León

La montaña leonesa se rinde ante la profundidad de sus cuevas

6 agosto, 2017 14:49

De todas las peculiaridades que posee la provincia de León hay una que llama especialmente la atención a quienes deciden acercarse y es la posibilidad de recorrer el corazón de la montaña gracias a las cuevas que en ellas se han formado.

A 47 kilómetros de la capital, cruzando las hermosas Hoces de Vegacervera, se encuentra el pueblo de Valporquero de Torío, perteneciente a Matallana de Torío, en cuyo corazón puede adentrarse el visitante y contemplar las maravillas que esconde la montaña en la Cueva de Valporquero, abierta al público desde 1966 y gestionada por la Diputación de León.

El director de la Cueva, Manuel Plácido García Fidalgo, destaca su interés "geológico", sin "vestigios" de haber sido habitada nunca, y que sea la cueva abierta al turismo con "mayores volúmenes" que hay en España, lo que hace que el turista siempre se sienta sorprendido al adentrarse en ella.

Valporquero ofrece diferentes tipos de recorrido en función del perfil e interés del visitante. Un visitante muy variado, ya que a la Cueva acuden desde excursiones escolares hasta de la tercera edad, desde personas con un claro interés por la geología y la montaña hasta familias que vienen despistadas, un sinfín de personas que visitan la cueva desde el primer fin de semana de marzo hasta el tercer fin de semana de diciembre, fechas en las que la cueva se encuentra abierta.

El visitante clásico puede realizar la visita al uso, con un recorrido turístico repartido en siete salas, en las que podrá observar las diferentes formaciones geológicas de la cueva, así como su significado y relevancia en la evolución de la zona a lo largo de cientos de miles de años. La visita se puede realizar todos los días de la semana, de 10.00 a 18.00 horas.

Quien busque magia en su visita a la Cueva de Valporquero, su recorrido adecuado es, sin duda, 'Valporquero insólito', una experiencia nueva con grupos reducidos de unas 15 personas. Esta visita que permite realizar la primera parte del recorrido a oscuras y se accede a zonas a las que con grupos superiores no se podría. La visita se realiza únicamente los jueves, sábados y domingos a las 9.20, previa adquisición de entradas en la página web.

"Valporquero es una cueva viva", asegura su director, motivo por el que si el visitante busca aventura y adrenalina, podrá el 'Curso de aguas', a través de un arrollo situado en un segundo nivel de la Cueva, que permite a federados, con preparación básica media, y a aficionados, a través de las siete empresa de ocio activo autorizadas, adentrarse en la parte más íntima de la Cueva.

El recorrido 'Curso de aguas' combina espeleología, ya que hay salas y galerías que requieren de barranquismo. A él se entra por la boca de cueva y se sale a las Hoces de Vegacervera, desde donde se hace rápel de 40 metros de altura que dan lugar al río.

Tras 51 años de apertura al público, la Cueva de Valporquero ha registrado más de tres millones y medio de visitantes. Durante lo que va de 2017 se superan ya los 30.000 visitantes, una cifra superior a la del año pasado, cuando se realizaron diversas actividades con motivo de su 50 aniversario.

LLAMAZARES, LA GRAN DESCONOCIDA

Mucha menos fama posee la Cueva de Llamazares, también conocida como Cueva de Coribios, cerca del municipio leonés de Valderugueros, propiedad de la Junta Vecinal de Llamazares y gestionada por una empresa privada.

Para acceder a la cueva, es necesario realizar un recorrido a pie de kilómetro y medio de longitud, con doscientos metros de desnivel, que guían hacia la cueva con las formaciones de coraloides más alta de toda Europa, motivo suficiente por el que el esfuerzo de la subida merece la pena.

Una vez en la entrada de la cueva, desde la que se puede ver uno de los picos más altos de la zona, el pico Bodón, es el momento de acceder a ella, a unos 1.400 metros de altitud, con puntos en los que el visitante se encontrará con 100 metros de roca sobre sus cabezas.

Con un público generalmente variado, sobre todo familias, grupos de amigos que vienen de fuera y turistas alojados por la región, especialmente vascos y catalanes, la cueva ofrece tanto una visita a las galerías a través de unos 700 metros con espeleotemas y otras formaciones modeladas por el agua sobre la roca caliza, como actividades nocturnas que combinan la visita a la cueva, a oscuras, con interpretación de estrellas o taichí.