Su nombre es Pedro H.R. y nunca pensó que ser gitano le condenaría a vivir una pesadilla en su trabajo. Es leonés y comenzó hace unos meses en un trabajo nuevo, con ilusión y ganas. Le contrataron en un restaurante de un pueblo que se ubica muy próximo a la capital y reconoce a EL ESPAÑOL-Noticias de Castilla y León que el primer mes fue todo "fantástico".
Sin embargo, todo lo que parecía que iba viento en popa se complicó. Fue en el momento en el que entraron unos gitanos, a los que Pedro conocía, cuando la dueña del establecimiento dejó de verlo con los mismos ojos. Entabló con ellos una conversación de unos tres o cuatro minutos y en ese momento le llamó. "Pensé que me iba a echar la bronca por estar hablando con los clientes, pero me hizo la gran pregunta, que si era gitano. Yo le respondí que sí y me contestó que se lo tenía que haber dicho antes porque ella quiere saber a quién contrata en la empresa", así recuerda Pedro el momento que marcó un antes y un después.
Una conversación a la que no le quiso dar "más importancia" y dejó pasar. Fue a los dos días cuando llegó al trabajo, se puso el delantal para servir en el comedor y el compañero le dijo que ese día "no servía". Pedro, bloqueado y con una gran sorpresa, no supo qué pasaba. "Fue muy raro todo. Me acerqué a ella, que no me había dirigido la palabra, y me dijo que saliera a barrer las hojas de fuera", asegura. Ahí empezó una "odisea" y todo empezó a cambiar. "Una cosa es contarlo, pero hay que pasarlo", apostilla a la vez que añade que, desde entonces, "no dejaba de mirar todo lo que hacía y comprobar".
Estas situaciones cada vez iban a más. Un día estaba con sus compañeros hablando de los inmigrantes que acuden a trabajar y ella "afirmó que vienen a quitarnos el trabajo". Un comentario ante el que Pedro se manifestó porque no le "gusta" que se digan ese tipo de cosas y expresó que "tienen el mismo derecho que el resto". Ella, no se quedó atrás, y contestó: "Tú tenías que haber estudiado más y no haber estado en el parque tomando litronas con tus primos y tocando la guitarra". Pedro recuerda que ella se echó a reír y él se marchó porque le pareció "feo y despectivo".
Desde el momento que supo que era gitano hasta que le despidió pasó tan solo un mes. Días en los que "miraba a la puerta y no quería entrar", pero tenía que hacerlo. "Las estábamos pasando canutas. Tengo un niño y necesitaba el dinero. Estuve sin dormir y deseo que nadie tenga que pasar nunca por esa situación", añade. Un mes en el que, por ejemplo, le culpaba de que "entraran gitanos al bar".
El 15 de febrero de este año fue cuando cambió todo. Pedro había perdido su móvil en el autobús y la dueña le escribió a un compañero para que le avisara de que estuviera ese día a las 10:00h en la puerta de El Corte Inglés de León. Allí fue donde terminó su etapa en este restaurante: Me dijo que ya no me necesitaba y que no fuese más".
En ese momento, pidió ayuda en la Fundación Secretariado Gitano de León y, en este caso, Selene ha sido quien le ha guiado en el proceso. "Recurrí a ellos porque yo no tenía dinero para pagar un abogado. Y necesitaba que alguien me ayudara porque no me parecía normal", afirma. Pedro no entendía que todo lo hubiera desencadenado el hecho de ser gitano porque su relación con la dueña era muy buena. De hecho, reconoce que tuvo problemas para alquilar un piso porque le "estafaron" y fue ella quien le adelantó "800 euros" para poder entrar en una vivienda.
Cuando recurrió a la vía judicial, le animó a ir a un juicio de conciliación, pero no tuvo una respuesta satisfactoria. "Quise ponerme en contacto porque no sabía qué le pasaba. No entendía que le había hecho tan grave para que estuviera así. No hay explicación, la única es que tiene que ser muy racista", lamenta. Pedro, más allá del dinero que va a recibir por este despido -7.501 euros-, expresa que le "encataría" poder hablar las cosas.
Ahora, su vida ha dado un giro de 360 grados. Está trabajando en otro establecimiento de jefe de sala y se encuentra "muy feliz". Sobre los estereotipos que todavía quedan en la sociedad, reconoce que "se ha avanzado pero todavía quedan personas que piensan como antes". Sí cree que los jóvenes "están involucrados" pero en los más mayores "sigue habiendo mucho racismo".