Su origen viene de una época de hambruna y peste, cuando el Ayuntamiento de Villamuriel de Cerrato y la parroquia repartían enseres a los cabezas de familia y a las viudas. Hoy es un broche de oro para el final de fiesta que se ha convertido en todo un símbolo de "unión, armonía y vecindad", tal y como asegura en declaraciones a este medio el alcalde del municipio palentino, Roberto Martín. El tradicional reparto de pan, queso y vino ha tenido lugar en la tarde de este miércoles en la localidad, donde han participado miles de vecinos y visitantes.
Un total de 2.500 raciones de queso, pan y vino han puesto el sabor a Villamuriel de Cerrato en un acto que ha contado con una importante representación institucional. Y es que los encargados de repartir los enseres a vecinos y amigos han sido el consejero de Economía y Hacienda y portavoz de la Junta de Castilla y León, Carlos Fernández Carriedo, la presidenta de la Diputación de Palencia, Ángeles Armisén, el subdelegado del Gobierno, Ángel Domingo, y el delegado territorial del Ejecutivo autonómico, José Antonio Rubio, además de diputados provinciales y concejales del consistorio local.
Han sido miles de personas las que se han acercado hasta la plaza del Ayuntamiento para disfrutar de este final de fiestas tan típico de Villamuriel de Cerrato. La tarde, además de tener todo el sabor, también ha tenido ritmo, mucho ritmo. El primer pase ha corrido a cargo del Grupo de Danzas del pueblo, mientras que les han seguido la charanga de Mahou Cinco Estrellas, un momento muy esperado por todos.
Tras recoger su correspondientes raciones de pan, queso y vino, los vecinos ponían rumbo a la era para disfrutar de sus más allegados y amigos de peñas en improvisados pícnics con sus sillas y sus mesas.
Han sido unas fiestas de la Virgen y San Roque con "mucha participación, muy multitudinarias y con muchas actividades", en las que además ha "salido todo bien, que es lo importante", ha celebrado el primer edil. Asimismo, Martín no ha querido olvidarse de las peñas y las asociaciones, ya que "gracias a ellas funcionan estas fiestas".
La alegría de niños y mayores era patente en la plaza del Ayuntamiento, una enorme cola esperaba ansiosa minutos antes de que el reloj marcase las 18:00 horas. Como anécdota, hubo alguno que suplicaba antes de la hora marcada por un poco de vino, a lo que el alcalde pedía, impasible, paciencia a sus vecinos.
En el momento que se daba el pistoletazo de salida al reparto, los encargados de repartir las raciones no pararon en más de hora y media, dejando una buena muestra de la multitud que mueve este broche de oro.
El municipio palentino pone así punto final a unas fiestas de ensueño disfrutando de este simple, pero mágico manjar de la gastronomía castellana. Pan, queso y vino para un final de fiesta con sabor a Villamuriel de Cerrato.