N.M.J / ICAL

La tierra quemada y el olor a humo dan la bienvenida al municipio burgalés de Santibañez del Val, el más afectado por el incendio de Quintanilla del Coco (Burgos) que dio comienzo el pasado domingo 24 de julio y que obligó a evacuar a los vecinos de cinco municipios de alrededor. La Junta dio ayer por la tarde el visto bueno a la vuelta de los vecinos, sin embargo, solo unos pocos lo han hecho. Otros, pese a no vivir en el pueblo ni estar durante el incendio, se acercaron a ver el estado de sus propiedades, y unos pocos nunca se fueron, porque prefirieron quedarse a ayudar a los bomberos a controlar el fuego.

En el primer día de normalidad, pese a que el incendio continúa en nivel 1, los vecinos que han regresado a sus casas se reúnen en las zonas comunes del pueblo para comentar lo vivido las últimas horas. Los sitios donde pasaron la noche, cómo se han encontrado sus casas al volver e incluso la suerte que han corrido la casa de sus vecinos de al lado son algunos de los temas que predominaban entre sus conversaciones. Encuentros que pueden presenciarse durante cualquier tarde de verano, pero que hoy están teñidas de pena por la situación que les ha tocado vivir en un verano marcado por los incendios.

Es el caso de Diego y Félix, dos vecinos de este pequeño pueblo de la comarca del Arlanza que nada más ver los primeros atisbos de fuego se lanzaron a ayudar a combatirlo. “Los vecinos lo vivimos mal”, afirma Félix recordando esas primeras horas de un fuego que se calcula que ha afectado a más de 3.000 hectáreas. “Empezó en Quintanilla sobre las 13 horas y aquí llegó a las 16 horas”, recuerdan. Sus casas no se vieron afectadas, pero sí que perdieron en este incendio.

“Nosotros no nos escaqueamos y nos quedamos aquí para colaborar”, cuenta Félix, que asegura que aunque en un primer momento se fue cuando les pidieron evacuar, después decidió regresar y ayudar a salvar su pueblo. “Para mí fue muy cansado, porque ya soy mayor. Estar desde por la mañana, toda la noche sin dormir y sin parar, mal, pero era lo que tocaba”, apunta Félix.

Diego, el “joven”, tal y como lo denominó Félix fue uno de los más ayudó durante el incendio porque estuvo socorriendo a una de las ancianas del pueblo que se había quedado en su casa. “Fuimos a ayudarla y luego ya no nos dejaron volver al pueblo”, apunta.

Los vecinos de Santibañez y su propia alcaldesa dividen la estructura de su pueblo en dos partes. Con un pueblo de arriba y otro de abajo. Es la zona de abajo la que más afectada se vio y se puede contemplar nada más pisar el pueblo. Sin embargo, con suerte, tal y como apunta uno de los vecinos , entre un 60 y 70 por ciento de las casas de abajo que se quemaron estaban deshabitadas.

La Guardia Civil patrulla todavía por la zona y una serie de vallas y cintas policiales impiden el paso a esta zona. En un calle de esta zona, donde todas las casas se han caído a causa del fuego, una única casa sobrevive. “Tuvo suerte y logró salvar su casa”, apunta uno de los vecinos.

Algunos de los ciudadanos del pueblo han perdido parte de su cosecha o han visto arder parte de sus huertos. Es la situación de Antonio, natural de Bilbao que llevaba más de un mes en el pueblo, donde tanto él como su mujer pasan los veranos. A primera hora de la tarde trabajaba en regar y cuidar lo que había quedado de su huerta, aunque lamentaba que había perdido algún manzano y ciruelo. “Cuando nos avisaron fuimos a intentar apagar el fuego”, explica, sin embargo el viento que llegó “como un huracán” no ayudó en estas tareas y solo logró propagar más las llamas.

Él regresó al pueblo el lunes, cuando el incendio todavía continuaba en nivel 2 y empezó a ver los desperfectos. Durante la tarde de ayer, cuando ya oficialmente podían regresar a sus casas, volvió a instalarse y se apenó al ver el panorama, y ahora mira con optimismo al futuro, esperando que puedan recibir las suficientes ayudar para recuperar lo perdido.

Una de las afectadas por este incendio y que ha perdido su casa es la alcaldesa del pueblo, Ana María García, que desde el domingo no ha parado un solo minuto. “Era la casa que hizo mi bisabuelo”, lamenta con pena García. Para ella la mayor pérdida está en los recuerdos y el valor sentimental que este hogar, que ha pasado de generación en generación, tenía para ella. Una amiga la acogió en Covarrubias el domingo tras perder su casa, pero no ha dejado de visitar el pueblo y atender a los vecinos ni un día. Ahora, trabaja con cada uno de ellos para hacer un inventario de los desperfectos y de los materiales perdidos, a fin de lograr que se les logre reponer lo perdido.

En este sentido se muestra esperanzada, especialmente tras recibir las garantías de los responsables de la Junta, tanto el presidente como el delegado territorial, y la Diputación de Burgos. Trasladó así todo su apoyo tanto a los vecinos, que se han unido como uno solo para ayudar a salir de esta situación, como a todos aquellos que han aportado su granito de arena (vecinos de pueblos cercanos, alcaldes, representantes políticos, voluntarios anónimos, bomberos...etc). “Vamos a resurgir como el ave fénix. Cuando las cosas malas suceden, tienen que salir cosas buenas”, concluyó.

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