Las centrales térmicas de Compostilla II, en Cubillos del Sil (León), La Robla, también en la provincia leonesa, y Velilla del Río Carrión (Palencia) terminan su etapa de operación y, en cumplimiento de los nuevos requerimientos ambientales en vigor desde el 1 de julio dejarán de funcionar en las próximas horas.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) propuso autorizar el cierre de las centrales térmicas y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) emitió informes en los que no ponía objeciones de acuerdo con las normativas europea y estatal que establece un nuevo marco de emisiones a partir del 1 de julio que estas centrales no podrían cumplir sin realizar importantes inversiones.
Así las tres empresas que gestionan estas plantas: Naturgy en La Robla; Iberdrola en Velilla y Endesa en Compostilla, anunciaron hace meses ya la previsión del cese de actividad térmica a finales de junio y también preparan proyectos de energías renovables en estos entornos.
En la central térmica de La Robla cesará su actividad el Grupo 1 que entró en servicio en 1971 con una potencia neta de 264 megavatios y el Grupo 2, que funciona desde 1979, con una potencia neta de 355 MW. Entre los años 2000-2004 la central operaba, de promedio, 6.450 horas equivalentes a plena carga, aunque durante los últimos cinco años esa media ha bajado a 2.780 horas equivalentes.
Naturgy apenas ha quemado carbón en esta central en los últimos meses y ya había anunciado el cierre de la actividad con la fecha del 30 de junio. A partir de ahora, espera la autorización del Miteco al plan de cierre para iniciar el desmantelamiento de las instalaciones.
La compañía titular de la planta tiene un proyecto para crear un parque eólico en la montaña central de León, en la que se ubica La Robla.
En el caso de Compostilla II, en la localidad leonesa de Cubillos del Sil, se cesará la actividad de los tres grupos de generación que suponen un total de 1.050 megavatios de potencia instalada y fueron puestos en marcha en la década de los 70, aunque la central como tal ha tenido más de 60 años de actividad. En 2007 y 2015 ya se había autorizado el cierre de dos grupos más antiguos, que tenían una potencia de 480 MW.
Endesa también se encuentra a la espera de que el Ministerio para la Transición Ecológica emita una resolución autorizando el cierre de la planta y tramita actualmente la sustitución de sus 1.050 megavatios (MW) de potencia instalada por 700 Megavatios eólicos y solares que serán promovidos en la zona durante los próximos años, con una inversión de alrededor de 600 millones de euros.
La jornada de este martes será la última en que oficialmente pueda estar disponible para operar, dado que este miércoles, 1 de julio entran en vigor nuevos requisitos sobre emisiones de gases.
La construcción de Compostilla II se inició a finales de los años 50 para producir energía eléctrica con carbón de las minas del Bierzo y Laciana, que en los últimos años era mezclado con combustible de importación para mejorar la eficiencia ambiental. Las minas de la zona fueron clausuradas en 2018, de acuerdo con el Plan de Cierre del Reino de España para la minería de carbón no competitiva.
Endesa presentó en diciembre de 2018 una solicitud formal de cierre de la instalación, en línea con los objetivos de la política energética nacional fijados por el Ministerio para la Transición Ecológica y de acuerdo con su Plan Estratégico, para conseguir un sistema energético totalmente descarbonizado.
En tercer lugar, la central de Velilla (Palencia), de la que es titular Iberdrola cesará también la actividad en las próximas horas, ya que no puede emitir a partir del 1 de julio, tras recibir el visto del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
La compañía tiene previsto construir en Velilla el mayor complejo fotovoltaico de la región, con un total de 400 MW de potencia instalada, que será también uno de los mayores de España y representará una inversión de 300 millones de euros y la creación de más de 4.000 empleos, según la estimación basada en los cálculos utilizados en el PNIEC.
Este plan de transformación en la zona incluye, además, inversiones en redes inteligentes y movilidad sostenible, la instalación de una planta de valorización de residuos, programas de formación y la creación de una Plataforma de Innovación Ciudadana para incentivar el emprendimiento en la comarca.
El proceso de cierre y, en su caso, desmantelamiento de una central de generación exige una serie de trámites previos, entre ellos el informe de Red Eléctrica de España (REE) en su calidad de operador del sistema eléctrico, antes de su autorización por el MITECO, cuando como en este caso la competencia corresponde a la administración estatal.
Además, la CNMC emite un informe preceptivo en el que analiza la propuesta de resolución del Ministerio y puede o no realizar observaciones a la misma.
Para la clausura de cualquier central de generación eléctrica, las empresas titulares deben presentar un plan ordenado de cierre y la justificación económica para ello.