D. Álvarez / ICAL
Hace cerca de cuatro años, un pequeño grupo de graduados en Educación Social de la comarca del Bierzo comenzó a organizar pequeños encuentros para compartir experiencias y profundizar el contacto entre unos profesionales que actúan como dique de contención frente a la exclusión social. De esas reuniones nació Eduso Bierzo, un colectivo informal que ahora se constituye como entidad jurídica reconocida con el objetivo de dar visibilidad a la profesión y promoverla como una de las actividades de futuro para la economía de la comarca. “Queremos conocer las experiencias que se están desarrollando en la comarca”, explica Samuel Núñez, uno de los impulsores de la asociación.
En ese sentido, otro de los fines que el colectivo persigue al constituirse legalmente pasa por poder acceder a ayudas públicas para mejorar la formación de los profesionales del ramo, a través de jornadas, seminarios o talleres. “Se está abriendo el campo a esta profesión pero hay que seguir abriendo camino a través de la promoción entre colectivos y asociaciones”, explica Núñez, que adelanta que una de las líneas de trabajo pasa por organizar charlas para dar a conocer esta actividad en los institutos de la comarca.
Al respecto, Núñez recalca que los educadores sociales ya forman parte del entramado de profesionales que trabaja al servicio de las administraciones públicas en cuestiones sociales como los programas de familia y juventud de los ayuntamientos o las distintas actuaciones que llevan a cabo los Centros de Acción Social (Ceas) que dependen de la Diputación provincial. “Es una profesión que tiene mucha salida”, subraya.
Con cerca de 40 miembros, los impulsores de la asociación para la promoción de la educación social en el Bierzo buscan crear una “red cercana de contacto” para favorecer el enriquecimiento y la formación de sus socios a través del contacto con otros profesionales como psicólogos y trabajadores sociales, así como para integrar a estudiantes del grado, ya que “en un futuro tendrán que tirar ellos del carro”, afirma Núñez. Con un nuevo logotipo inspirado en los colores del Bierzo y diseñado de manera altruista por un colaborador, el colectivo espera que su conversión en asociación legal también sirva para ofrecer una “imagen más positiva” de la profesión.
En esa línea, Núñez señala que existe una “pequeña confusión” entre el papel que juegan los trabajadores y los educadores sociales, debido a que esta formación académica es “muy joven”. “La verdad es que trabajamos en equipo pero hay pequeñas diferencias: nosotros trabajamos más la intervención socioeducativa directa para producir cambios en las personas, menos con papeles y más con acercamiento y acompañamiento a personas”, explica el educador social, que lamenta que “un médico no tiene que explicar lo que es”.
Con unos estatutos ya redactados, a falta únicamente de recibir el visto bueno final y de la firma del acta fundacional, los miembros de la asociación trabajan ya en la organización de cara al mes de marzo de 2021 de las que serán las segundas jornadas dedicadas a la profesión en el Bierzo, tras las celebradas en octubre de 2018 en el Museo Arqueológico de Cacabelos, bajo el título de ‘Otras miradas’. “La experiencia fue muy buena, hubo un lleno completo y pudimos conocer experiencias de gente que vino del País Vasco o de Zamora”, recuerda Núñez.
De la mano del centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned) en Ponferrada, donde se imparte tanto el grado de educación social como el grado doble de trabajo social y educación social, estas segundas jornadas esperan volver a contar con participantes de toda España, ya que la crisis sanitaria obliga a concebirlas tanto en formato presencial como ‘online’, con un papel clave para la institución universitaria a la hora de ofrecer soporte informático al evento.
Respecto a la incidencia que la pandemia está teniendo en la profesión, Núñez destaca que los educadores sociales, como el resto de trabajadores, se enfrentan en esta etapa a “otra manera de trabajar”. “Tenemos que innovar y no dejar de hacer nada, porque la gente lo necesita”, recalca. Al respecto, en la mayoría de proyectos se ha tenido que reducir el trabajo grupal y comunitario para centrarlo en un trabajo individualizado, con el consecuente aumento de los recursos materiales y humanos necesarios para llevar a cabo cada uno de los programas. “Las cosas van más lentas, lo que antes se hacía en dos meses ahora se hace en seis, nos cuesta más pero no lo vamos a dejar de hacer”, explica.