El Trabajo de Fin de Grado en Nutrición y Dietética de Rocío Ripoll Vázquez, de la Universidad Isabel I, sobre obesidad y sobrepeso determina que estas enfermedades no se basan únicamente en equilibrar la ingesta y el gasto calórico de los pacientes, sino que el genoma humano se ha empezado a considerar como un elemento que predispone a la obesidad. Pero no es sólo la genética; los factores ambientales como la falta de sueño, el estrés o las condiciones de vida llevan a que un alto porcentaje de la población sufra exceso de peso.
El trabajo de Ripoll se centró en el seguimiento durante un año de un grupo de casi 200 personas que estaban siguiendo un tratamiento de obesidad y sobrepeso. El objetivo era tratar de determinar si el asesoramiento sobre el estilo de vida basado en el ADN conduce a mejores resultados de salud si lo comparamos con un asesoramiento clásico estándar, teniendo en cuenta el estado de salud y la calidad de vida de los pacientes obesos.
El sobrepeso y la obesidad son consideradas enfermedades crónicas debidas a múltiples factores, caracterizadas por acúmulos excesivos de grasa corporal que son perjudiciales para la salud. La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), considera obesos a las personas con porcentajes de grasa superiores a los normales (12 -20% en hombres y entre un 20-30% en mujeres), por ello, la mayoría de los estudios epidemiólogos valoran no sólo el IMC (Índice de masa corporal) sino que también dividen el peso entre la altura.
La tecnología ha llegado también a la medicina y la nutrición. Según Ripoll, en unos años se usarán microarrays, una tecnología que estudia miles de secuencias génicas a la vez. Esta tecnología junto con herramientas de análisis de Big Data serán la manera de afrontar la enfermedad en el futuro para tener una visión más global y real sobre la implicación genética en la obesidad, lo que dotará a los pacientes de una dieta y ejercicios personalizados, que optimizarán los resultados para perder peso.
Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirman que cada año mueren 2,8 millones de personas como consecuencia de esta enfermedad. En los últimos 40 años se ha multiplicado por tres la prevalencia en todo el mundo, por lo que se considera uno de los mayores problemas de salud pública del siglo XXI. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la población obesa en España ronda el 17%, y el 37% tiene sobrepeso. Entre los mayores de 18 años, el sobrepeso afecta más a los hombres (44%) que a las mujeres 30%. Y con la obesidad ocurre lo mismo: los hombres tienen una afectación del 18% y las mujeres de un 17%. Respecto a comunidades autónomas, Canarias es la zona geográfica con mayor obesidad, mientras que se observa una menor prevalencia en el norte de España.
Causas de la obesidad
Las conclusiones de este trabajo revelan que son múltiples las causas de la obesidad, sin embargo, se podría hacer un prototipo de persona que sufre esta enfermedad: mujer mayor de 65 años, con predisposición genética a la obesidad, sedentaria, con estados emocionales alterados o alteraciones en el control de la ingesta, que ingiere fármacos para diversas patologías físico-psíquicas y que fuma o bebe alcohol.
Por otro lado, se concluye que los factores que fomentan la obesidad no son sólo físicos, sino también ambientales. Así, los cambios en los ciclos de sueño, enfermedades psiquiátricas, el estrés, el microbiota intestinal, el exceso de consumo de azúcares y grasas, el consumo insuficiente de frutas y verduras, o patrones familiares, condiciones de vida, factores de la salud de la madre… influyen en la generación de esta enfermedad.
Consecuencias de la obesidad
Las principales consecuencias para la salud de los problemas asociados a la obesidad: respiratorios, cardiovasculares, locomotores, digestivos, endocrinos, ginecológicos, psicológicos o incluso cáncer. Ante eso, el tratamiento dietético mejora la salud del paciente, pero también ayuda a reducir la aparición de enfermedades como la glucemia o la hipertensión arterial.
La dieta mediterránea moderadamente hipocalórica, (con un 55% de consumo de hidratos de carbono, un 15% de proteínas y un 30% de grasas) recomendada por la mayoría de los especialistas, incluye un elevado consumo de verduras y frutas, cereales integrales, lácteos bajos en grasa, pescado, legumbres y frutos secos, y también propone reducir el consumo de carnes procesadas y alimentos azucarados.
Este trabajo puede contribuir a nuevas guías de práctica nutricional para abordar la obesidad en atención primaria e influir en cómo coordinar los programas docentes y de formación continuada en temas de dietética en los próximos años.