Hacer la compra, idear el menú, poner la mesa y pasar horas y horas ante los fogones. Nadie duda de que las cenas y comidas de Navidad acarrean un gran trabajo y cada vez son menos los que se ofrecen para ejercer de anfitriones. Las modas cambian y son muchas las familias que optan por ir “a plato puesto”. De hecho, a estas alturas, es ya casi imposible encontrar una mesa libre.
“Hace unos años, este tipo de encuentros familiares se celebraban normalmente en casa porque las madres o abuelas se encargaban de todo pero eso ahora ha cambiado”, explica el director del Hotel Castilla Vieja de Palencia, Eduardo Relea. Se trata, a su juicio, de una tendencia positiva porque “es la mejor manera de que todos disfruten”. “Todos sabemos que si optas por hacerlo en casa, siempre hay alguien que no va a poder celebrarlo igual que el resto”.
No todos recurren a esta opción por comodidad. Muchos lo ven como la solución perfecta para huir de los recuerdos y del sentimiento de nostalgia tan propio de estas fechas. Es el caso, por ejemplo, de Ester, una palentina de 60 años que desde hace cuatro años opta por comer y cenar fuera los días señalados de las fiestas navideñas. “Desde que falta mi madre me da mucha tristeza celebrar esos días en casa, todo me recuerda demasiado a ella”, admite. A esto se une el tener que llevar el peso de la celebración. “La verdad es que mi madre se encargaba prácticamente de todo pero una vez que falta la abuela, y con las agendas laborales de mis hijos, me quedo sin ayudantes en la compra y en la cocina. Es más práctico ir a un lugar donde sabes que solo te tienes que sentar y disfrutar”, reconoce.
Apostar por comer y cenar fuera en Navidades la ha ayudado “a disfrutar más de los eventos”. “Descubrir que se puede salir de la cocina en Nochebuena o Nochevieja me sirve para afrontar las Navidades de una forma más relajada”, confiesa mientras esboza una ligera sonrisa . De hecho, cree que es una manera también de crear “una familia más grande”. “Prácticamente siempre comemos y cenamos con las mismas personas en el hotel así que eso nos ha hecho crear unos vínculos más amplios y acabamos brindando y charlando con las otras mesas”, relata.
Y como ella, muchos. De hecho, este aumento de demanda se ha notado especialmente el día de Navidad. “Para comer el día 25 lo tenemos todo completo desde hace semanas. De hecho, muchas familias lo han convertido en una tradición y lo dejan ya reservado desde el año anterior”, explica Relea.
El día de Año Nuevo ocurre algo similar y así lo han constatado también desde el Hotel Rey Sancho de la capital palentina donde, tal y como explica su director, Raúl Pastor, las reservas son para grupos o familias muy numerosas. “Normalmente no son mesas ni de cinco ni seis personas, sino que llegan a superar los 30 comensales. Se juntan aquí porque no caben todos en una casa y es una opción más cómoda”. Pero no todas las reservas hechas hasta ahora en Palencia son tan multitudinarias, también hay muchas parejas que deciden salir a celebrar la Nochebuena a un restaurante o incluso personas que están solas y no quieren quedarse en casa.
En lo que todos -o casi todos- coinciden, es en pedir un menú especial para esa cena o comida. “En nuestro caso ofrecemos un menú con varias opciones de primer y segundo plato con una amplia gama de carnes y pescados para dar en el gusto a todo el mundo. Es nuestra manera de garantizar un buen servicio y un producto de calidad porque son días de muchísimas elaboraciones y sería imposible ofertar al cliente una carta abierta”, aseguran desde el hotel Castilla Vieja.
También en el caso del Rey Sancho es un menú cerrado. “En días de tanta afluencia necesitamos tener una estimación y de esta forma está todo más controlado”. A eso hay que añadir, recuerda Pastor, que a la cena de fin de año le sigue un baile o un cotillón que puede alargarse hasta altas horas de la madrugada. “Es un día de mucha demanda. En nuestro caso no damos cenas de Nochebuena porque el personal descansa y solo se atiende a los huéspedes del hotel, pero para Nochevieja las reservas se disparan”.
También tienen llenos los libros de encargos los establecimientos de comida preparada. Lo sabe bien Álvaro Isla como responsable de uno de ellos, ubicado en pleno corazón de la capital palentina. En los dos años de vida de ‘La Casuca’, ha notado como cada vez son más los palentinos que cambian los fogones por platos ya elaborados. “Estos últimos días se han pasado por aquí, lo dejaron encargado y ahora es solo recoger y listo”, explica Isla tras el mostrador. En su caso, la clientela se mantiene fiel a los clásicos siendo lo más solicitado el lechazo, las sopas de ajo o el besugo. “Hay productos que no pueden faltar en el menú”.
Tampoco en la carta de cualquier restaurante. Hace días que los establecimientos han colgado el cartel de completo y así se lo han comunicado a los muchos clientes que han tratado de hacer una reserva de última hora. “Han seguido llamando hasta el último momento, pero es imposible hacerles hueco. Lo tenemos todo lleno”, reconoce Víctor Maestro, jefe de cocina de ‘La parrilla de Don Jamón’, un establecimiento situado en la plaza Mayor de Palencia. “Preparamos tres menús especiales para estas fechas y con eso trabajamos todas las Navidades aunque los chuletones, las brochetas de lechazo o el rape son los platos estrella. Ya contamos con ello”, añade.
En lo que también todos están de acuerdo es en el hecho de que este cambio de tendencia está afectando también al 6 de enero, una fecha que hasta ahora se quedaba fuera de la ecuación. “Antiguamente el día de Reyes tenía algo menos de movimiento pero está cogiendo mucha fuerza y cada vez es más difícil encontrar una mesa disponible. Es un día muy familiar”, sentencia.