La revista de divulgación científica ‘Investigación y Ciencia’ dedica en su número de este mes de diciembre un especial sobre Terremotos y entre los textos científicos recogidos en sus páginas, figura un artículo sobre los terremotos y las mineralizaciones en el noroeste ibérico firmado por el investigador Javier Fernández-Lozano, profesor del Departamento de Tecnología Minera, Topografía y Estructuras de la Escuela de Ingenieros de Minas de la Universidad de León (ULE).
El artículo se centra en especial en el origen de Las Médulas, una de las minas de oro de época romana más importantes del mundo y Patrimonio de la Humanidad UNESCO. “No es muy común que publiquen artículos de investigación de geología en esta revista y es importante porque llega a todo el público puesto que se vende en kioskos y está al alcance de cualquier lector interesado en estos temas”, destaca Javier Fernández Lozano quien ya publicara el estudio hace unos meses en la revista americana ‘Tectonics’. Una investigación llevada a cabo por geólogos de las universidades de León (ULE), Rey Juan Carlos y Complutense de Madrid, que analiza el origen de la sismicidad en El Bierzo y explica el proceso de formación de yacimientos minerales de metales estratégicos como el oro, el wolframio y el estaño, como también se recoge en el artículo publicado en la revista ‘Investigación y Ciencia’.
Uno de los aspectos más controvertidos sobre la sismicidad en la península ibérica es por qué se producen terremotos en el noroeste, una zona que está alejada cientos de kilómetros del límite de placas activo. La investigación ha analizado, a través de una serie de modelos, los mecanismos que influyen en las variaciones de profundidad a la que se producen los terremotos en todo el noroeste peninsular, y ha permitido a los autores del trabajo conocer los mecanismos responsables. “Nuestros resultados apuntan a que esas variaciones en profundidad tendrían su origen en la circulación de fluidos hidrotermales. Un hallazgo que, además de su importancia en términos estrictamente geológicos, reviste importantes implicaciones para entender la génesis y la distribución de los yacimientos mineros de la región”.
Para estudiar estos terremotos, el equipo elaboró una réplica a escala del noroeste peninsular. Como si se tratara de una tarta de San Marcos, este tipo de modelos constan de capas superpuestas formadas por arena coloreada y silicona. “Por su tendencia dúctil y más viscosa, la silicona presenta unas características semejantes a las de la corteza inferior terrestre, la cual se deforma lentamente cuando se aplica una fuerza, tal y como lo haría un chicle que se estira entre las manos”, detalla en su artículo Fernández-Lozano. Por su parte, la arena de cuarzo y feldespato, procedente de las costas del mar del Norte, “se comporta de forma parecida a la corteza superior: frágil, absorbiendo las deformaciones y liberando rápidamente las tensiones a través de las rupturas. Al ajustar adecuadamente determinadas variables (como la compensación de fuerzas que actúan sobre el modelo, la magnitud de las deformaciones que experimenta y las propiedades físicas de los materiales que se someten a deformación), es posible asegurar su semejanza con el análogo natural”.
Para entender el funcionamiento de las fracturas, el modelo fue deformado desde lados opuestos. Con ello simularon las dos fases tectónicas que han contribuido a la formación del relieve actual de la península ibérica durante el llamado ciclo orogénico alpino, responsable de la formación de las altas cumbres de los Pirineos, la cordillera Cantábrica y las cordilleras Bético-Rifeñas, entre otras. Además, emplearon una técnica conocida como velocimetría de imagen de partículas, que, gracias a unos algoritmos matemáticos aplicados al comportamiento de posos de café depositados sobre el modelo, permite medir las deformaciones que se producen antes de que las fracturas sean observables en la superficie.
Una falla es una de esas fracturas que rompe la roca cuando la tensión acumulada se libera bruscamente en forma de ondas sísmicas en su interior. “La energía liberada vuelve a acumularse y tras un proceso de carga y descarga de tensiones se produce el fenómeno ‘enjambres sísmicos’, que puede mantener temblando una región durante días cómo ocurrió en La Palma en septiembre de este año antes del inicio de la erupción volcánica de Cumbre Vieja. Un proceso que también es responsable de crisis sísmicas en el noroeste peninsular como en Sarriá, Triacastela, Becerreá y Laza”.
Relación: terremotos y yacimientos minerales El estudio tiene, además, implicaciones importantes para explicar la formación de yacimientos minerales de metales estratégicos como el oro, el wolframio y el estaño. Las fracturas de todo el noroeste actúan como válvulas que bombean los fluidos calientes hacia zonas someras de la corteza, donde precipitan estos elementos. “El origen del oro de La Médulas, -explica Fernández-Lozano- junto con otros elementos como el cobre, la plata, el estaño y el wolframio, se localiza en los depósitos hidrotermales donde los fluidos acuosos calientes han desempeñado un papel clave”. Sin embargo, no todos los procesos de este tipo forman yacimientos minerales importantes. En ocasiones, como en muchas regiones de Galicia, Zamora y Salamanca, estas aguas calientes dan lugar a termas naturales y balnearios. “Por tanto, para que se desarrollen yacimientos metálicos, debe existir una fuente generadora de fluidos capaz de mantener disueltos los metales y los minerales, además de un mecanismo que facilite su circulación y que permita la precipitación de los elementos de interés”.
Según concluye en su artículo, “el estudio de la sismicidad inducida por presión de fluidos puede contribuir a mejorar nuestro conocimiento sobre la relación entre los terremotos y la localización de yacimientos minerales en zonas profundas de la corteza”.