La lucha contra el cáncer empieza desde el momento en el que el paciente detecta algún síntoma que pueda hacer sospechar. Es ahí, donde el médico de Atención Primaria juega un papel fundamental. Él es el encargado de escuchar cualquier señal de alarma y activar todo un protocolo entorno al paciente para confirmar o, en el mejor de los casos, descartar la enfermedad. “El médico de familia es el primero en darse cuenta de que algo está pasando y está en continuo y diario contacto con el paciente”, explicó Mariluz Hermoso, médico de Atención Primaria. Ella fue una de las ponentes del IV Congreso autonómico para pacientes con cáncer y familiares que se ha celebrado los días 22 y 23 de septiembre en Palencia.
Hermoso destacó que, muchas veces, son los propios pacientes los que se acercan a su consulta en busca de respuestas “porque notan que algo raro les está pasando”. El médico de atención primaria es el encargado de tranquilizarlos y derivarlos al especialista. “Desgraciadamente la gente no acude al médico todo lo que debería y es normal que tenga miedo pero es la única manera de detectar la enfermedad a tiempo para poder curarla”, señaló.
También estos profesionales son la puerta de entrada a todos los cribados que realiza la Administración como, por ejemplo, la prueba de sangre oculta en heces, las citologías o las mamografías. Son pruebas muy sencillas que permiten una detección precoz. Pese a todo, tan solo un 30 por ciento de las personas que reciben la carta de aviso recordándoles que forman parte de un grupo de riesgo, acuden a realizarse el cribado. Hermoso lamenta que las cifras de respuesta no hayan mejorado respecto al año pasado. “El índice de concienciación, especialmente entre los hombres, es todavía muy bajo. Las mujeres sí suelen acudir. Tienen una mayor tendencia a cuidar de su cuerpo”.
Una vez detectada la enfermedad, el médico de atención primaria pasa a convertirse en uno de los principales apoyos del enfermo a nivel psicológico. “El cáncer es un camino largo y penoso. Una lucha en la que hay que librar numerosas batallas antes de conseguir ganar la guerra. Hay muchas que se ganan pero hay otras muchas que se pierden y es ahí cuando el médico debe estar al lado del paciente para recordarle que hay que seguir adelante y no rendirse”.
Su figura es clave también para ayudar a los enfermos a sobrellevar lo mejor posible los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos tales como náuseas, dolores de cabeza o mareos.
Incluso cuando la enfermedad alcanza una fase terminal, el médico de atención primaria sigue al lado del enfermo en esos últimos momentos a través de la unidad de paliativos. “Ellos lo cuidan en su propio domicilio y para los pacientes es muy importante que les acompañemos. Ayuda mucho ver a tu médico de siempre cuando sabes que el final está cerca” explica Hermoso al tiempo que insiste en que se convierten también en un apoyo para los propios familiares. “El entorno trata de ser fuerte a ojos del enfermo y nos necesitan como vía de desahogo. Es también una forma de canalizar el dolor”.
La fortaleza mental ayuda a ser optimista y afrontar una situación para la que nadie está preparado y por eso, desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ofrecen terapias y apoyo psicológico en todas las fases de la enfermedad pero su ayuda va más allá. La asociación costea los gastos de una familia que se tiene que trasladar para que el enfermo reciba el tratamiento oncológico en otra ciudad además de gestionar un sistema de préstamos de bastones, sillas de ruedas o camas articuladas entre otras cosas.
Además de ofrecer una asistencia integral, la AECC tiene un objetivo muy claro: Conseguir una supervivencia superior al 70% en 2030 y, para ello, es necesario fomentar la investigación. “Es una inversión en salud y calidad de vida” destacó Patricia Nieto, directora de Proyectos en la Fundación científica de la AECC y ponente también de este Congreso regional. Ella cree que se han dado pasos importantes en los últimos años pero que todavía “queda mucho por hacer”. Su prioridad es que la investigación se centre en aquellos cánceres menos extendidos pero que son igual de letales ya que, en muchos de ellos, no se ha conseguido mejorar la tasa de supervivencia.
“El cáncer de mama es el gran conocido y sufrido por la mayoría de la población pero tiene un altísimo índice de curación. En el otro lado de la moneda están tumores como el de hígado, pulmón o páncreas que todavía hoy, tienen una supervivencia menor al 30 por ciento y hay que ir a por ellos” insiste Nieto que considera necesario investigar cada tipo de cáncer por separado y “todo lo que sea necesario” para ayudar a quien lo sufre y para ello, la AECC destinará diez millones de euros. Su aportación crece año tras año y es gracias, en parte, a los donativos. “Cada vez que sacamos una hucha y la gente echa una moneda puede parecer poca cosa pero hace mucho”.
La investigación ha permitido también mejorar los tratamientos para que cada vez sean menos invasivos y más personalizados con dosis ajustadas a cada paciente ofreciéndoles una terapia combinada con fármacos alternativos para poder tener un “plan B” en caso de que el cuerpo los rechace o genere barreras defensivas que los neutralice. Es la única manera también de que los enfermos españoles tengan la oportunidad de acceder a los ensayos clínicos que se realizan a nivel internacional consiguiendo el suministro de novedosos fármacos que pueden contribuir a mejorar su supervivencia.
Ambas profesionales coinciden en reconocer que, pese a todo, en las últimas décadas ha mejorado mucho la concienciación y la ayuda que reciben los enfermos de cáncer por parte de la sociedad ya que se trata de una enfermedad generalizada que tarde o temprano golpea a todo el mundo bien sea a través de uno mismo o de sus seres queridos. “Desgraciadamente, todos sabemos lo que se sufre y todos lo hemos tenido más o menos cerca. Eso refuerza la unidad y lo convierte en una lucha conjunta contra la enfermedad”.