El Campus de Ponferrada de la Universidad de León (ULE) ha participado, a través del profesor Alfonso Fernández-Manso en el documental ‘La llamada del bosque’, lo que muestra el compromiso de la institución académica, y de este profesor en particular, con la conservación de paisaje y la cultura rural del Bierzo, muchas veces vinculada a los sotos de castaño.

‘La llamada del bosque’ es un trabajo audiovisual dirigido por Albert Cervera, producido por Nicolás de la Carrera y patrocinado por el Ayuntamiento de Ponferrada y la Cátedra de Territorios Sostenibles y Desarrollo Local de la UNED, la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, la Asociación Bierzo Vivo y la empresa Tvitec.

El soto de castaños de Villar de los Barrios ha sido objeto de numerosos trabajos de recuperación. El espacio, situado en el municipio de Ponferrada, aspira a ser un paradigma en cuanto a conservación ecológica. Con el objetivo de apoyar el proyecto de convertir dicho lugar en un bosque terapéutico, como un primer paso de dinamización socioeconómica de la comarca, este proyecto colaborativo se puso en marcha y el documental ya ha sido estrenado esta pasada semana en la sede de la UNED de Ponferrada.

EL CONCEPTO JAPONÉS DE BOSQUE TERAPEÚTICO



El artista catalán, Albert Cervera, descubrió en Japón el concepto de bosque terapéutico. A la vuelta creó ‘Simbiotia’, un proyecto dedicado a la humanización de espacios, en el que la naturaleza juega un papel fundamental.

“El paisaje del Bierzo y sus costumbres están muy vinculados a la existencia de este árbol. El castaño, -explica el profesor de la ULE Alfonso Fernández Manso-, proporciona un elevado número de irrenunciables externalidades positivas. ¿Qué sería de la comarca del Bierzo, sin el hecho diferencial del castaño?, ¿No sería una comarca entre muchas?”.

El castaño envuelve y contextualiza la idiosincrasia y la diferenciabilidad de la comarca, lo que en sí mismo justificaría en lo social, lo ambiental y lo económico, su conservación. De la cantidad, calidad y posibilidad de conservación de la cosecha de castañas ha dependido una parte muy importante de la alimentación y la economía de la mayoría de las poblaciones bercianas.

“A lo largo de la historia, -explica el profesor de la ULE-, el castaño se ha ido introduciendo en todas las zonas donde ha sido posible su plantación, y sobre todo en aquellas no aptas para otros cultivos que exigen terrenos fértiles y accesibles para su laboreo. Ya que se adapta bien a las tierras de ladera y poco fértiles, ha sido una buena forma de aprovechar las posibilidades agrícolas de todas las poblaciones situadas en las montañas bercianas”.

Su fruto, las castañas, se consumían tanto en fresco como secas y peladas por distintos procedimientos. Estas últimas se conservaban mejor y tenían más valor para su venta. Existía todo un proceso de secado en lugares preparadas para ello.

El doctor Alfonso Fernández-Manso destaca también que la importancia cultural y natural que tiene el castaño en la comarca es enorme. “El Bierzo, -comenta-, es en realidad una sucesión de sotos formados en su mayoría por viejos y singulares castaños o, para ser más justos, un tapiz de grandes sotos monumentales. Los sotos de castaños constituyen el paisaje más entrañable del Bierzo, esencia de su identidad, y expresan la armonía y el equilibrio entre los humanos y la naturaleza, conformando la imagen idílica de una aldea rodeada de grandes castaños dorados”.