En el año 1844 el escritor berciano Enrique Gil y Carrasco publicó su novela ‘El Señor de Bembibre’. En ese momento no imaginó que este texto se convertiría en el más importante de su carrera y que la historia de amor de don Álvaro Yáñez y doña Beatriz Ossorio sería un referente de la literatura del romanticismo. Ahora, 180 años después de que viera la luz, el ‘Señor’ salta a las viñetas gracias al trabajo del dibujante berciano Manuel Santos Rodríguez Cascallana que está convirtiendo esta historia en un original cómic con el objetivo de acercarla más al público. Una nueva forma de ver este texto universal, que ha sido traducido al inglés, al alemán, al francés e incluso al chino.
“Elegí ‘El Señor de Bembibre’ porque es como ‘El Quijote’, que todo el mundo habla de él pero lo han leído cuatro. La idea es plantearlo así para que sea más fácil para los jóvenes o quien lo quiera leer. Es importante acercarlo a personas que quizá no se atrevan a leer el libro pero sí un cómic”, explica el dibujante, quien ya tiene terminadas dos de las tres partes que formarán esta novela gráfica, ya que supera las 100 páginas. “Un cómic normal tiene en torno a las 60 páginas. Yo ya supero las 100 y probablemente alcance las 200. Por eso se llama novela gráfica”, añade. Esta labor le ha llevado varios años ya que tiene que compaginarla con su trabajo.
El cómic presenta impresionantes dibujos en los que se reconocen paisajes del Bierzo y monumentos como el Castillo de los Templarios de Ponferrada, el de Cornatel o la fortaleza de Balboa, y con los que Cascallana introduce al lector en la novela, aunque con su toque personal. “Me invento cosas, gags cómicos, situaciones...pero el 90 por ciento es ‘El Señor de Bembibre’”, dice. “Lo interesante es que es algo muy visual y podemos ver paisajes que yo conozco, que he recorrido y que aparecen en la novela. Esto en muchas ediciones del ‘Señor de Bembibre’ no pasa, porque aparece un castillo que no se sabe cuál es o paisajes que no se sabe dónde son. Yo reflejo la realidad porque la conozco y los lectores van a reconocer los paisajes”, asegura.
El toque personal
El objetivo del dibujante es dar a conocer la novela de Gil y Carrasco pero, como todo artista, también quiere dejar su impronta personal. Por eso el cómic cuenta con ilustraciones de paisajes que forman parte de su vida, especialmente de la zona de Cacabelos. No faltan tampoco lugares emblemáticos de la comarca del Bierzo, como Las Médulas o las Barrancas de Santalla.
Entre sus páginas el lector también podrá descubrir a personajes conocidos del Bierzo. Entre ellos el empresario José Luis Prada ‘A Tope’, el periodista Luis del Olmo o el escritor Ramón Carnicer. Y tampoco faltan los Templarios y su historia. “Considero que una obra como ésta, hoy en día, no hay nadie capaz de hacerla. Se conocería a Gil y Carrasco, la historia de los Templarios o a personajes simbólicos que aparecen”, afirma Cascallana, quien lamenta que ha habido algunos intentos de publicarlo que, de momento, no han fructificado. “El Consejo Comarcal del Bierzo se interesó pero quedó en nada”, dice. “El periodista Valentín Carrera, que ahora mismo está promocionando mucho la novela, también sabe lo que estoy haciendo. Es una gran oportunidad y sería una pena que se perdiera”, afirma.
Valentín Carrera es hoy en día uno de los grandes promotores de la obra de Gil y Carrasco. Fundó la Biblioteca Enrique Gil, donde se ha publicado toda la obra del escritor villafranquino, así como nuevas ediciones y traducciones de ‘El Señor de Bembibre’. Su fundación está inmersa, actualmente, en la reforma de la casa natal del escritor, en la emblemática calle del Agua de Villafranca del Bierzo, donde se está construyendo un Jardín Romántico que abrirá sus puertas este verano.
Su trayectoria
Manuel Santos Rodríguez Cascallana, como todo artista, comenzó a dibujar desde pequeño. Poco a poco fue creciendo artísticamente hasta formar parte de una importante generación de dibujantes, entre los que se encuentran figuras como Juan Antonio Gómez Bautista, Lolo o Toño Benavides.
Cascallana trabajó para periódicos de la Organización Juvenil Española y también participó durante 25 años en un monográfico en el semanario berciano La Aquiana.