N.M.J / ICAL
“Transformar la comarca de la Sierra de la Demanda en el primer valle digital de España”. Esa fue la idea que el CEO de CiBUC, José María González, lanzó en diciembre de 2019 durante una charla de emprendimiento en Salas de los Infantes (Burgos), sin esperar que meses después, con la ayuda del grupo de acción local ‘Agalsa’, ese concepto se acabaría convirtiendo en un proyecto sólido y de gran proyección.
‘El Valle Digital’ es una iniciativa desarrollada por vecinos de la comarca de la Sierra de la Demanda y Pinares, a través de la cual pretenden repoblar el mundo rural e impulsar una serie de planes que van desde la educación a la vivienda, pasando por el teletrabajo, la naturaleza o la cultura. Todas ellas tienen un denominador común: la tecnología.
“El objetivo es conseguir que la zona sea un sitio atractivo para que empresas digitales se instalen, la gente pueda trabajar desde aquí y sumarnos así al tema de la digitalización. El mundo rural no tiene por qué ser menos que un polígono industrial en las afueras de Madrid”, señala el gerente de Agalsa, Fernando Castaño. "Lo interesante es cubrir todas las necesidades tanto de las personas como de las empresas", añade González.
La iniciativa cuenta actualmente con más de 700 voluntarios, de diversas zonas del mundo, y se están desarrollando un total de 28 actuaciones concretas en diferentes ámbitos. “Un 42 por ciento vivimos en la zona y un 58 por ciento de fuera”, explica con ilusión el presidente de Agalsa, Óscar Izcara, en relación al amplio número de voluntarios que dispone ya el proyecto, y apunta que este es precisamente uno de los aspectos que favorece al Valle Digital. “Ese cruce de ideas sobre un mismo tema enriquece todos los proyectos”, afirma.
Asimismo, existe una “colaboración intergeneracional muy potente”, ya que el Valle cuenta con voluntarios de edades comprendidas entre los 20 y los 75 años, y ambos grupos se nutren uno a otro con sus capacidades y experiencias.
Izcara reconoce también que les preocupaba la llegada de la pandemia, porque no sabían si esta situación ralentizaría o incluso pararía el proyecto, sin embargo, no se vio condicionado por el coronavirus. “Tomó velocidad de crucero”, afirma al recordar que pese a estar encerrados en casa, las reuniones pudieron llevarse a cabo y continuar avanzando con el Valle Digital fue posible gracias a las nuevas tecnologías.
Conectados a distancia
Uno de los objetivos de esta iniciativa es repoblar estas zonas rurales, y demostrar que se puede trabajar en una gran ciudad sin tener que estar físicamente allí, disfrutando de los beneficios del entorno rural. Un ejemplo de ello es Débora Serrano, quien pese a trabajar en una empresa ubicada en Madrid, reside actualmente en Tolbaños de Arriba (Burgos), el pueblo de su padre. Fue en el mes de julio cuando conoció el Valle Digital tras mudarse a Tolbaños de Arriba, y decidió formar parte de ella. Ahora teletrabaja desde su casa en este pueblo burgalés, un lugar que Débora destaca por su “paz”, ya que siempre le ha permitido “conectar con la naturaleza”.
Serrano reconoce también que, en algunas ocasiones, ha tenido problemas con la conexión a internet y la cobertura, elementos clave para poder desarrollar su trabajo, aunque apunte que este tema está “mejorando” y está convencida de que con el tiempo lo hará mucho más.
Para poder formar parte de este proyecto digital no es necesario vivir en la provincia burgalesa, se puede ejercer desde ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia... o incluso desde la Patagonia, en Argentina. Es el caso de Elizabeth Sanz, descendiente de Castrillo de la Reina (Burgos), que se siente muy ligada al pueblo de su abuelo y espera poder vivir algún día en tierras burgalesas y conocer más sus gentes y costumbre.
Por un familiar conoció esta iniciativa y tanto ella como su marido decidieron unirse y aportar su granito de arena al Valle. Actualmente, forman parte de tres grupos de trabajo centrados en el “trabajo mancomunado de individuaos con diferentes y múltiples perfiles”. “A todos nos une la idea de que venir a vivir a un entorno rural ya no es sinónimo de renuncia sino, por el contrario, es sinónimo de calidad de vida y ventajas, además de compartir un especial cariño y pertenencia con la Comarca de la Sierra de la Demanda”, afirma Elizabeth.
“Iniciativas como esta son clave para unir a personas de diversos municipios en torno a temas comunes de interés y crear grupos de trabajo que generen sinergias y economías de escala” , defiende Débora Serrano, una opinión que comparte Sanz, ya que para ella iniciativas de este tipo son “sumamente motivadoras” y debería “ser replicado en todo el mundo”.