Corría el año 1999 en un pequeño pueblo de Burgos llamado Huerta de Arriba. Una niña llamada María iba a ver la luz del día por primera vez. Ya desde entonces cada bebé nuevo que llegaba al mundo se celebraba como un hecho relevante. La España vaciada ya era una realidad. No ha sido hasta marzo de 2021 cuando los vecinos de este municipio iban a celebrar la llegada de un nuevo vecino natural del mismo. Se trata de Diego Sainz Fernández, ahora con un año y pocos meses, y es el gran protagonista de esta historia.

Huerta de Arriba está situado en plena Sierra de la Demanda y tan solo tiene censados 128 habitantes que ven como año a año van descendiendo. "En realidad la pregunta no es esa, la pregunta es: ¿Cuántos viven durante los meses de invierno y que no sea en fin de semana? 59, los tengo contados", puntualiza el alcalde del municipio, Gabriel García-Herbosa. Ahora este censo ve como, por primera vez en mucho tiempo, ha crecido en un vecino más este pasado año.

Laura Fernández y Javier Sainz son los progenitores de este pequeño que ahora se ha convertido en la sensación del pueblo. La madre es natural de Huerta de Arriba y el padre de Burgos. La pandemia y el hecho de que Javier consiguiese trabajo en Salas de los Infantes llevó a la pareja a regresar a los orígenes de Laura, que siempre que pueda quiere permanecer en su pueblo.

Diego, el bebé que rompe estadísticas.

Su madre, Laura Fernández, de 34 años, recuerda con añoranza como durante su infancia cerraron el colegio del pueblo. Una realidad que azota a centenares de municipios por toda Castilla y León. Ahora su descendiente es quien lleva un pequeño halo de esperanza en unas tierras que ven año a año como sus pobladores van descendiendo.

"Es el niño del pueblo"

"Cuando yo era pequeña éramos más de 20 chavales y chavalas. Ves ahora un niño en el municipio y es como que parece que vuelve otra vez a renacer. Es el niño del pueblo, todos le hacen caso, todos le paran por la calle para decirle cosas", explica Laura a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León.

Un cierre que se vivió con "tristeza" porque un colegio es algo "muy importante" para un pueblo para que los niños "den vida" al mismo. "Era un colegio pequeñito, había dos aulas, la de los mayores y la de los pequeños, pero aquí tienes más libertad e independencia, te ibas a jugar por las tardes, podías ir al monte y los padres no tenían que estar todo el día encima de ti. Eso en una ciudad es inviable. Esos peligros no les hay en el pueblo", aclara la madre de Diego.

Ahora bien, la realidad es que cuando Diego sea un poco más mayor igual no pueden permitirse seguir viviendo allí. "El colegio más cercano está a unos 35 kilómetros en Salas de los Infantes. En verano y eso no hay problema, pero en invierno nieva bastante. Con nosotros no pasó pero con María, la otra niña, sí que se salieron dos veces de la carretera por la nieve y eso te da más miedo", señala.

"Diego nos dio una gran alegría"

Por otro lado, el alcalde del pueblo, Gabriel García-Herbosa, señala que desde que él es regidor (2019) ha visto "disminuir la población y que no hay reemplazado porque no hay parejas jóvenes". "Diego supuso una excepción y nos dio una gran alegría, todos queremos que Huerta de Arriba perviva aunque esto no deja de ser también algo anecdótico desgraciadamente, es difícil pensar que se han resuelto las cosas", añade.

Sin embargo, Gabriel asegura que el auge del teletrabajo con la pandemia puede suponer un cambio de guion en la tendencia de estos pequeños pueblos de la España vaciada. "Mucha gente que teletrabajaba se ha venido al pueblo. Eso también es un síntoma de que las cosas puedan ir a mejor. Estamos en plena instalación de fibra óptica que puede favorecerlo. Hemos aprobado también dedicar un espacio coworking por si se quieren instalar empresas. Estamos en esa línea y optimistas. La llegada de Diego impulsa las ganas de seguir trabajando por conseguir cosas", afirma con rotundidad.

Diego en un columpio de Huerta de Arriba.

Por otro lado, Laura aún ve "lejos" esa realidad. "Depende de los trabajos que haya. Hay gente que no puede permitirse venir al pueblo, no todos tienen casa. Yo si pudiese teletrabajar tengo claro que me quedaría en el pueblo, pero ahora mismo no lo veo, no sé si es porque todavía no he visto que haya empezado a expandirse. Ojalá que de aquí a dos años esto empiece a crecer, sobre todo de gente joven que es lo que hace falta en los pueblos", puntualiza.

"Atraer a gente joven"

La pequeña que nació en 1999 tiene la intención de permanecer en Huerta de Arriba, algo que siempre que se pueda hará también Laura junto a su marido y Diego. "Hay que intentar buscar algo que de vida a los pueblos para ver si así atraen a gente joven y se repueblan un poco porque es un poco triste ver a la España vaciada", sentencia la madre.

Gabriel apuesta por "no culpar" a las administraciones y hace una llamada a la iniciativa privada, que es de quien "tiene que surgir la actividad económica". "Las instituciones pueden favorecerlo, pero si no hay gente dispuesta ese es el problema. No es que los jóvenes rechacen al pueblo, es que no ven como ganarse la vida. Tengo 66 años y llevo escuchando lo de la despoblación desde los 20, si a nadie se le han ocurrido fórmulas mágicas es que no las debe haber", sentencia.

Punto final a una racha de 22 años en los que el censo de habitantes no registró ni un vecino nuevo y que ahora Diego, el bebé que rompe estadísticas, ha puesto punto final para desprender una sonrisa a los habitantes de este municipio burgalés que esperan que siga perviviendo durante los próximos años.