Llega el fin de semana y a todo el mundo le apetece desconectar y hacer algo diferente. Salir un poco de la rutina y descubrir rincones maravillosos del país donde pasar dos increíbles días. Para un plan así, hay que buscar un lugar que no esté muy lejos de nuestro hogar, lo que nos hará disfrutar más horas de él. Por eso, os proponemos un pueblo muy tranquilo y con el que, además de disfrutar de preciosos lugares, también podrás conectar con la naturaleza.
Se trata de La Adrada, una villa ubicada en Ávila -distinción que le dio el rey Fernando III en 1.393-, a tan solo una hora y media de Madrid. Enclavada en el corazón del Valle del Tiétar, está rodeada de frondosos bosques de gran valor ecológico como los pinos, encinas, castaños y robles que pueblan la serranía por la que descienden las gargantas de la Sierra de Gredos.
Un lugar perfecto para desconectar y poder recargar las pilas tras una semana cargada de trabajo. La localidad abulense no solo tiene naturaleza, sino que también cuenta con mucha historia en sus calles. Además, para culminar un fin de semana perfecto, tienes que adentrarte en las recetas más típicas con las que cuentan: los bollos de San Blas, los quesos artesanales y las morcillas de arroz, todo ello acompañado de un buen vino.
Paradas obligatorias en La Adrada
Hay algunos sitios de La Adrada que son paradas obligatorias. Merece la pena disfrutar de ellos durante unos minutos y recorrer todos sus rincones. Uno de ellos es la Plaza de la Villa con una fuente del siglo XIX que chorrea el agua fresca de la sierra. Un sitio de encuentro, paseo y baile durante las fiestas, donde también se ubica el Ayuntamiento, que fue construido a finales del siglo XVIII. Tampoco puede faltar un paseo por la calle Larga y la calle Escalerillas, dos de las más representativas e icónicas del pueblo.
En lo alto de la colina se encuentra el Castillo de La Adrada. Una seña de identidad de la localidad abulense. Fue construido en el siglo XIV sobre una antigua iglesia, de la que aún permanece el ábside sobre la que se ha levantado la actual Torre del Homenaje. Fue en el siglo XV cuando tuvo una remodelación que le dio una apariencia más renacentista. Se trató de la estancia temporal de Enrique III, Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos.
Los viernes, además, se puede disfrutar y comprar en un tradicional mercadillo que se sitúa en las cercanías de la Plaza del Riñón. También puedes hacer un alto al camino y saborear alguna de las tapas más típicas en la zona de la Taberna del Museo, lo que antiguamente se llamaba La Casa del Tío Pedrón, una taberna castellana plagada de comida casera y que permite disfrutar de sus tradicionales patatas revolconas.
La iglesia de El Salvador es de notables dimensiones. No puedes dejarte engañar por el aspecto sobrio que tiene el exterior ya que en el interior vas a encontrar un retablo de estilo barroco churrigueresco con seis columnas salomónicas, donde destacan las figuras de El Salvador y San Blas. Otra de las paradas es la ermita de la Virgen de la Yedra, patrona de la localidad. Su construcción comenzó en el siglo XVI sobre unas ruinas cubiertas de hiedra.
En esta especial visita de fin de semana, también puedes contemplar los puentes. Merece la pena por la antigüedad que tienen y la belleza de los mismos. Uno de ellos es el Puente Moquea, el de más envergadura y franquea el paso del Tiétar camino de Fresnedilla. Se encuentra sobre la cañada de la Meseta. Otro de ellos es el Puente Chico sobre el arroyo de la Cercá, así como el Puente Mocha, catalogado como romano y que fue vía de comunicación con Talavera de la Reina y otros pueblos de Toledo. Mención especial el Puente Nuevo por su sencillez y emplazamiento, ubicado en la garganta de Vadetejo.
Conectar con la naturaleza
Hay quienes son muy amantes de la naturaleza y aprovechan sus días libres para perderse por el monte. Disfrutar de la belleza del color verde y de la paz que otorga el campo también es posible en La Adrada.
Si la escapada es con los más pequeños, puedes disfrutar del Jardín Botánico. Un refugio para la fauna de la zona como son las águilas reales, halcones peregrinos, jabalíes, corzos o ardillas, entre muchos otros. Una finca de diez hectáreas de superficie situada en la carretera CL-501, al lado de la piscina de La Cabaña. Tiene 350 especies arbóreas, cerca de 450 arbustos y medio millar de flores y bulbos.
Una parada obligatoria es la Charca de la Hoya, una espectacular cascada plagada de belleza y de naturaleza. Además del Pino Aprisquillo, un emblema natural del municipio y una de las muestras más icónicas naturales de más de 400 años de antigüedad. Además de la Presa de la Pinara, una zona natural ubicada en un espacio extraordinario donde refrescarte. Retiene las aguas que discurren por la garganta del arroyo Hornillos y cuenta con merenderos para disfrutar de una comida o merienda al aire libre.