Haber abierto las puertas ya es un triunfo, pero sobrevivir diez años con actividades constantemente, con alumnos e investigaciones y haber crecido en oferta cultural, en aporte a la ciencia y en participación de la ciudadanía es un balance muy muy positivo”. Con estas palabras celebra Raúl López, director del Museo Liceo Egipcio de León, los diez años de vida de una institución cultural que pretende ser “viva”. “Nadie nos daba diez años, ni siquiera nos daban uno, y después de todo esto ha habido muchas instituciones y muchas ciudades españolas y de fuera que se han puesto en contacto con nosotros para trasladar el Museo, pero mientras nosotros podamos seguirá estando aquí”, asegura con rotundidad.

Los inicios del Museo, que en este 2023 cumplió su primera década de vida, se remontan a la propia infancia de Raúl, que desde pequeño tenía bien claro que quería dedicarse a la Egiptología, a pesar de “haber nacido en un sitio que en principio no tenía esas posibilidades”. Por ello, estudió Historia en la Universidad de León, donde se doctoró, y tras ello se le planteó un conflicto: “O aceptaba que el mundo no me daba lo que quería o creaba un sitio donde pudiera desarrollarme personalmente”.

Fue entonces cuando, en compañía de su mujer y codirectora del Museo, Beatriz Cañas, tomaron la decisión de “hipotecar” su vida para “construir algo nuevo”, como era “un sitio donde poder estudiar Egiptología, enseñarla y darla a conocer”. Este sitio es lo que se hoy se conoce como Museo Liceo Egipcio de León y se ubicó inicialmente en La Virgen del Camino para finalmente, poco más de un año después, trasladarse a su ubicación actual, el Palacio de Gaviria, en pleno centro de la ciudad de León.

“Somos conscientes de que León no parecía la ciudad más indicada para hacer una institución dedicada a esto, pero nos pareció ilógico que yo fuera a enseñar egipcio jeroglífico a Londres y a otros sitios mientras que en España tan solo hay otro Museo dedicado al Antiguo Egipto que está en Barcelona y dejásemos a nuestra ciudad sin ello”, reconoce, consciente de que “era una locura”.

Todo ello lo consiguieron, tal y como destaca López, “sin ningún tipo de subvención ni reconocimiento a ningún nivel”, de forma que es “totalmente independiente”, al considerar que “lo más lógico es que los promotores económicos fueran los mimos que los directores y los mismos que los profesionales que desempeñan la actividad”, ya que ello “le da una coherencia”.

Es por esta razón por la que el director del Museo reconoce que, hace diez años atrás, “nadie daba un duro por nosotros”, al tratarse de “una institución cultural que se tuviese que mantener de forma independiente sin injerencia política o empresarial” porque “no hay ninguna fundación económica que se dedique a otra cosa y lo revierta en el Museo para mantenerlo”, sino que son las entradas y las actividades las que lo mantienen, al mismo tiempo que “crean cultura”.

Colección

Para arrancar dicho Museo, Raúl y Beatriz adquirieron un colección de obras de arte que en un primer momento estaba compuesta por 250 y que en el momento actual se ha ampliado a unas 600. A ellas se suma una biblioteca con unos 5.000 volúmenes y manuscritos dedicados al mundo del Antiguo Egipto.

Esta colección está compuesta por objetos que habían salido de Egipto antes de 1983 porque después de esa fecha estaba prohibido y para construirla buscaron por todo el mundo colecciones privadas o marchantes de arte para “coger cosas que la gente no podía ver y llevarlas a León para estudiarlas e investigarlas” y con la idea de “abarcar desde lo más antiguo a lo más moderno de la historia de Egipto”.

Los fondos cuentan con fósiles, objetos de la prehistoria, de época faraónica, romana, copta, musulmana, arte occidental inspirado en el Antiguo Egipto y una colección de arte contemporáneo. Dentro de ellos se pueden encontrar “bifaces de la prehistoria egipcia que tienen 7.000 años de antigüedad o puntas de flecha del neolítico, máscaras funerarias de sarcófagos, dioses en bronce, joyería, una colección de arte erótico, trabajadores para el más allá -denominados ushebtis-, una colección de telas coptas o un anillo con uno de los nombres de Tutankamón”.

Raúl define la colección como “humilde", acepta que "no es el Louvre ni el British Museum ni lo pretende”, pero celebra que “da la posibilidad de que mucha gente vea arte egipcio por primera vez”. Esto hace que mucha gente visite el Museo antes o después de viajar a Egipto, al tiempo que “mucha gente viene a León para verlo” porque “arte romano o griego puedes ver en otros lugares, pero arte egipcio no”.

“En un mundo como en el que vivimos no es necesario que haya museos faraónicos para mostrar la cultura del Antiguo Egipto, sino que a veces son necesarios menos objetos y una mayor intensidad en la explicación para que uno acabe teniendo una idea de lo que tiene delante”, apunta.

Estudios e investigación

El Museo Liceo Egipcio, además de ser un espacio cultural abierto a los visitantes y con la premisa de ser “una institución viva”, también ofrece cursos de Egipcio Jeroglífico como de Egiptología, así como actividades para niños, lo que se ha convertido en “muy grato” porque cuando él era niño “no tenía dónde poder aprender cosas de Egipto”. Además, también hay gente que se prepara para ser egiptólogo en el futuro.

En cuanto a las actividades infantiles, se desarrollan cada sábado con temáticas diferentes como la arqueología, momificación o amuletos y son impartidos por gente formada que forma parte de la institución.

El centro también desarrolla y subvenciona sus propios proyectos de investigación que confluyen en una colección de libros, denominada Biblioteca Nun, creada junto con la Editorial Almuzara, y cuyo primer título fue ‘Antiguo Egipto’, de Salima Ikram.

“Podemos decir que todo el engranaje está completo. Hay un Museo, un biblioteca, un lugar para estudiar y desarrollarse profesionalmente y un lugar donde desembocar tus cosas para difundir tus conocimientos junto a los de los grandes egiptólogos del mundo”, remarca Raúl López, al tiempo que afirma que todo ello “vincula León a los estudios punteros de la materia”.

Asimismo, el Museo también hace exposiciones paralelas, como una de fotografía disponible en estos momentos, al tiempo que apadrina a artistas emergentes o tiene sus propios premios internacionales.

Es por ello que Raúl destaca que el Museo Liceo Egipcio de León es “un lugar del mapa español donde se sitúan internacionalmente los estudios del Antiguo Egipto”, ya que “varias revistas, como ‘Traveler’, nos han indicado como sitios donde visitar Egipto sin tener que salir de España”.

Premios internacionales

Con un carácter bianual, el Museo cuenta con sus propios premios internacionales Museo Liceo Egipcio de León, otorgados a un total de 14 personas o instituciones “que tienen reconocimiento internacional y que aceptan un premio de una pequeña institución de una pequeña provincia”.

Entre otros, han recibido el galardón, “que se da sin ningún apoyo institucional”, personalidades como Noam Chomsky, Nuccio Ordine, la Fundación Norman Foster o Sir John Eliot, que lo recibió en un acto celebrado en el Instituto Warbur, que también fue premiado. “Llevamos tres ediciones y en ellas se ha premiado a la flor y nata de la cultura y la ciencia internacional pero también la de León, porque las personas de aquí que han llegado a esa excelencia han sido premiadas, como el director del proyecto del ordenador cuántico de Google, Sergio Boixo”.

Algunos de ellos han acudido a recoger el premio al Museo leonés, donde pudieron compartir un momento con los alumnos de la institución, ya que ello ofrece la opción de “poder cambiarte la vida”.