José María Gil Tamayo animó hoy a los abulenses a "no ser conformistas" y resignarse, sino a luchar por conseguir lo que necesitan ante la existencia de una "desigualdad territorial", según informa Ical. Así lo aseguró en su despedida como obispo de Ávila durante la misa que se celebró en la catedral de la capital y ante un nutrido grupo de autoridades.
Gil Tamayo reconoció que le había sabido a "poco tiempo" los casi cuatro años que ha estado al frente de la Diócesis de Ávila, de la que dice sentirse "orgulloso" y de la que se despidió este sábado en una misa concelebrada en la catedral de El Salvador en cuya homilía confesó que "Ávila es ya un punto nuclear" en su vida, un lugar en el que se ha sentido "acompañado, acogido y querido".
En esta última eucaristía como prelado de Ávila, Gil Tamayo estuvo arropado por la mayoría de los sacerdotes de la diócesis y por los obispos abulenses Ricardo Blázquez y Carlos López, así como por Jesús García Burillo, quien le precedió al frente del Obispado. Además de los fieles, estuvieron en la eucaristía el alcalde de Ávila, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, el presidente de la Diputación Provincial, Carlos García, y la rectora de la Universidad Católica de Ávila, Rosario Sáez Yuguero, entre otras autoridades.
El recientemente nombrado obispo coadjutor de la Archidiócesis de Granada se mostró agradecido con todos ellos, comenzando por el clero, al que dedicó la lectura de la eucaristía en torno a la figura del pastor. "Se desgastan hasta el límite de sus fuerzas para servir a los pueblos y a la ciudad de Ávila", subrayó José María Gil Tamayo de los sacerdotes de la Diócesis de Ávila.
En sus últimas palabras como obispo de Ávila, apeló a "la rebeldía de nuestra Santa" para hacer un llamamiento a los abulenses "a no ser conformistas, a no resignarnos" para "exigir lo que es nuestro, lo que es palpable que falta por una desigualdad territorial", aunque animó a hacerlo "no con odio, no con revancha, pero sí con justicia porque hay abulenses que se pueden quedar atrás, los que menos tienen, los que en esta sociedad pueden quedar descartados", dijo desde el púlpito.
También instó a los fieles a "afrontar los retos que tenemos por delante" como sociedad y como Iglesia, entre los que ha citado "el desafío educativo de la transmisión de la fe" y también "el de los pobres" justo en un momento de dificultad para el que ha apelado "a trabajar por el bien común", que ha contrapuesto "al interés común".
Aun reconociendo las "fuertes raíces religiosas de Ávila" y el hecho de que la Iglesia siempre "mira a Ávila" por ello y por las figuras que ha proyectado al mundo en alusión a los "místicos", José María Gil Tamayo se ha mostrado partidario de no mirar demasiado "a un pasado que ha sido glorioso", sino a servirse de la fe para afrontar "una sociedad difícil" con muchos retos por delante.
También confesó que se lleva consigo el recuerdo de "la pandemia", tiempo en el que él mismo permaneció ingresado por covid.19 en el Hospital de Ávila. "Cuánto sufrimiento, pero también cuánta generosidad de la gente de Ávila, de sus pueblos, de los sanitarios, de las instituciones, de los servidores públicos, que no quede solo para situaciones de emergencia", deseó José María Gil Tamayo en su despedida.