Castilla y León está a punto de entrar en el horario de invierno. Este fin de semana, como cada año a finales de octubre, se procederá al habitual cambio de hora, retrasando el reloj una hora para dar comienzo al horario de invierno.
Así, en la madrugada del domingo en todos los relojes españoles a las 3:00 pasarán a ser las 2:00. Es decir, que vamos a dormir una hora más, o para los más festivaleros, habrá una hora más para estar pasándolo bien.
Cada invierno, muchos países (entre ellos, España) aplican el cambio de hora. Este ajuste tiene como objetivo adaptar el horario de actividad de la población al ciclo de luz solar, y así reducir la necesidad de usar iluminación artificial durante la mañana y las primeras horas de la tarde.
Sin embargo, este argumento se lleva cuestionando desde hace ya unos años. A día de hoy, el consumo de electricidad está más relacionado con factores como la calefacción, el uso de dispositivos electrónicos y la iluminación en general, lo que podría haber disminuido los beneficios en términos de ahorro del cambio de hora, como aseguran desde Gana Energía en una nota de prensa recogida por este medio.
Durante el invierno, el uso de electricidad y el gas en muchos casos tiende a aumentar ya que los días más cortos y el frío impulsan el uso de la iluminación y la calefacción.
Aunque el cambio de hora está ideado para optimizar el consumo, su efectividad está sujeta a la demanda y el sistema energético del país.
La idea detrás del cambio de hora es que, al adaptarnos a los horarios solares, podemos reducir la demanda de electricidad en las horas pico. En palabras de Ricardo Margalejo, cofundador y responsable de compra de energía de Gana Energía.
"El cambio de hora sigue siendo una medida válida para tratar de optimizar el consumo de energía, pero su impacto ha disminuido en los últimos años. Hoy en día, los avances tecnológicos en materia de eficiencia energética y los patrones de consumo de cada hogar han reducido el peso de esta medida en el consumo de energía”.
Aunque el cambio de hora traiga una pequeña reducción del consumo energético global, no es significativo si lo comparamos con otros factores que influyen en la factura de la luz durante el invierno, como los precios del mercado eléctrico, la demanda de gas para calefacción o los hábitos de consumo.
A medida que los días se acortan y las temperaturas descienden, los hogares y empresas tienden a usar más electricidad y gas natural. La necesidad de iluminación aumenta, así como el uso de electrodomésticos que funcionan más tiempo al estar más horas en casa.
Además, el aumento de la demanda de calefacción puede disparar los recibos de la luz y el gas de los consumidores.