La procesión de la Soledad, el triunfo de El Ejido
Luto riguroso de La Soledad/MC
Se cumplen sesenta años de la primera procesión de La Soledad. Fue el empeño de un barrio, El Ejido. Una barriada humilde, de casas bajas al principio, de familias llegadas del resto de la provincia, incluido el valle de Riaño, a punto de ser anegado por las aguas para hacer un gran pantano. La parroquia de Jesús Divino Obrero, el enorme mural de Vela Zanetti en su interior, y la procesión de La Soledad, junto a la de mañana, la del Resucitado, fueron las señas de identidad de este barrio de aluvión, que sirvió como argamasa para dotarles de una identidad propia y un objetivo común.
A las siete en punto de esta tarde salía del portón anejo a la parroquia el primero de los pasos de esta sentida y entrañable procesión, que se cerraba con la imagen de luto y dolorida de La Soledad, obra del escultor e imaginero Víctor de los Ríos. Uno de los grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX en León y en España.
Como excepción y para remarcar la efemérides del sesenta aniversario, ayer desfilaba también la imagen de la Virgen de las Lágrimas, de la cofradía hermana e histórica de la Cofradía de Angustías y Soledad. Haca sesenta años esta imagen cerraba también la procesión, ya que la obra encargada a Víctor de los Ríos aún no estaba completamente acabada. Se estrenó en 1958. La imagen de las Angustias desfiló a los sones de su propia banda.
Cientos de vecinos se arremolinaron frente a la moderna parroquia de Jesús Divino Obrero para ver salir su querida procesión. Entre las filas larguísimas de hermanos y cofrades, muchos niños y hasta bebés, lo que asegura la continuidad y rejuvenecimiento de esta cofradía.
Una vez que la procesión se adentró por el casco histórico de la ciudad, la hermandad hizo demostración de fe, voluntad y poderío con el canto delante de la Catedral de Las Llagas al Santo Cristo de la Paz y la Misericordia. En la calle Plegarias estaba previsto la ofrenda al Cristo de la iglesia de San Martín. El homenaje del populoso barrio de extramuros a dos reconocidos símbolos de la vieja ciudad intramuros.
Tras dar la vuelta a la Plaza Mayor, La Soledad y su séquito se recogía en el recinto del barrio de El Ejido y sus hermanos se disponían, durante toda la noche, a preparar la procesión de mañana, la del Resucitado, con la ceremonia de El Encuentro, delante de la Catedral.