Turrón de chocolate con avellana o almendra, turrón blando, de yema tostada o de Cádiz, figuritas de mazapán, polvorones o anguilas. Dulces, de calidad, artesanos y muy tentadores. Estos son algunos de los productos que las Dominicas de Palencia, pertenecientes al Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, pondrán a la venta en una nueva edición de ‘Dulzura en clausura’, que organiza la Diócesis en el Seminario Mayor Diocesano de la capital hasta este martes.
Se trata de un evento que ha comenzado desde que Manuel Herrero fue nombrado obispo de Palencia, quien se encargó de ponerlo en marcha, ya que se había llevado a cabo en otras diócesis, afirmó a la Agencia Ical la priora de la Comunidad de las Dominicas, Sor María de Jesús.
La idea era ayudar a las congregaciones y a las hermanas para vender sus dulces artesanos, más si cabe tras que el año pasado las restricciones y la pandemia imposibilitaran el acto, comenta.
También estarán presentes las Brígidas del Monasterio de la Inmaculada, de Paredes de Nava; las Clarisas del Real Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, de Calabazanos; las Carmelitas Descalzas del Convento de la Santísima Trinidad y las Clarisas del Real Monasterio de Santa Clara, ambas de Carrión de los Condes.
Sor María de Jesús detalla que han realizado una selección de los productos más típicos de la época navideña, ya que tienen muchos dulces diferentes durante todo el año.
En Navidad, el producto estrella es el turrón de chocolate, con envíos hasta el extranjero, mientras que las herraduras se convierten en su superventas durante el resto del año. Es decir, un pastel grande de hojaldre con azúcar, “algo muy original, ya que no es un hojaldre seco, sino humedecido”, apunta.
Calidad y artesanía
Los polvorones gustan tanto porque tienen una materia prima de calidad y “una proporción de almendra muy elevada”, quien deja claro a Ical que los polvorones que “hay por ahí no son polvorones, al final son mantecados de manteca. Los nuestros, que están realizados de una manera artesanal, tienen un gran porcentaje de frutos secos y carecen de colorantes, saborizantes y conservantes. Es todo natural, lo que aporta gran calidad”.
Subraya que, de las 16 hermanas totales, hay nueve que trabajan en el área de la repostería. No obstante, hay cinco de ellas que están en periodo de formación, por lo que tienen una jornada de trabajo más limitada. A mayores, cuentan con alguna empleada que ayudan en la tienda y la elaboración.
“Si esas personas no nos ayudaran aquí, no tendrían posibilidad de trabajar en otro sitio. Es una manera dignificar su vida y de proporcionar un medio de trabajo puesto que aquí lo hay”, reconoce la priora. En ese sentido, explica que la venta de los dulces se convierte en una fuente importante de sustento, pero también “un trabajo necesario debido a su voto de pobreza”.
Aun así, traslada que no emplean todo el día en el trabajo, ya que “tienen una vida contemplativa y deben tener un equilibrio”. Las tardes están libres para la oración, el estudio o el descanso, añade.
De esa forma, recalca que siempre han agradecido a Manuel Herrero estas jornadas. “Es una forma de dar visibilidad en la que son las hermanas las que ofrecen los productos, porque otras veces son seglares o amigos de las comunidades. Todo esto ofrece la posibilidad de poner cara a lo que hay dentro de cada monasterio, ya que en su interior hay mujeres consagradas a Dios”.