El arte rompe muros, no entiende de clichés y no hay espacio que lo encierre. Y en Villangómez encuentra cada verano la inspiración. El responsable es el Pollogómez, un festival que ha encontrado en el arte callejero una herramienta para la dinamización de la vida en esta aldea escondida en el páramo del Arlanza, un enclave de incuestionable belleza natural, a tan solo 21 kilómetros de Burgos capital. Este pueblo burgalés, de apenas 100 habitantes y muy próximo a Lerma, es un museo al aire libre que va aumentando su colección de arte urbano con cada edición del Festival Pollogómez, que este año se celebra del 16 al 20 de agosto.
La idiosincrasia del Street Art Rural
Villangómez vive una radical transformación. Los muros de sus calles sirven de lienzo a artistas que llegan de distintos lugares a plasmar su talento. Versos, pinceles y sprais completan graffitis y murales por cualquier esquina entre graneros, establos y vacas que pastan ajenas a la prisa. Imposible encontrar mejor fondo para una fotografía. Es la idiosincrasia del Street Art Rural.
Esta pequeña localidad burgalesa es, en estos días, la expresión de la modernidad emergiendo de la tradición más pura. La aldea se llena de curiosos que todo lo dibujan, que todo lo anotan, que todo lo fotografían; buscan el contraste perfecto entre el arte callejero y el costumbrismo.
Las escenas de pasadas ediciones se mezclan con las nuevas propuestas. Es el principal reclamo de esta cita: el tradicional Encuentro de Murales, y los vecinos presumen de su apuesta. Sin duda, una apuesta ganadora: son el pueblo con mayor concentración de murales por habitante, uno por cada dos vecinos. En esta XIII edición, se sumarán además cuatro murales a los 43 que ya decoran las paredes de esta aldea, cuyo nombre ya se escucha en tertulias artísticas de todo el mundo. Y es que la provincia de Burgos está en el mapa internacional del arte callejero.
Si bien el Street art es su plato fuerte, el Festival Pollogómez Folk ofrece otras muy buenas excusas para acercarse: muestras de artesanía, talleres, actuaciones infantiles, gastronomía, un mercado tradicional... La música se reserva para el último día en esta ocasión, en la que los artistas sonarán en pleno núcleo urbano. La vida regresa a las calles de Villangómez y vivirlo es el auténtico festival.
Villangómez: un museo siempre abierto
Pero el arte perdura en el tiempo y el que el festival Pollogómez Folk deja en Villangómez es motivo para una escapada en cualquier época del año. La Ruta de los Murales está concebida para que el visitante aprecie la belleza de los dos mundos (el rural y el artístico) con la luz de cualquier estación. Dibujos y palabras inspiran al viajero y al artista, que encuentran en esta pequeña aldea burgalesa un rincón natural, sin distracciones superfluas, para admirar el arte en todas sus expresiones.
Uno de los puntos más fotografiados de la ruta es la fachada inspirada en 'Los girasoles' de Van Gogh, donde se puede leer un fragmento de 'Los girasoles ciegos' de Alberto Méndez: "Yo no quiero que nuestros hijos tengan que morir o matar por lo que piensan".
No pasan desapercibidos la impactante 'Involución' de Willy Arenas o 'El insomnio del Quijote' de Susana Velasco, que plasma la idea del ingenioso hidalgo más universal de nuestra literatura luchando contra sus propios fantasmas. La mirada serena e implacable de John Lennon en 'All you need is love' y la delicadeza del 'Pescador de cormoranes' de Sergare son dos de los puntos más instagrameables de la ruta, junto a las letras de Pablo Neruda: "todos me aconsejen que viaje, que entre y que salga, que no viaje, que me muera y que no me muera."
En total, casi 50 murales vinculados a escritores contemporáneos, algunos famosos y otros desconocidos, atraviesan las calles de Villangómez, invitando a la reflexión. Para profundizar en cada obra, se han instalado unos códigos QR que conducen al espectador -móvil en mano- a un universo de realidad aumentada. Un mundo de experiencias urbanitas fundiéndose con el mundo rural. Inspiración total.