“Para mi el Camino de Santiago lo ha sido todo; ha sido mi vida, mi universidad, mi aprendizaje. Todo se lo debo a la ruta. Le he dado parte de mi vida, pero me lo ha dado todo. Estoy en deuda con él”. El mítico hospitalero de Molinaseca Alfredo Álvarez insta a “comprender” al caminante, “entenderlo”, una de las enseñanzas que el Camino le ha mostrado en estos 30 años que lleva unido a él.
Escucharlo permite recordar la base de la senda milenaria, aquella que representa al peregrino, alejado de la explotación turística que sufre la ruta jacobea y que Álvarez denuncia, aunque no se muestra contrario a ella. Simplemente, pide la protección del caminante que se busca a sí mismo en su ruta a Santiago de Compostela. “No es decir que al peregrino haya que dárselo todo gratis, pero si tratarlo como a un peregrino y no como a un turista”, resume.
Eso sí, Álvarez aclara que el peregrino es el que “está en el Camino y el Camino está dentro de él”, porque matiza, hay “mucha gente que está en el Camino pero el Camino no ha entrado en él” y no son capaces de explicar lo que pasa en el interior de esta ruta mágica. “No podría explicar lo que es el Camino”, constata. Pero recomienda “coger una mochila e ir a Saint Jean Pied de Port y comenzara a caminar”. “Y después que me lo cuenten a mi. Yo he hecho muchos caminos, pero son los míos, y cada uno tiene su camino”, revela.
Por último, alaba la figura del hospitalero tradicional, que es el que “ha dado vida al Camino, con su trato a los peregrinos”. Pero va más allá y cree que “no se concibe sin los lugareños, a los que se les ha dejado aparte”. “Ahora hay gente que pone un negocio y ha crecido el Camino con el negocio y los peregrinos. Pero antes no había negocio y sí había Camino; y estaban los lugareños para todos”, reflexiona.