“Este año viene escasito y se notan los calores, porque algunas parcelas se han secado”, mientras que el pasado año fue bueno en el ámbito agrícola y la flor “se apreciaba muy gorda y se desparramaba”, afirma la gerente de la cooperativa, Amor Guzmán.
A nivel general, hay parcelas que han acusado mucho la sequía y la planta está muy seca, aunque hay otras en las que el suelo ha aguantado algo mejor. No obstante, la flor viene más pequeña que en otras temporadas, añade.
Los precios son “una locura” y varían mucho, quien recuerda que, en el año 2019 con datos prepandemia, se pagó el lavandín de peor calidad a 33 euros por kilo de aceite, mientras que este año ha bajado hasta los 13 euros, algo que no cubre los costes. Guzmán asegura que esperan que el precio por kilo suba hasta los 20 o 25 euros para poder sacar rentabilidad y tener un “cultivo apañado”.
Todo ello cuando la cooperativa tiene unas 400 hectáreas de cultivos de aromáticas en la zona de Tierra de Campos y el Cerrato palentino, pero solo se segará esta campaña unas 300 hectáreas, dado que algunas son nuevas y no se siegan y otros dueños han decidió no segar por los altos costes.
Y es que, detalla que la producción media de materia vegetal de lavandín se estipula en las 2500-3000 kilos por hectárea, que producen unos 70 kilos de aceite por hectárea.
Cosecha y destilado
La gerente explica que lo que se corta durante la cosecha son los tallos florales del año y se deja la planta a una altura determinada para que al año que viene siga brotando. “Lo que más nos interesan son las flores, porque tienen mayor esencia, aunque los tallos y la parte herbácea también tenga, pero en menor porcentaje”.
La planta se mantiene en la parcela, dado que la media de vida se estipula en los doce años, donde la producción varía según los años de la misma. Es decir, durante los primeros cuatro años, la planta es pequeña y aporta una producción más reducida, mientras que a partir de ese cuarto ciclo se habla de una planta óptima, comenta a la Agencia Ical.
Desde el noveno año, la producción comienza a decrecer hasta que los rendimientos no compensan respecto a los costes, momento en el que “se levanta y se recomienda el descanso de la tierra”.
En el campo hay unos contenedores destiladores, que son llenados con la materia vegetal que corta una cosechadora adaptada tras picarlos y triturarlo, los cuales son trasladados a la planta ubicada en Ampudia y son utilizados directamente para el proceso de destilación.
Subraya que cada propietario de la parcela está encargado de la colocación de la materia vegetal en el contenedor, cuestión primordial puesto que la destilación será mucho mejor con una distribución adecuada de la carga. “Al introducir vapor en el contendor no se escapa y no se presentan huecos en la materia vegetal y pasa de manera uniforme y se destila mejor, dando lugar al aceite esencial”.
Cultivo alternativo
Desde el origen de la cooperativa se buscaban alternativas a los cultivos tradicionales y que tuvieran unos rendimientos interesantes, además de ser compatibles con el terreno y el clima existente. Algo que se logró en las zonas de Tierra de Campos y del Cerrato palentino.
Aunque es un cultivo al que le afecta la sequía y reduce producción, responde mucho mejor que otros ante esos fenómenos, porque se trata de una planta muy rústica con mucho aguante, por lo que no se muere ni se pierde la cosecha.
En el caso de la lavanda se trata de una variedad específica para cultivo, aunque también se encuentra en las parcelas el lavandín, que se trata de un híbrido entre la lavanda y el espliego, el cual está adaptado y tiene mayor rendimiento, resistencia y forraje, lo que implica que la calidad sea menor que la de la lavanda.
De igual manera, dentro del lavandín, se encuentran diferentes variedades, donde algunos tienen la esencia superior, pero con menor producción (super); y otros que tienen mayor rendimiento, pero con esencia inferior (grosso).
Según cada clase, se destina para un uso u otro, ya que la lavanda se emplea en la alta perfumería, el super a la perfumería alcohólica y el grosso a la droguería y productos de higiene.
Por otro lado, Amor Guzmán solicitó apoyo a la Junta de Castilla y León y pidió que copie de la labor que realiza Castilla-La Mancha, que ofrece una ayuda directa a este cultivo, entre 200 y 300 euros por hectárea, que fomenta la biodiversidad.
De esa forma, les obliga a dejar un diez por ciento sin segar para favorecer la proliferación de abejas y otros insectos, parte que en el mes de septiembre se les permite cosechar, por lo que se obtiene también rentabilidad de la misma.
Puntualiza a Ical que todavía no se tiene un sector consolidado en la Comunidad, aunque en los últimos años se haya crecido bastante, con más de 1.000 hectáreas entre Palencia, Valladolid y Burgos.
El problema es que se ha crecido de “manera desorganizada”, ya que ha habido mucha gente que se pensaba que se trataba de “un chollo y puso cultivos sin hacer un buen planteamiento desde el inicio hasta la fase final de la cosecha y destilado”.