Un trabajador en una empresa de máquinas recreativas, un periodista, una educadora social, una profesora y una administrativa. La familia Cubillas Miranda regenta una pequeña bodega familiar de una hectárea y media en Corbillos de los Oteros, León. Padre e hijo, ambos de nombre César, atienden a este periódico para explicar como surgió este amor por el vino y lo que es pasar gran parte de su tiempo libre entre viñedos.
Su pequeña bodega es, hasta el momento, la más pequeña de toda la Denominación de Origen de León, a falta de confirmar los datos de producción de las nuevas que se han abierto en los últimos meses, según confirma César padre a este periódico. Un pequeño negocio familiar que al principio no era ni negocio.
Origen en los años ochenta
Este pequeño tesoro vinícola tiene su origen en los años ochenta. La familia de los Cubillas no procedía de tierras de campos, eran de la montaña leonesa. Sin embargo, el destino cruzó los caminos del abuelo de César hijo con su abuela. Ella se quedó huérfana y tuvo que mudarse a la montaña, donde su hermano trabajaba.
"El precio que nos costó no era excesivo"
Este vínculo hacía que los Cubillas tuvieran que cambiar la montaña por el campo de vez en cuando. En una de esas visitas al pueblo materno se encontraron con esta pequeñísima bodega en venta a un precio que "no era excesivo", señala César padre. Fue en ese momento en el que el vino unió las raíces de los Cubillas a esta tierra de Corbillos de los Oteros. Unos años después, entre el 1993 y el 1994 la familia compró unas fincas anexas y ahí se plantó el germen de lo que es hoy su pasión, los viñedos.
Resultados negativos durante años
Tal fue su apego a la tierra, a la uva y al vino que compraron también una casa en el pueblo para poder ir los fines de semana. Los comienzos, como cualquiera, no son fáciles. "La elaboración al principio era un poco caos, los resultados siempre eran muy negativos", recuerda César padre, que insiste en que fueron años en los que daban "palos de ciego".
La magnitud de esos resultados nefastos eran tal que "casi no daba ni para consumo propio". "Llegó un momento que tuvimos que plantearnos que o aprendíamos a hacer vino o teníamos que dejarlo", explica el viticultor leonés.
Rendirse no estaba en los planes
Rendirse no era una opción. La bodega familiar no podía morir y César padre comenzó a ir con un conocido que elaboraba vino para aprender. Tras dos años en los que se fue empapando de la cultura vitivinícola el gusanillo por no perder la batalla le llevó a hacer unos cursos de enología en El Bierzo. Estos eran presenciales y debía ir por las tardes, después de trabajar por las mañanas en una empresa de máquinas recreativas.
El amor por el vino y la bodega familiar fueron los pilares fundamentales para que este esfuerzo fraguase al final en 100cepas, el vino que resultó de esos años de lucha por el negocio familiar. Un negocio familiar que lo único que busca es sobrevivir, para que pueda perdurar en los años de la familia Cubillas Miranda. En 2004 nació su primer vino de las cepas de Prieto Picudo y Tempranillo.
Una producción de unas 2.000 botellas
La producción anual es de unas 2.000 botellas y esta está puramente elaborada por la familia. "Hacemos una vendimia de fin de semana. Aglutinamos a familia y amigos y tocamos la campana a las 09:00 horas, vendimiamos, despalillamos y encubamos. Después comemos todos juntos y hacemos una especie de fiesta", relata César padre. Además, los procesos posteriores como el embotellado y la venta también son llevados a cabo por César padre, César hijo y su novia Lucía, la madre Esther y la hija Sara.
"Esta ayuda me supone un plus de juventud"
Una ayuda que para César padre supone "un plus de juventud" para mantener este pequeño tesoro. "Aquí una mano siempre es agradecida para cualquier cosa", asevera. Su deseo no es ni si quiera que la bodega crezca, para él lo más importante es que esta perdure en la familia y que las elaboraciones "vayan mejorando".
Corriendo entre viñedos desde pequeño
En la misma línea va César hijo, que desde la infancia revolotea entre los viñedos y que ahora orienta su preparación profesional al mundo vitivinícola para que los vinos tintos de la bodega sigan regando los paladares de familiares, amigos y todo aquel que quiera probar el caldo de los Cubillas Miranda.
"Hay lagunas en la comunicación enológica y gastronómica"
Periodista de profesión quiere orientar sus estudios al mundo de la gastronomía y el vino. "Siempre he echado una mano en la bodega, pero ha sido a raíz de crecer un poco y de que me empezase a gustar el vino cuando he visto una oportunidad laboral aquí, ya que creo que hay lagunas en la comunicación enológica y gastronómica", explica a este periódico.
Sin embargo, con 16 años, que fue cuando decidió estudiar periodismo, esta no era la idea inicial. En un primer momento quiso ser periodista deportivo, luego político y finalmente el hecho de involucrarse más en la bodega 100cepas le ha llevado a decantarse por este mundo.
Para César sería "un lujo" poder mantener esto. "Tanto a mí como a mi novia Lucía nos encanta, desde elaborar los vinos y el trabajo en el viñedo, hasta el proceso de venta", explica.
La pasión de esta familia por la bodega y el vino es tal que incluso se han introducido en el mundo del enoturismo. César padre es quien hace las visitas y a través de su testimonio intenta transmitir a los visitantes la identidad de sus vinos y la bodega familiar y todo el trabajo, entusiasmo y cuidado que hay detrás de todo ello.
En definitiva, un culto al vino en familia que lleva a pasar una vida de generación en generación entre viñedos.