Nuestro personaje es un trotamundos que desde hace más de cuarenta años se aposentó en Huerta de Rey.
Y desde entonces cultiva la amistad, la pintura y la bonhomía. Ercilio es un luchador de la vida que desde muy joven quiso dedicarse al toro. Y lo consiguió. Nacido en la zamorana Bercianos de Vidriales, Ercilio vivió en su pueblo hasta los 14 años. Su juventud transcurrió entre Palencia, (donde residió durante 16 años) el toreo y el mundo.
El toreo y “Don Tancredo”
Se retiró del toro tras veinte años de novillero, cuando vio que llegar a lo alto de la tauromaquia era un logro harto difícil. Pero se lo pasó bien y llegó a ver el “color del dinero”. Ercilio siempre fue muy original y, a pesar de torear muy bien y conocer el oficio del torero en profundidad, tuvo la ocurrencia de practicar el “tancredismo” haciendo el “Don Tancredo”; un personaje taurino que tomó fama hacia los primeros años de 1900. Su actuación consistía en quedarse inmóvil en un pedestal frente a la puerta de chiqueros vestido de blanco, de tal forma que el toro lo ignoraba creyendo que era de mármol y no lo embestía. Ercilio Núñez, “El Vidriales” en los carteles, estuvo durante veinte temporadas de novillero con cierto éxito.
En Huerta desde 1980
En Palencia tuvo mesones-restaurantes que llevó con mucha profesionalidad y éxito. Allí conoció al amor de su vida: Mariángeles, una profesora de EGB que le ha dado tres hijos. El amor y sus problemas de la columna pudieron con la vocación de restaurador y, cuando su esposa logró plaza fija en la bella Huerta de Rey, allí se trasladaron. Y en tierras burgalesas llevan desde 1980.
La pintura, su vocación innata
Es en Huerta cuando se decide a pintar en plan profesional y con intensidad, ya que siempre fue su vocación desde la niñez. En varios artículos hemos leído: “El cuaderno de dibujo le acompaña desde su infancia. Su pintura se forja en la vida, a lo largo del tiempo. Lleva los estigmas de una vida errante y más de 20 años como torero”.
Otro texto dice de Ercilio: “Su paleta, con un ritmo y estilo muy personal, recorre la tauromaquia, el paisaje y una obra espacial llena de mística y metafísica. Le gusta jugar con los collages y relieves de distintos materiales, consiguiendo una vibración especial y mágica. Más de cien exposiciones individuales y varias colectivas por España Francia y otros países, junto a numerosos premios y reconocimientos son el palmarés de este pintor cuya obra ya puede verse en varios museos y salas culturales. Su obra se consolida en esta última etapa de estudios filosóficos, metafísicos y una insondable búsqueda del misterio y lo impalpable de la vida”.
En su currículum ha recogido menciones como el Primer Premio Casa Cultura (Dol de Bretagne, Francia, 1995), un galardón del Ayuntamiento de Benavente (Zamora) el mismo año, y en 1993 el Segundo Premio Nacional Casa de la Cultura Sevilla la Nueva (Madrid) y la Medalla de Bronce Primera Bienal Hotel Soto Galo (Logroño).
Trato exquisito y excelente almuerzo
Pues con este singular personaje y con Mariángeles, su esposa, tuvimos el placer de compartir mesa y mantel recientemente con motivo de la gala-entrega de premios de la Peña “La Herrén”, de la que Ercilio es socio fundador (catorce años presidente y actualmente vicepresidente). Ya es la segunda vez que visito su casa, recibiendo en ambas un trato exquisito, amable y entrañable.
Almuerzo especial hecho con primor
En esta ocasión el almuerzo fue especial y, además, cocinado por el mismo Ercilio, cuyo arte culinario domina como el mismísimo toreo, y ahora sus pinceles. Por ello no me resisto a ofrecerlo en letras y en fotos que, como saben, es uno de mis temas favoritos; no sólo de toros vive el hombre…
Níscalos, jamón, lomo…y un guiso primoroso de lechazo
Estamos en época de setas, y los pinares de Huerta ofrecen unos deliciosos níscalos, -entre otros hongos- que, guisados por Ercilio, saben a gloria bendita. Me lo había prometido y, aunque las escasas lluvias y las incipientes heladas han impedido su crecimiento, mi amigo salió al monte temprano y consiguió un puñado; cuyo guiso y frescura de la “mercancía” fue todo un deleite para ir haciendo boca. No faltó el queso, el jamón y el lomo de caña, hasta que nos llegó una olla repleta de lechazo guisado al estilo mesta. “Me lo enseñó un pastor”. -nos dijo Ercilio cargado de razón-. No le faltaron motivos el ex novillero, porque fue un auténtico descubrimiento la caldereta de lechazo guisado al estilo mesta. Diría más: una sinfonía de sabores y olores que a uno lo dejó admirado.
El vino riojano de Mariángeles
Y a un almuerzo tan selecto y primoroso había que acompañarlo con un vino de parecidas características. Y si es de procedencia familiar mucho mejor. Antes del almuerzo acompañé a Ercilio a su bodega, donde sus modestas reservas vinícolas conviven con sus grandiosos recuerdos de novillero. Y me señaló un caldo riojano de los viñedos que Mariángeles y su familia mantienen en su pueblo natal: San Vicente de la Sonsierra, a escasas tres leguas de Haro. El vino que descorchó Ercilio era un reserva, elaborado en la cooperativa del pueblo bajo el nombre de “Sonsierra”. No suelo beber tintos, pero de este, y con los platos que con tanto esmero me habían ofrecido Mariángeles y Ercilio, me aticé dos copas que me sentaron de maravilla. Eso sí, brindando con ellos por su generosidad y amistad. Hasta pronto.