El V Plan de Salud de Castilla y León, la hoja de ruta que marcará todas las políticas sanitarias para los próximos años en la Comunidad, llegará en 2024 para responder al cambio urgente de paradigma de abordaje de la salud desde la prevención de la enfermedad y la promoción. Será el punto de partida de esta hoja de ruta que establecerá todas las estrategias, planes y programas para lograr las mayores cotas de salud de la población, y se construirá con el punto de mira puesto en los retos demográficos, que se traducen en mayor enfermedad crónica y pluripatologías. También, en la transformación digital, una oportunidad cada vez más necesaria al servicio de la salud.
El documento marco, cuya planificación consultada por Ical ya ha sido sometida a audiencia pública y a participación ciudadana, nacerá de una evaluación previa de la cuarta planificación general sanitaria cuyo horizonte terminó en 2020 y para la que la Junta marcó una inversión de 4.969 millones de euros.
El texto seguirá lo que se ha dado en llamar los planes de cuarta generación, bajo el concepto del ‘One Health. Una sola salud’, propuesta de la Organización Mundial de la Salud que alerta de la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. Estos nuevos planes tienen una vigencia más amplia, con metas marcadas de ocho a diez años, y giran en torno al ciudadano, la inversión en salud, sostenibilidad, y la salud y el big data.
No en vano, entre los principios rectores del V Plan de Salud figura el desarrollo de propuestas para el avance de procesos y servicios desde la investigación y la innovación, la formación y las tecnologías, y el su desarrollo tratando de forma individualizada la salud de las personas bajo una “salud personalizada, predictiva y efectiva” basada en la evidencia. Sin olvidar, acciones prioritarias que permitan disminuir las desigualdades sociales en salud, para lo que se incorporará ‘la salud’ en todas las políticas que influyen en el estado de salud la población con una visión compartida.
El documento, cuyo esqueleto ha conocido Ical, asumirá las tendencias que, en el ámbito de la planificación sanitaria mundial, postula no sólo la OMS, sino Naciones Unidas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y Europa, a través de la Agenda 2030 y el reglamento UEproSalud, entre otros.
Bases
La evaluación del IV Plan de Salud servirá para sentar las bases del nuevo. Se prolongó de 2016 a 2020; contó con una financiación cercana a los 5.000 millones de euros e introdujo determinantes sociales y marcó el trabajo por áreas de intervención.
Profundizó en el cambio organizativo necesario para adaptarse a las nuevas necesidades de los pacientes, cada vez más activos, mejor informados y exigentes, que requiere una adecuada atención en el sistema de salud y la sincronización con los servicios sociales.
Giro en torno a cinco áreas de intervención: equidad y salud en todas las políticas; proteger la salud frente a riesgos de origen ambiental y alimentarios; promover estilos de vida saludable y potenciar la seguridad frente a las lesiones; disminuir la carga de enfermedad, y reorientar el Servicio de Salud hacia un atención integrada y una responsabilidad compartida.
Antecedentes
Castilla y León contó con su I Plan Estratégico de Salud en 1991, con una vigencia de seis años y un marcado carácter patogénico y salubrista. Por ejemplo, como prioridades se marcaron objetivos de vacunación, gripe, enfermedades de transmisión sexual, hepatitis o sida, entre otros.
El II, de 1998-2008, mantuvo este carácter, pero ya introdujo estrategias desde la salud pública. Su vigencia fue de diez años, cuatro más que el tercero, que se estableció para el período 2008-2012. En ese caso, fue una planificación más clínica, orientada hacia los 16 problemas de salud más prevalentes, como enfermedades cardiovasculares, tumores, diabetes mellitus, EPOC, depresión y suicidio, sepsis y dolor osteoarticular, entre otros.