Publicada

Óscar Martín de Burgos nació en la capital burgalesa hace 52 años. Ahora vive a caballo entre Burgos, Ciudad de México y Sídney, en Australia. Suma en el mundo de la escultura casi 30 años, ni más ni menos, y es autor de trabajos de gran calidad que han dado la vuelta al mundo.

Nuestro entrevistado estudió en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Alicante y de Burgos. Contó, como mentor, con Eduardo Lastres, y tiene como referentes el Arte íbero, el precolombino, el aborigen australiano y el románico y a personas de la talla de Constantin Brancusi, Baltasar Lobo, Jorge Oteiza y Pablo Gargallo.

“Tengo la suerte de obtener una gran evasión con mi actividad como escultor, místico y performer. Afortunadamente, mi trabajo reúne varias disciplinas como la fotografía, el vídeo, el chamanismo, las relaciones públicas, el diseño gráfico, los viajes, la naturaleza, el sonido o la danza”, asegura en declaraciones a este periódico cuando le preguntamos por sus hobbies.

Este conjunto de posibilidades que le surgen en cada proyecto le “mantienen entretenido aprendiendo e investigando” todo ello con “un alto nivel de disfrute”.

Óscar, en continua construcción

“Soy un niño, un joven, un adulto y un anciano. Todos ellos entregados a una aventura creativa y espiritual como Oscarmartín de Burgos”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Óscar Martín De Burgos.

Nacido en Burgos, en 1972, gracias a “la valentía de Soledad y Quiliano” que son sus padres, se define como una “persona en continua construcción” y “siente como es guiado en el nacimiento de sus ideas” y también en procesos creativos que acaban siendo esculturas de valor incalculable.

Vivió una infancia “feliz” entre los barrios de San Pedro de la Fuente y Río Vena, en Burgos. Ya, por aquel entonces, disfrutaba de los elementos escultóricos con los que se encontraba, como las de Julio Villalmanzo que le “activaron su pasión por la escultura”.

Fue una etapa muy feliz de mi vida. Mi hermano Félix Ángel y mi hermana María Yolanda son 8 y 7 años más mayores que yo, con lo que tenía la gran fortuna de que además de mis padres, ellos también me enseñaban, me cuidaban y me educaban. Ha sido una gran suerte ser el hijo pequeño”, confiesa nuestro entrevistado.

Óscar vivió en la capital burgalesa hasta los 18 años. Después marcha a Madrid y más tarde a Murcia, Oporto (Portugal) y Alicante. La vida quiso que volviera a Burgos, donde gracias a su amistad con Antonio Miguel Méndez pudo “desarrollar” su obra artística.

Unos duros inicios

En mi casa, mi madre y mi hermano pintaban. Había un gran interés por el arte en la familia. Mi bisabuelo fue músico. Desde pequeño, a mí me gustaba modelar y, aunque se me daba bien el dibujo, realmente, donde me sentía en plenitud era con el volumen y la escultura”, explica.

Los comienzos de Óscar Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Cuando se encuentra realizando estas esculturas, nuestro entrevistado siente que “está naciendo algo nuevo” a través de él. Al tratarse de una forma tridimensional “aparece como un ser que llega por primera vez a nuestra realidad espacial, con un mensaje, con algo que contar”, apunta.

“Siempre que se va una escultura de mi estudio a convivir en otro lugar, le pido al espíritu que le dote de su experiencia como ser independiente. Solicito bendiciones para ella y para las personas que la van a cuidar, por mi parte entiendo que he hecho mi función para materializarla y que ha llegado el momento de dejarla ir”, confiesa.

Sus primeros pasos los da en Alicante. Ahí es donde nuestro protagonista se empieza a sentir escultor y decide dedicar la vida al arte. Al principio no tenía muchas ventas, por lo que vivía “del trueque y de la generosidad de amigos”. Así durante dos años.

“Había días que comía una barra de pan. Los últimos meses conseguí la ayuda de un restaurante vegetariano Hare Krishna ‘El Lindret’ y comía todos los días a cambio de un dibujo que entregaba los viernes. Algunas semanas iba a casa de mi querido amigo Federico Mongars, también escultor, compartíamos trabajo y algo de comer. Yo era tan feliz, me sentía tan afortunado y agradecido pudiendo dedicarme a mi pasión…”, explica nuestro protagonista

Pero, finalmente, el “no poder hacer frente a los pagos de la hipoteca de la casa” comprada en Alicante le acabó llevando al “desahucio” lo que le hizo abrir los ojos “aprender, y practicar el tener los pies en la Tierra para poder “volar” con su corazón y cabeza.

Cambio de rumbo

La obra ‘Cruce de Vacío’, de 1997 fue uno de sus dos primeros trabajos. Se presentó con ella al concurso de artistas alicantinos y el Ayuntamiento se la compró. La otra fue ‘Cid Campeador, del año 2008, que se encuentra en el kilómetro 234 de la A-1 a su paso por Burgos.

“Mi obra se centra en la expresión simbólica espiritual”, afirma Óscar, añadiendo que para él “es una oportunidad” de comunicarse a través de “los elementos que forman la escultura” y “están interrelacionados y entre todos lanzan un mensaje”.

“Busco que sean accesibles, símbolos reconocibles y universales”, añade, para explicar que cuando presenta sus trabajos en alguna exposición le “gusta hacer de guía con varios pases diarios durante la duración de la exposición” para “explicar cada una de las esculturas y materiales”.

Todo con el fin de “explicar su significado, origen y anécdotas del proceso” en algo que hace para “aficionar y atraer de nuevo a las personas que han perdido el interés por la expresión plástica”.

Óscar, un escultor con obras en los cinco continentes Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Nuestro entrevistado trabaja, principalmente, los metales como material definitivo: bronce, latón, aluminio, plata y oro. Durante los procesos de proyecto y boceto usa masillas epoxi, cerámica y yeso.

Además, incluye las nuevas tecnologías en algunos de los procesos de construcción y fundición y usa un escáner de impresión 3D contando con la ayuda de Ricardo Fernández, un ingeniero y experto Maker.

Por todo el mundo

“Sé que son cientos las esculturas que habré realizado, pero no sabría decir exactamente cuantas. He trabajado en muchas líneas. Algunas se han quedado en mi estudio y no han encontrado un espacio de acogida todavía. Otras han ido a lugares muy especiales en España y otros países”, asegura nuestro entrevistado.

Para él lo “importante” es que lleguen a personas que sean amantes del arte y que “estos trabajos les sirvan para abrir más aún sus corazones, desde la empatía”. Algo que es “muy necesario en estos momentos para la familia humana”.

Cuenta con diferentes obras en colecciones a lo largo de todo el mundo. Colecciones Reales de la Casa Real de España. Museo Vaticano, Principado de Mónaco, Ministerio de Presidencia, de Cultura y de Fomento de España, dentro del Gobierno de España.

Además, también cuenta con trabajos en la embajada de España en Australia, en la de Reino Unido en España, en la de Dinamarca, en la Universidad de Burgos, o en el Ayuntamiento de Madrid.

También en el Ayuntamiento de Yeoncheon, en Corea del Sur, en Tribu Masai de Ngole, en Tanzania, en el Ayuntamiento de Vittel, en Francia en incluso en el Instituto Cevantes de Dakar, en Senegal.

En su ciudad natal cuenta con varias obras avaladas por la Junta de Castilla y León, la Universidad de Burgos, la Fundación Silos o de la Diputación. Casi nada. Cuenta con trabajos a lo largo y ancho de los cinco continentes. 

“Aunque sea, quizás, un tópico para mí como madre, me siento muy orgulloso con todas ellas. Cada una de ellas tiene sus peculiaridades. En alguna ha sido muy intensa su gestación. En otras ha habido grandes alegrías y un maravilloso fluir en el proceso”, apunta.

Óscar con uno de sus trabajos Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Añade que “otras han sido muy duras de dar a luz” y que, con algunas, se le “han saltado las lágrimas de agradecimiento” por ser el elegido para materializarlas. “La verdad es que me siento muy satisfecho de cada una de ellas”, señala.

Gran satisfacción

“Siento mi trabajo como mi misión de vida. Mi servicio a la comunidad. ¿Hay algo más satisfactorio que sentirse útil? Uno de mis mecenas siempre me dice: “sigue trabajando”. Eso le pido al espíritu, tener salud, amor, creatividad y recursos para seguir haciendo. Soy hacedor”, explica.

El objetivo que persigue Óscar pasa por “mejorar cada día, en cada obra”. Añade que siente que debe ofrecer, desde el respeto, todo su ser para “llegar a un resultado de corazón, conseguir una joya, en cada uno de los trabajos”.

“También es un respeto hacia la materia prima que transformo. Es escasa y de gran valor. Me gustaría que las instituciones, empresas y coleccionistas continuaran confiando en mi creatividad y me encargaran obras de responsabilidad en lugares públicos, nuevos retos donde seguir entregando con pasión”, finaliza el artista.