El arte, como bastión de rebeldía, ha sufrido una transformación estos últimos años que ha propiciado una decadencia muy alejada de su esencia décadas atrás. Las escasas ayudas por parte de las instituciones, así como los escasos esfuerzos en preservar un patrimonio inherente a España, hacen que cada vez sean menos los artistas que pueden subsistir como un único empleo.
Ismael Ali de Unzaga (Burgos, 1968) representa la figura clásica, un artista rebelde y polifacético que no se conforma con nada, que se expresa mediante sus cuadros, mediante sus cuatro libros publicados desde 2018: 'Será como aquella canción de los años 80', 'Mariposa Grove', 'Islandia, Nonina' y 'Yo disparé a Donald Trump' y se añaden a su participación como presidente del gremio de 'Autores Plásticos de Burgos' y la dirección del periódico Diego Marina Aguilera Tribune del instituto en el que da clases de Dibujo a los alumnos de secundaria.
Estudió la carrera de Bellas Artes, quizás sea una de las disciplinas más vocacionales que existen. ¿De dónde nace esta pasión?
Comencé a estudiar empresariales, pero no me gustaba nada. En 1990 me fui al País Vasco a cursar Bellas Artes y pienso que fue lo mejor que hice. No sabía que llegaría a ser artista, descubrí que había otro mundo. Soy presidente de un grupo que nos llamamos Creadores Plásticos e intentamos crear algo de donde no hay nada, ese proceso para mí es súper interesante, ya que no dejas de aprender todos los días. Doy clase y aprendo de mis chavales de 14 y 15 años. Estás todo el día aprendiendo si tienes la mente muy abierta. En mi caso estoy probando continuamente y no pasan más de 10 ó 15 días sin que me involucre en un nuevo proyecto.
Antaño el arte estaba relacionado con las clases altas y en muchas épocas significaba un grito contra injusticias sociales. ¿Está valorado en nuestro país?
Muy poco. En el instituto donde doy clase estaba con mis alumnos haciendo el embalaje para un CD, todo realizado por ellos, decorado por ellos y de su puño y letra. Les comenté que el disco que les enseñé como modelo se lo compré a un grupo que había venido a tocar -como hago con todos los músicos- porque los artistas tienen que comer. Les pregunté: ¿De qué creéis que viven? A pesar de que son chicos de 15 ó 16 años y alguno decía que se dedicaran a otra cosa, les intenté hacer ver que es una profesión. El que vive de hacer su música, por ejemplo, si no le pagan, se muere de hambre. En Grecia ser artista estaba valorado, pero ahora es como un esnobismo. No por el hecho de decirlo, sino porque ser artista es una valentía hoy en día. Yo entre otras muchas disciplinas también soy profesor, pero para amigos míos, que solo pueden vivir del arte, es bastante duro. Con la pandemia se vio como la gente recurrió al 'streaming', películas e, incluso, óperas. Hemos disfrutado del arte para evadirnos del confinamiento; les comentaba a mis alumnos que se imaginaran ese momento sin música ni videojuegos, alguno decía "Yo me muero, profe". El rol del artista está muy bien, pero luego te preguntan cuál es tu trabajo.
¿Existe cierto 'maltrato' por buena parte de la sociedad hacia los artistas?
No. Mi padre siempre presumía de un hijo artista, por ejemplo. La gente en general te aprecia, te valora. No hay un refrendo en como te valoran monetariamente. Algunos amigos dicen: "Todos los artistas tenemos el vicio de comer todos los días". Está muy bonito, pero vas a una exposición y realmente no se vende nada. Éxito de crítica del público, pero ninguna venta. A mí por suerte no me va mal. En nuestra asociación, sin ánimo de lucro, pretendemos ser independientes, aunque puntualmente contamos con las administraciones. Nuestro servicio a la sociedad es con murales, intervenciones en la ciudad, foros y ferias de arte, exposiciones, etc. Pretendemos hacer las cosas más bonitas y que la ciudadanía disfrute con esas intervenciones artísticas, hacer más democrático el acceso al arte.
Desde hace años se lleva luchando porque se reconozca la riqueza cultural de España. ¿Apoyan las instituciones cómo deberían la cultura?
Es una lacra que tenemos relacionado en buena parte con la clase política. Como institución demuestran que los artistas son una especie de floreros. El ministro Miquel Iceta vino hace unos meses a Burgos y reunió a varios artistas de todo tipo dándonos voz. Nos preguntó cómo veíamos el panorama y nos decía que las administraciones contra las que teníamos que luchar son las locales: la Junta de Castilla y León, las diputaciones, los ayuntamientos, etc. Realmente son las que te cierran o te abren las puertas. Le dije que nos sentíamos como 'floreros', nos ponían un rato, se marchitan las hojas, te tiran a la basura y a lo siguiente. Todos nos quejábamos. El arte está dejado de la mano de Dios con respecto a las administraciones a diferencia de lo que ocurre en otros países como puede ser Portugal. He expuesto mis obras allí y el trato era exquisito: te abren todas las puertas, te intentan ayudar en todos los sentidos, todos los gastos pagados y, encima, un buen rendimiento económico. En España dicen que es todo muy bonito, pero hay una cultura de que de esto no se vive y es un hobby. Es una profesión en la que estás horas y horas pensando, maquinando las posibilidades para el siguiente proyecto sin la garantía de un resultado monetario, que puede llegar al final o no. Es duro ser un artista y a la vez es la mejor profesión del mundo; una contradicción con la que vivimos los creadores. A las instituciones españolas no les interesa el arte más que para hacerse la foto. No debería ser así.
Entre los artistas los hay de todo tipo, los que pretenden mandar un mensaje, los innovadores o los que se dejan llevar, ¿qué busca transmitir con sus obras?
Mi estilo está encasillado en la temática pop. Tengo un estilo muy arquitectónico con muchas representaciones de ciudades del mundo y, hace pocos años, incorporé la figura humana con muchos retratos de músicos. Intento salirme de la línea para ir creciendo. Próximamente haré una serie abstracta y, en la actualidad, estoy trabajando en un proyecto muy interesante y raro para mí como son las NFT: un arte digital que la obra en sí se destruye, se crean copias digitales en un fichero que certifica el número de serie -hay como 40 ó 50 copias para pujar-. Me llamó una empresa radicada en Estados Unidos para participar y bueno, veremos que sale. Hay artistas de Aragón, Galicia y otras comunidades en este proyecto donde soy el único representante de Castilla y León.
La clase media de la sociedad, ¿es capaz de interpretar el arte a pesar de la complejidad que entraña?
Lo relaciono con mi faceta de profesor de Plástica. Doy clase a alumnos desde los 12 hasta los 18 años y creo que mi misión darles a conocer a artistas clásicos y modernos de primera, segunda y tercera fila mediante pinceladas. Con todo, el estándar de la sociedad no está muy bien trabajado en lo que arte se refiere mediante unas leyes de educación que no tratan por ningún lado esta disciplina. Mucha gente de cualquier país del centro de Europa toca un instrumento y han sido enseñados en el colegio desde muy pequeños. Lo mismo pasa con las artes plásticas y visuales con un sentido de que hay que cuidarlas en su conjunto. Me da mucha envidia cuando veo a franceses, alemanes o belgas con planes de estudios más lógicos para que los chavales sean capaces con el paso del tiempo de ir a un museo y ver obras abstractas pensando ¡Qué bueno! Los jóvenes de hoy en día no lo entienden y me preguntan el motivo por el que se lo enseño. Cuando les explicas la historia de la obra entienden el sentido, pero el problema son los planes de estudios que no permiten a la sociedad apreciar más allá de los Dalí cuando hay otros como Tàpies que no han sido tan reconocidos.
Antaño la pintura era una expresión que, al igual que otras disciplinas, representaba la rebeldía y, en muchos casos era uno de los bastiones más importantes en diferentes luchas, ¿está muerta esta rebeldía?
Soy de la opinión de que los artistas tenemos que ser partícipes de la sociedad vanguardista y estar al frente de la gente que habla a la sociedad. Se ha venido abajo por el mercantilismo. Como decía un crítico: "La vanguardia es el mercado". Si estás muy acomodado dejas de meterte con el poder establecido. Los artistas siempre han sido gente con bastante cultura al estar en contacto con todo tipo de estamentos de la sociedad y eso se ha perdido. Mi pintura no es reivindicativa en ese sentido, pero sí lo hago en los medios de comunicación. Se les da ayudas a otros sectores -y no soy muy partidario de las subvenciones- y a los artistas casi no, siendo una parte importante de la sociedad con un 5-6% del PIB. Este porcentaje son miles de personas trabajando en esto. Podemos hablar desde el que pone las bombillas en el teatro, que es parte del arte, hasta el que sale al escenario. Reivindicativos tenemos que ser, somos un colectivo gigante. Con la guerra de Ucrania nos hemos volcado en ciertas cosas, pero también hay una hipocresía con otra guerra en Siria y no hemos hecho nada. Los españoles tenemos más que ver con un sirio que con un ucraniano. Me meto en estos jardines y lo digo en foros públicos, además de que tengo raíces indias por mi abuelo paterno que huyó -desde Francia hacia España- de la I Guerra Mundial. Como artista digo que hay que defender que todos somos iguales y creo que hay proteger la libertad.
También quería tratar su faceta de escritor en la que le gusta generar la duda al lector con personajes tanto ficticios como reales, ¿tenemos miedo a pensar y a dudar?
Es un momento de la historia en el que todo va muy rápido y a mí me mata. El análisis crítico tiene que ser rapidísimo o la gente se cansa. El mundo este es una locura. El problema puede ser internet, una de las mejores tecnologías para la búsqueda de conocimiento que mal usado se ha convertido un bombardeo de noticias inmediatas. Esta inmediatez hace que no disfrutemos del momento: si sales de tu casa sin el móvil tienes estrés, etc. Es todo tan extraño que ves la televisión y no sabes si es verdad o no, ves a un tío con unos cascos con cuernos entrando en el capitolio y piensas si es una película. Generar todo esto en la literatura me gusta mucho. Pretendo que la gente empatice con las situaciones más rocambolescas. Tus vivencias, que pueden ser rarísimas o normales, hacen que el lector acabe dudando todo el rato.
En este apartado, trata el humor en sus libros, ¿existe una 'dictadura' de lo políticamente correcto?
Cuando un humorista empieza a tocar ciertos temas es peliagudo. No soy defensor de 'puertas abiertas' a todo y 'meter leña'. Hay temas que a ti te hacen gracia, pero a mí me pueden sentar mal. Teniendo en cuenta que un humorista está haciendo un ejercicio para que tú te rías, lo políticamente correcto es lo que hay hoy en día. Pero no solo en el humor. He escrito el libro 'Yo disparé a Donald Trump' cuando estaba en el poder y ahora me da miedo ir a Estados Unidos. No me voy a cortar, porque defiendo la libertad, pero ese proteccionismo de 'no digas esto que se van a enfadar' me lo salto en mis novelas. Mi editor me dice que tenemos un seguro frente a las demandas que puedan llegarnos (risas).