Mi jefe televisivo, Carlos Martín Santoyo (La 8 Palencia Cyltv y Diario Palentino), tiene la generosidad de invitarme cada sanantolín a visitar la bella capital del Carrión. Y uno se lo toma de forma relajante, porque estas visitas anuales, con mis amigos y compañeros palentinos, sirven de sedante tras dejar atrás Pedrajas y Cuéllar y enfilar la feria de Pucela -el 3 Medina del Campo- y acto seguido Tordesillas.
Un palizón hasta quedar uno atorado. Pero dos días de distensión en Palencia, el cuerpo y la mente se relajan; es como poner tus pensamientos, ideas y proyectos a descansar.
Como decía sobre La Traserilla, (un oasis de placer en la restauración palentina), sus gentes, con un servicio muy, pero que muy esmerado, volvieron a deleitarnos con sus picoteos, que es la otra forma de comer bien sin hartazgo. Eso sí, acompañado siempre de un verdejo bien frío o un Ribera crianza. Me echaron la bronca por la mezcla con gaseosa, pero ya muero así, jejeje.
Vamos con la “comanda”
Fueron siete las degustaciones que habían preparado: el primero de los abundantes platos fue una ensaladilla rusa con gambas, decorada con originalidad. De inmediato aparecieron unas croquetas de jamón ibérico sobre cama de patatas paja. A continuación, nos llegó una ensalada de cecina aliñada; sin respiro, apareció Luisme con un bol humeante repartiendo a cada comensal -éramos 10- una cucharada muy amplia de risoto de boletus que a mí me llevó al delirio del sabor, (van cuatro).
No podía faltar el revuelto de morcilla palentina -la textura de una finura extrema-. El sexto plato consistió en unos bocaditos de bacalao con tomate y verduritas. Y el séptimo y último fue un entrecot al punto, divido en tres fuentes para los once comensales. Un surtido de postres caseros fue el remate de un almuerzo degustación donde no sobró absolutamente nada; los platos fueron barridos con briznas de pan.
Exquisito, deleitoso y “frugal” almuerzo el que nos ofreció nuestro amigo Santoyo. Hasta dos veces fue a saludarnos a la coqueta sala Miguel Sánchez, (el jefe) segunda generación de La Traserilla que ahora lleva Luisme Sánchez.
Tras el almuerzo nos trasladamos al coso, pero antes nos tomamos una copichuela en la terraza de “La Cordobesa” y luego al festejo los diez susodichos: Pablo Alonso (director de la plaza de toros de Valladolid), su amigo Álvaro Arenales, Natalia Calvo (nuestra colaboradora gráfica de El Español-Noticias de CyL), Santoyo y su equipo taurino: Manolo Illana, Jorge Cancho, su hijo Hugo (que lleva en vena el periodismo como sus padres), Héctor Pérez, Dioni Calvo (un tipo eficaz y diligente, amigo de toda la vida de Santoyo) y un servidor. Y con nuestro pañuelo sanantolinero al coso.
Y a los toros
No voy a extenderme demasiado porque, entre otras cosas, el festejo no dio para mucho por culpa de la sosería de los adolfos, y tampoco era lo mío en la tarde de ayer. Destacar sobremanera a Antonio Ferreras por el espectáculo que ofreció a la casi media plaza que acudió a la primera de feria. Ferrera estuvo cumbre, además de teatralizar el toreo, valga la expresión.
Sorteó un toro pastueño -rara avis en las camadas de Adolfo Martín, sobrino del legendario Victorino-. Más que pastueño, diría que de una nobleza franciscana; más aún: de ensueño para hacer el toreo despacio como buscan los toreros. El pacense cortó dos orejas a este bonancible toro y otro apéndice al que abrió plaza. Otro trofeo cortó Luque que con la espada no anduvo muy acertado. Y Ureña, que ni fue su tarde ni tuvo buena suerte en el sorteo.
Lo cierto es que toda la emoción que esperábamos de los adolfos la puso Antonio Ferrera a un toro bueno, pero precisamente sin emoción. Por el tendido saludamos a unos amigos iscarienses seguidores impenitentes de Ureña (Félix y Darío Domínguez, Manolo Perucho, etc.).
Que nos quiten lo “bailao” después del homenaje en La Traserilla. Hoy volvemos a Palencia y tendré de nuevo mi mente en blanco y totalmente relajada.
¡Viva el toreo…y la gastronomía!