“Para cuidar a nuestros hijos necesitamos cuidarnos nosotros”. Esa es la idea clave que debe calar entre los progenitores tras las cuarentenas de aulas y centros escolares a consecuencia de positivos por COVID-19, según afirma en declaraciones a la Agencia Ical la médico psiquiatra y especialista en psiquiatría infantojuvenil en el centro Hermanas Hospitalarias de Palencia, Estela Flores.

Deja claro que los padres que se encuentren con dificultades a la hora de gestionar las cuarentenas con sus hijos “no deben sentirse como bichos raros, ya que es algo normal”. Y es que, las emociones que surjan, tanto positivas como negativas, “son valiosas”, al generarse ante una situación complicada, de la mano de “los mejores padres que sus hijos puedan tener”.

Flores explica que, con motivo del aumento de consultas en la Unidad de Salud Mental relacionadas con el adecuado manejo de los niños en el ámbito familiar, se han puesto manos a la obra y han elaborado una serie de pautas y consejos para abordar esta situación de la mejor forma posible y colaborar con el funcionamiento de los hogares.

En primer lugar, “es básico que los progenitores transmitan la información de manera clara y adaptada a los niños”, dado que hay pocos discursos aptos para ellos, lo que puede provocar que “malinterpreten algunas noticias y estén preocupados”. Los padres deben sentarse y explicarles, en función de su edad, lo que está ocurriendo.

Durante el tiempo que estén en casa, la especialista subraya que es importante mantener las rutinas con un horario establecido, desde las acciones más básicas como el desayuno o el aseo hasta realizar actividades grupales, organizar la casa o destinar un tiempo para el juego o el ocio. Aun así, destaca que “es necesarios ser flexible”, ya que, es más fácil a la hora de realizar acciones fuera de casa, pero en una situación de aislamiento la cosa cambia y la “paciencia de los pequeños puede agotarse”.

Juego libre



Flores puntualiza que hay que aprovechar la problemática para “pasar más tiempo en familia”. Tras la habitual vida caótica en la que se está pendiente del reloj, “es una buena oportunidad para reforzar el vínculo emocional entre los padres y sus hijos, además de vivir con algo más de tranquilidad”.

Recoge una papel importante “potenciar su autoestima y fomentar las actividades individuales y alternativa”, así como los juegos libres”. Es decir, aquel que “no está reglado y en el que el niño puede hacer lo que quiera”, dado que los chavales usan su tiempo para “repetir comportamientos y roles que observan en los adultos”, asevera.

Un tiempo en el que “observan, imitan y repiten para así poder asimilar su entorno e interiorizar sus vivencias”. A mayores, traslada que este espacio se puede hilar con el ejercicio físico, al aportarles beneficios a nivel cognitivo, emocional y anatómico.

No obstante, ante el escenario en el que un niño, menor de diez años, deba realizar cuarentena por un resultado positivo por PCR, la médico psiquiatra afirma que “llegaría a ser inhumano mantenerlo aislado en su habitación”. Al final, el afecto es una “necesidad básica como el comer o el respirar, ya que requieren percibir protección y afecto”, añade.

“Ya es bastante duro para los adultos, por lo que los niños no serían capaces de procesarlo. Proceder a la separación de sus padres es romper el vínculo del apoyo que tienen”. Por tanto, recalca, de nuevo, que “para cuidar a nuestros hijos necesitamos cuidarnos nosotros”.