unos es una tortura para otros y, estos otros, son los más vulnerables. Por eso, diversos colectivos, entre ellos la Fundación Franz Weber, piden una Nochevieja sin pirotecnia, y cuando menos petardos, para respetar a todos esos colectivos vulnerables y a la biodiversidad.
Es que se mire como se mire, el lanzamiento de petardos y otros artefactos supone una tortura para personas con TEA, hiperacusia y con diversidad funcional. Los fuegos artificiales generan contextos de miedo a numerosos animales de familia y a la fauna silvestre próxima. Por ello, los naturalistas piden sustituir estas actividades por
El sonido de los petardos es cada vez más habitual en celebraciones. Se ha vuelto una tónica general en la noche de fin de año pero no para todos es sinónimo de diversión. La pirotecnia, especialmente cuando se utiliza de forma abusiva, causa problemas de salud a la tercera edad, a quienes padecen enfermedades cardíacas, a las personas con discapacidad cognitiva o neurológica, aquellas con Síndrome de Down o Asperger, bebés y niños y niñas que sufren Trastornos del Espectro Autista o Trastornos Generalizados del Desarrollo.
Por ello, la Fundación Franz Weber ha realizado un llamamiento a la ciudadanía para celebrar una Nochevieja y Año Nuevo sin perjudicar a colectivos vulnerables y al conjunto de la biodiversidad, y por ello reclama no emplear productos pirotécnicos como forma de festejar.
Estos riesgos señalados no solo provienen por el ruido producido por las detonaciones, ya que la exposición a los humos metalíferos es potencialmente negativa para pacientes de EPOC y demás dolencias respiratorias, como podría ser el asma.
Mayores y bebés son también franjas de edad que deben evitar la exposición a la pirotecnia, puesto que el impacto de estos elementos es precursora de dolencias auditivas y además genera contextos de miedo.
Un momento terrible para los animales y la naturaleza
FFW explica que los fuegos de artificio superan fácilmente los 110 decibelios y esto genera una reacción enorme en los animales, ya que gran parte de las especies que conviven en nuestros hogares tienen aparatos auditivos mucho más sensibles que las personas, como perros, gatos o roedores.
Los animales llegan a sentir shocks, ataques de ansiedad y de epilepsia, y hasta fallos cardíacos que derivan en muertes. Por ello siempre es recomendable alejarlos del impacto sonoro en espacios de las viviendas alejados de las detonaciones, bajando persianas y colocando elementos habituales de juego y alimento.
Sin embargo la fauna silvestre no dispone de estos mecanismos humanos, por lo que las detonaciones pueden llegar a causar cientos de muertes en solo una noche, como sucedió en Roma durante las celebraciones de 2021, donde los petardos dejaron un reguero de pájaros muertos en sus calles.
Los ayuntamientos tienen alternativa, la ciudadanía también
En los últimos años la ONG naturalista ha documentado celebraciones a lo largo del planeta que renuncian al uso de pirotecnia, también con ejemplos del Cabildo de Lanzarote, la ciudad de Praga o decenas municipios chilenos y argentinos.
Los espectáculos nocturnos de drones, el uso de fuegos artificiales de bajo impacto sonoro son algunos ejemplos de producciones a cargo de administraciones públicas, que en los ámbitos familiares pueden centrarse en otras propuestas.
El próximo año Suiza votará en referéndum si se limita el uso de fuegos artificiales. Una reciente encuesta señala que el 76% de la población apoyaría estas medidas legislativas. FFW apoyó la recogida de firmas previa a la solicitud al ejecutivo helvético y el mecanismo constitucional de consulta.