Belorado, un pueblo de unos 2.000 habitantes al este de la provincia de Burgos, en el límite con La Rioja, vive estos días con una enorme expectación y "absoluta sorpresa". Lo hace por culpa de las monjas clarisas del Monasterio de Santa Clara, que han decidido abandonar la doctrina de la Iglesia Católica para abrazar los ideales del 'obispo' excomulgado Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Todo ello en medio de una operación inmobiliaria "bloqueada" desde el Vaticano

"No había nada, ni un rastro, ni rumores que hiciese presagiar todo este cisma. Nos ha pillado todo de absoluto sopetón", reconoce el alcalde de Belorado, Álvaro Eguiluz, en declaraciones a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. Una situación que les ha empujado a un contexto de "incertidumbre" por lo que pueda suceder con los próximos pasos que se den, ya que el convento, aunque no es del Ayuntamiento, en el pueblo lo "sentimos como propio". "Entendemos que el futuro del convento es parte del futuro del municipio y lo que suceda ahí nos afecta, aunque en este caso podamos hacer más bien poco", lamenta el regidor.

La vida de las clarisas de Belorado, reconoce el alcalde, estaba "adaptada" al pueblo "dentro de lo que cabe", ya que son monjas de clausura. "Había muy buena comunión con los beliforanos en la medida en que era habitual que atendiesen en el despacho donde hacen la venta de dulces. Además, en la misa que se suele celebrar todos los días a las 18:00 horas es normal que fuese algún feligrés de la localidad", explica Eguiluz.

Una relación y adaptación a los autóctonos de la zona que también se veía traducida en una buena relación y dentro de lo normal con el Ayuntamiento. El propio regidor ha admitido tener contactos con ellas dentro del contexto de su cargo para la celebración de algunos eventos, como uno relacionado con el chocolate que tiene lugar cada septiembre. "En ningún momento hacían sospechar nada de esto y la vida del municipio y del convento estaba interrelacionada hasta el punto de que no se entiende uno sin el otro", recalca una vez más.

Los líos por los bienes entre estas monjas, famosas por sus bombones de mojito, entre otros muchos, con el Vaticano han desatado un torrente de aguas bravas en el seno de la Iglesia burgalesa. Un comunicado enviado por aplicaciones de mensajería instantánea de la madre abadesa de las monjas del Monasterio de Santa Clara, Sor Isabel de la Trinidad, provocaba un cisma absoluto en la comunidad religiosa.

En primer lugar, por el simple hecho de decidir abandonar la Iglesia Católica y renegar así del Papa Francisco. El otro, por abrazar la corriente de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019 por el arzobispo por aquel entonces de Bilbao y actual arzobispo de Burgos, Miguel Iceta. Una corriente religiosa que considera que la Santa Sede está vacía de liderazgo desde que muriese Pío XII en 1958.

Expectación en Belorado tras anunciar las monjas clarisas que abandonan la Iglesia Católica Ricardo Ordóñez Ical

Así, De Rojas creó en 2005, aunque no la registró hasta 2021, una vez ya excomulgado, en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior, la Pío Unión de San Pablo Apóstol, una especie de organización que abraza la teoría de su fundador, que se considera "obispo por la gracia de Dios" de la misma.

Llama la atención que en Belorado nadie sabía de su presencia por el pueblo en estas fechas, aunque "sí parece que ha estado un par de veces". No obstante, "no consta" o por lo menos "no ha sido popular" su estancia en el municipio burgalés y si alguien le ha visto "dudo que le haya conocido", reconoce el alcalde.

[Pablo de Rojas, el 'obispo' excomulgado que está detrás del cisma de las clarisas de Belorado con el Vaticano]

Todo el entramado surge a raíz de la intención de las monjas clarisas de Belorado de vender el Monasterio de Derio (Bizkaia), de su propiedad y que permanece vacío, para adquirir posteriormente el de Orduña, en manos de la Diócesis de Vitoria con la que tenían ya un acuerdo de compraventa desde 2020. 

Sin embargo, y tal y como aseguró la madre abadesa en su misiva, desde el Vaticano han bloqueado dicha operación desde entonces, no permitiendo a las clarisas vender el Monasterio de Derio. De esta forma, manifestaban sentirse en una "persecución que ha puesto palos de rueda a su comunidad en todos los frentes". 

Dentro del supuesto documento de compraventa, se estipulaba un precio de 1,2 millones de euros con una mora de dos años. Es decir, se aportaron 100.000 euros y se comprometían a realizar pagos semestrales de 75.000 euros. Este primer pago debía hacerse el 1 de noviembre de 2022, pero nunca llegó a fraguarse, tal y como explicaron desde la Archidiócesis de Burgos en una rueda de prensa urgente el pasado lunes.

Fue en marzo de 2024 cuando, según Iceta, la madre abadesa aseguró tener un benefactor que iba a comprar y poner el monasterio a su nombre, llegando a un acuerdo de uso y revender posteriormente a la comunidad de Belorado. Sin embargo, desde la Archidiócesis desconocen aún quién es el comprador, aunque sospechaban que podría tratarse de una "persona ajena a la Iglesia Católica".

Imagen del Monasterio de Santa Clara de Belorado Ricardo Ordóñez Ical

Finalmente, el contrato fue suspendido e incluso las clarisas de Belorado reclaman 1,6 millones de euros en concepto de las obras realizadas en Orduña y un 30% por daños y perjuicios. En la carta firmada por la madre abadesa, ya aventuraban que tras el anuncio de que renunciaban a la Iglesia Católica y se situaban bajo la tutela y jurisdicción del excomulgado Pablo de Rojas, iban a ser tildadas de "herejes, cismáticas, locas y cosas más calumniosas y desagradables".

Preguntado Eguiluz sobre la posibilidad de que se instaure una organización de este tipo, como la de Pablo de Rojas, en el municipio, el regidor prefiere mantenerse al margen de cuestiones "internas de la propia Iglesia", a la vez que desea que las "aguas vuelvan a su cauce y que el problema se arregle de la mejor manera". "En cuestiones de ritos o teológicas no nos vamos a pronunciar. Deseamos que la vida siga siendo como hasta ahora, tranquila y normal, sin sobresaltos", insiste.

La historia de las monjas clarisas del Monasterio de Santa Clara de Belorado

Tras convertirse Belorado un punto de pasada en el Camino de Santiago, se levantó una pequeña basílica sobre las ruinas de la antigua iglesia. Fue en 1336 cuando el Papa Benedicto XII extendió una carta de indulgencias para aquellos que acudieran a rezar a la misma, o bien a ayudar en sus obras o a ceder alguno de sus bienes.

Fue entonces cuando nació un grupo de mujeres que junto al templo levantaron unas dependencias para vivir allí retiradas en oración aunque sin una regla determinada. La historia, según relatan las propias monjas clarisas de Belorado en sus páginas oficiales, cuenta que en una mañana de 1350 se encontraron con una imagen de María, señalando "el pueblo" que aquella era la antigua imagen de Nuestra Señora de Bretonera. Empezaron en aquel momento a venerarla como patrona.

Así, con el deseo de mejorar su entrega a Dios, las monjas eligieron una regla aprobada por Urbano IV para las clarisas. Fue en 1358 cuando Inocencio VI les concedió la facultad para crear un convento de Santa Clara. En la actualidad, las monjas clarisas logran vivir autofinanciándose a través de la elaboración de trufas, bombones y demás dulces que son utilizados en restaurantes Michelin.

Su surtido de bombones es famoso principalmente por el de mojito, dado la peculiaridad del sabor, pero también les hacen de regaliz, praliné, pistacho, avellana o cacahuete, entre otros tantos. Otras de sus especialidades son las trufas de diferentes sabores o el licor de cacao o café. Cuentan con un obrador propio, desde donde elaboran sus famosos dulces que tantos paladares han conquistado.

Unos dulces que son seña de identidad de Belorado y que estaban muy presentes en los regalos de los autóctonos a los visitantes para agasajarles. "En nuestro caso como Ayuntamiento, para lo que era alguna visita especial, siempre regalamos una morcilla y algún bombón de las monjas clarisas", explica el alcalde.

Los productos de las religiosas también están muy presentes en los supermercados del municipio, asevera, lo que explica lo intrínseco que estaba este convento en el día a día de los beliforanos. "Además, ellas han estado en Madrid Fusión y han llevado el nombre de Belorado por donde han ido. Estamos muy orgullosos y de ahí que todos estos hechos nos afecten un poco más", puntualiza Eguiluz.

Y así es como las monjas clarisas de Belorado han pasado de elaborar bombones de mojito a enfrentarse al Papa Francisco mientras abandonan la Iglesia Católica por litigios inmobiliarios y abrazan la teoría de un 'obispo' excomulgado. "Lo que se palpa en la calle es incertidumbre, saber en qué va a quedar todo esto", sentencia el alcalde del municipio burgalés.

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