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En mitad de la vorágine tecnológica en la que la sociedad ya tiene normalizado el uso de dispositivos tecnológicos, que cada uno tiene su propio teléfono, además de Tablet u ordenador.

No se es consciente cuánto ha pasado desde el primer libro electrónico, cómo pudo desarrollarse, y cómo es posible que en la actualidad alguien viva al margen tecnológico, pasando a ser “el diferente”.

Lo más curioso, es que el primer libro electrónico lo inventó una mujer en 1949. Se llamaba Ángela Ruiz Robles y era una maestra leonesa.

Este domingo 29 de octubre es el aniversario de su fallecimiento, y quizá si viera donde ha llegado su Enciclopedia Mecánica, se quedaría atónica con la cantidad de avances con los que se cuentan en la actualidad.

Ángela Ruiz nació en la localidad leonesa de Villamanín en el año 1895, aunque desarrolló su carrera como maestra en Ferrol, una ciudad que la acogió y ella convirtió en su hogar y en su laboratorio.

Su pasión por la enseñanza iba más allá, esa inquietud que tenía le sirvió para ir desarrollando un proyecto completamente revolucionario.

A fin de liberar a los más pequeños del peso de los libros físicos y llenar sus mentes sin tener que llevar a cuestas kilos y kilos de papel.

Con 63 años logró que la histórica Enciclopedia Mecánica viera la luz, después de casi una década desde que planteó un procedimiento que fuera mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros.

El dispositivo que creó se formaba con varias placas de plástico y cartón que se accionaban a partir de un delicado sistema de resortes y engranajes muy bien confeccionados.

Enciclopedia Mecánica de Ángela Ruiz Robles. Luis Carré Menéndez Museo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Así, se le mostraba al estudiante mediante una pantalla transparente todo este engranado que, nunca mejor dicho, desplegaba toda la información a los ojos de los alumnos.

En aquellos tiempos nadie comprendía lo que este prototipo significaba y, mucho menos, que años después sería toda una revolución tecnológica, con la llegada del libro electrónico.

Esa Enciclopedia Mecánica es la respuesta, el artefacto precursor de que hoy en día se tenga cualquier conocimiento al alcance de las manos y Ruiz la patentó en el año 1962.

Cómo era la Enciclopedia

El dispositivo se formaba con placas de plástico y cartón, además contaba con una pantalla transparente, pero, principalmente, se componía de dos partes.

En su lado izquierdo, había un juego de abecedarios automáticos que con una simple pulsación formaban palabras o frases a partir de un sistema de trinquetes que hacían que las letras se movieran.

Enciclopedia Mecánica de Ángela Ruiz Robles. Luis Carré Menéndez Museo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Se movían poco a poco, una a una, es como si las palabras tomaran su tiempo y esperaran a ser reveladas.

Por el lado de la derecha, había dos cilindros. El primero, tenía en su interior una bobina de la que se desplegaban lecciones, que iban pasando al otro cilindro, a la par, una pantalla iba ampliando esa imagen.

Como si fuera una película, o un carrete y la imagen se fuera proyectando en grande en una pantalla.

Esas bobinas eran intercambiables, y, además, el artefacto contaba con una luz eléctrica o una especie de tinta en color fosforescente, ello permitía que se pudiera leer por la noche o en sitios oscuros.

Lamentablemente, aunque el proyecto era una idea completamente brillante, Ángela Ruiz solo llegó a construir su prototipo.

En muchas ocasiones no se está preparado para un aparato tan rompedor y revolucionario, según la época, mucho menos si viene de las ideas de una mujer.

No obstante, Ángela Ruiz continuó con los pagos de la patente hasta su fallecimiento en 1975 y, seguramente, confiaba en que algún día tendría una buena acogida, sobre todo entre su público, sus apreciados alumnos.

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