El patrimonio cultural de un territorio, un término que hace referencia a la herencia recibida por una comunidad para ser disfrutada y protegida por las generaciones presentes, y transmitida a las siguientes, es lo más preciado que este puede llegar a tener, pues alcanza un valor universal verdaderamente excepcional.
Casi todas, por no decir todas, las comunidades autónomas de España cuentan con el suyo. Sin embargo, es difícil igualar, que ya no superar, al de Castilla y León. La Comunidad cuenta con un Patrimonio Mundial reconocido por la UNESCO como tal, que aglutina numerosos bienes culturales a los cuales el citado órgano de áreas protegidas garantiza protección y conservación, al mismo tiempo que intenta promover su conocimiento.
Uno de los bienes más destacados de Castilla y León, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985, es Ávila, una ciudad fortificada de la Edad Media que tuvo a los vetones como primeros pobladores en el siglo VII a.C. Sin embargo, los que definieron su estructura urbana fueron los romanos, los cuales precedieron a la cultura árabe antes de ser reconquistada en 1085, año en el que se empezó a construir la muralla.
Además de varios monumentos de diversa índole, la capital todavía conserva de forma íntegra su recinto amurallado, lo más conocido a nivel nacional e internacional y lo más visitado por los miles de turistas que pisan las calles empedradas de la ciudad. Tanto es así, que hace años ya se convirtió en su seña de identidad.
La muralla de Ávila es una de las mejor conservadas de España y en su interior acoge casas y palacios señoriales, edificios religiosos de gran valor cultural y la catedral más antigua del gótico español.
El origen de la muralla actual se remonta a la Edad Media, concretamente, a la segunda mitad del siglo XII, aunque su construcción se inició a finales del siglo XI a instancias del rey Alfonso VI de León, quien encargó fortificar esta ciudad, junto con Segovia y Salamanca, a su yerno, el conde Raimundo de Borgoña.
Esta es propiedad del Estado español y está gestionada por el Ayuntamiento de Ávila. Si bien es cierto que algunos tramos, justo los que coinciden con construcciones como palacios e iglesias, incluida la catedral, son privados.
Rodea el casco antiguo de la ciudad, tiene un perímetro rectangular de este a oeste de 2.515 metros construidos sobre una superficie de 33 hectáreas y hoy cuenta con un total de 2.500 almenas, 87 torreones y 9 puertas.
Sus muros tienen 12 metros de altura y 3 metros de grosor y fueron construidos a través de materiales procedentes de la necrópolis romana reaprovechados, entre los que se encuentran el granito gris y negro, el ladrillo, el mortero y la cal.
Algunas de las partes claves de la muralla de Ávila son la Puerta del Alcázar, también conocida como Puerta del Mercado Grande; la Puerta de la Catedral, de los Leales o del Peso de la Harina; la Puerta de San Vicente; el Arco del Mariscal; el Arco del Carmen; la Puerta de la Mala Dicha; la Puerta de la Santa; la Puerta del Rastro y la puerta del Puente.
La Catedral
En cuanto a la Catedral del Cristo Salvador de Ávila, esta data, según la mayoría de historiadores, de 1.170 y sus obras duraron más de 300 años. Hoy, se trata de un templo de estilo gótico, pese a que en él se mezclan estilos e influencias muy diferentes.
Empezó siendo construida por el Maestro Fruchel. Este, comenzó por la cabecera con una girola de nueve capillas y un proyecto de cinco naves a base de piedra arenisca ferruginosa, una de sus particularidades más reseñables.
Eso sí, cuando el Maestro Fruchel falleció, su sucesor modificó el proyecto, hasta el punto que se realizó un templo de tres naves que no seguían el estilo románico de Fruchel, sino que representaban el arte gótico francés, lo que convirtió a la catedral en la más antigua de España de este estilo.
A finales del siglo XIII y hasta mediados del XIV se llevó a cabo la tercera fase de las obras, las cuales estuvieron impulsadas por el obispo Sancho Blázquez Dávila y consistieron en la reforma del crucero, en la construcción del claustro y las sacristías, en el remate de los muros con un cuerpo de ladrillo y un tejado a dos aguas; y en la finalización de los muros superiores de la nave central. Quedó sin acabar la torre derecha de la fachada, al parecer, por falta de medios.
Las últimas intervenciones se realizaron a finales del siglo XV y hasta mediados del XVI, cuando se hizo una nueva entrada donde hasta ese momento se encontraba la portada occidental, la cual fue trasladada al lado norte, y cuando se derribó la tribuna románica de la girola, se levantó un nuevo coro en el centro de la nave que tenía como función separar el altar mayor y se empezó a construir la Capilla de San Segundo.
Hoy, en el claustro de la Catedral de Ávila descansan, desde el 23 de marzo de 2014, los restos mortales del primer presidente de la democracia española, el abulense Adolfo Suárez González, y también los de su mujer, Amparo Illana.
No obstante, el recinto amurallado y la catedral no son lo único que está considerado como lo más valioso y significativo de la ciudad. Fuera de la muralla medieval de Ávila se encuentran cuatro iglesias románicas extramuros incluidas en la declaración: San Vicente, San Segundo, San Andrés y San Pedro.
Basílica de San Vicente
Construida sobre el 1120, la también conocida como Basílica de los Santos Hermanos Mártires, Vicente, Sabina y Cristeta, es un templo románico de granito caleño cuya autoría se atribuye al arquitecto francés Giral Fruchel.
Allí fueron martirizados y enterrados Vicente, Sabina y Cristeta, su planta es de cruz latina y cuenta con tres naves de seis tramos, un brazo de crucero y una cabecera triabsidiada levantada sobre una cripta funeraria de carácter litúrgico en la que se encuentra la imagen de la Virgen de la Soterraña venerada por Santa Teresa de Jesús.
No fue hasta el año 1150 cuando se construyeron las torres y el nártex de la entrada y cuando se cerraron las naves laterales con bóvedas de cuarto de cañón.
Sin duda, lo más destacado de este templo son los capiteles historiados de la capilla mayor, el cenotafio de los santos, la portada occidental y la cornisa meridional.
Ermita de San Segundo
Hablamos de una ermita románica del siglo XII situada en la ribera del Río Asaja, que está dedicada al primer obispo de Ávila, que, además, era discípulo del apóstol Santiago.
Al igual que la anterior, está construida a base de arenisca y granito, posee una planta de inspiración basilical y está formada por tres naves, una cabecera triabsidiada cerrada con bóvedas de cañón y de horno, y decorada con unos capiteles de temática vegetal y figurativa.
Una de las figuras más llamativas de este templo es, sin duda, la escultura orante de San Segundo, elaborada por Juan de Juni.
Iglesia de San Andrés
La Iglesia de San Andrés es una pequeña iglesia románica del siglo XII ubicada en el barrio de Los Canteros y también construida con granito caleño.
Destaca por sus capiteles y la variedad iconográfica de los mismos, que es considerada la más amplia del románico abulense. Y también por los originales ábsides de su cabecera triabsidiada con tres naves en su interior.
Una de las particularidades de este templo es que carece de nave de crucero, además de que es uno de los más antiguos de la ciudad.
Iglesia de San Pedro
Una iglesia del románico abulense que preside la tradicional plaza del Mercado Grande y que, siendo fiel a su estilo arquitectónico, también está construida con sillares de piedra arenisca.
Empezó a levantarse a mediados del siglo XII y sus trabajos se terminaron en el siglo XIII.
Lo más llamativo de esta capilla es, sin duda, el rosetón cisterciense que puede observarse en su portada principal, mientras que una de las curiosidades más destacadas que esconde es que ante su fachada los Reyes Católicos y Carlos I juraron acatamiento a los fueros de Castilla.
Tiene planta de cruz latina con nave central, está precedida por un atrio descubierto, en su fachada muestra arquivoltas con columnas de fustes y capiteles lisos, y cuenta con un tripe ábside. En el exterior la esencia es verdadera románica, pero en su interior se puede observar una transición a la corriente gótica, así como un magnífico repertorio escultórico con motivos vegetales, faunísticos, geométricos y escenas bíblicas. Tampoco pasan desapercibidos sus altares renacentistas, el retablo de la capilla mayor y sus rejas.
Muchos consideran esta iglesia como una segunda versión de la Basílica de San Vicente.