Si viajas por la zona de Los Ancares, en el extremo noroccidental de la provincia de León, podrás encontrarte con unas tradicionales y curiosas construcciones que salpican el paisaje: las pallozas, uno de los últimos vestigios de los antiguos pueblos prerromanos. No son chalés de lujo ni urbanizaciones que gozan de todo tipo de comodidades, pero cumplen la perfecta función de devolverte a finales del siglo XIX, cuando fue acuñado el término 'palloza' por varios etnógrafos como el alemán Fritz Krüger como deformación del término gallego "pallaza". Estas emblemáticas construcciones presentan una curiosa forma circular u ovalada con paredes construidas en piedra y un techo de heno.
Además, cuentan con un diámetro de 10 a 20 metros y están compuestas por una robusta piedra impenetrable que, antaño, permitió la seguridad del hogar ante embestidas de animales e inclemencias meteorológicas. Al mismo tiempo, la estructura se divide en dos partes separadas por una empalizada revestida por tablas y un techo compuesto de heno que ha supuesto la impermeabilidad en los días de lluvia. También guardan similitudes con las casas redondas de la Edad de Hierro en Gran Bretaña o las edificaciones tradicionales de la cultura castreña en la Edad de Bronce.