N.M.J / ICAL
Miembros del Grupo de Investigación de Comunicación, Difusión y Publicidad de la Cultura y el Patrimonio (CAYPAT) de la Universidad de Burgos (UBU), junto al equipo de 3DUBU, han reconstruido digitalmente algunos de los escenarios más representativos de la ciudad burgalesa hace cien años, concretamente en 1921, cuando la seo celebró sus 700 años.
Esta iniciativa se enmarca dentro de la exposición ‘Burgos 1921. Cuando la Catedral celebró sus 700 años’, organizada por la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021’, con el objetivo de conmemorar los ochocientos años desde la colocación de la primera piedra del templo.
Como parte de esta exposición, repartida en doce sedes diferentes de la capital, el equipo de reconstrucción virtual del patrimonio 3DUBU ha creado una experiencia interactiva que muestra a los espectadores cómo era la ciudad hace un siglo, mediante el uso de diferentes herramientas digitales, como la fotografía 360 y la fotogrametría (una técnica que se basa en construir un modelo 3D a partir de una serie de fotografías de ese espacio).
Utilizando estas técnicas audiovisuales, han conseguid recrear la plaza Santa María de la Catedral, la Plaza Mayor y la Llana de Afuera. Tres zonas emblemáticas de la ciudad. Con el fin de que la experiencia fuera lo más realista posible, 3DUBU ha fotografiado las localizaciones reales que posteriormente se editarían para crear la ilusión de estar paseando por las calles en el siglo XX.
“Para contar cómo era Burgos en aquella época pensamos que lo mejor era utilizar una ruta 360 grados, porque es inmersiva. Los usuarios pueden acceder al enlace y ver cómo es el entorno alrededor”, explica el profesor del Área de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UBU y miembro del equipo de 3DUBU, Mario Alaguero, que destaca dos aspectos muy positivos de este proyecto.
Por un lado, la “atracción turística” que supone gracias al uso de las nuevas tecnologías; y por otro lado la capacidad de inmersión que implican estas experiencias. “Podemos sentir que estamos junto en el medio de los mundos que hemos creado. Tiene bastantes ventajas frente a otros formatos más tradicionales, porque los usuarios tienen esa sensación de inmersión, se sienten dentro de una escena y pueden observarla”, añade.
Gracias a esta experiencia 360 que permite al usuario mover la imagen, se puede ver más en detalle el entorno y elegir un punto en el que centrar la atención. “Esto es algo que en los otros formatos no existe, porque en los vídeos o fotos, nosotros encuadramos lo que ven”, señala.
Para la elaboración de este proyecto, el equipo trabajó durante cuatro meses, documentándose e investigando sobre el Burgos de hace un siglo, sacando fotografías de los detalles que pueden verse en estas zonas, para después reconstruir todos los edificios y estructuras que había en aquel momento, a través del modelado 3D. Además, para lograr un mayor realismo en esta experiencia, y que el espectador se hiciese más a la idea sobre cómo era la vida en la ciudad, se grabó a personajes reales, caracterizados de forma acorde a la época y se introdujeron mediante la técnica de la pantalla verde o chroma key.
Además, se llevó a cabo un cortometraje que contextualiza la exposición que hoy puede verse en doce sedes emblemáticas de la ciudad burgalesa. En este vídeo de poco más de tres minutos se puede ver a una familia que llega a la capital desde el campo en plena celebración del séptimo centenario de la Catedral de Burgos, y ver a través de sus ojos cómo era la ciudad en aquel momento. “Sentimos como espectadores cierta empatía con ellos. Es una forma de poner nuestros ojos en otras personas de la época”, afirma Alaguero.
Nueva forma de hacer turismo
Esta experiencia de inmersiva es accesible a todo el público a través de sus ordenadores, móviles o dispositivos electrónicos, aunque desde el equipo encargado de llevarlo a cabo señalan que no sería difícil convertirlo en una experiencia de realidad virtual, al igual que se ha hecho en la Catedral de Vitoria-Gasteiz. Sin embargo, debido a la situación actual por la pandemia del COVID-19 se ha preferido evitar compartir objetos, como en este caso serían las gafas de realidad virtual.
Proyectos de este estilo abren además la puerta a nuevas formas de turismo, que comienzan a ganar una mayor popularidad. “La realidad virtual es una de las grandes aportaciones de la tecnología en las últimas décadas. Con ella tenemos la sensación de inmersión, que es potentísima frente a otros formatos. El hecho de que la gente se desplace en el tiempo y el espacio provoca sensaciones extraordinarias”, subraya Alaguero, aunque recuerda que no se debe utilizar únicamente una tecnología porque “está de moda”, sino que se debe entender para qué sirve cada una y cuál es la forma “más óptima de utilizarla y en qué ámbito”.