Se ha cumplido una semana desde que 90 inmigrantes subsaharianos llegaron al centro de los Barnabitas en Palencia, gestionado por la orden de San Juan de Dios. Son personas nacidas en Mali o Senegal que ahora tienen un nuevo hogar. Llevan pocos días en la ciudad, pero ya han adquirido una rutina. En el centro tienen cubiertas todas las necesidades vitales, pero también reciben clases de español como primer paso para lograr su integración social y laboral. Cada uno de ellos tiene una historia detrás. A Mamadou por ejemplo, le fascina escribir relatos y aunque todavía no domina el español, ya ha sido capaz de reflejar en un papel algunos de sus pensamientos e incluso, se atreve a leerlos en voz alta: “Hace tiempo que me gustaría viajar a la playa y me gustaría que fuéramos juntos. Sería genial tener unas vacaciones relajantes en la playa. Estaba pensando en ir a mediados de abril y estoy emocionado por el viaje”, pronunció orgulloso en un balbuceante castellano.
Sin embargo, acudir al curso de español es tan solo una pequeña parte de su recién estrenado día a día. Desde este centro se les ayuda también a tramitar su documentación gracias al trabajo, entre otras, de Dary Cárdenas, una auxiliar administrativa que empatiza de primera mano con ellos ya que hace un año llegó a España desde Colombia, su país natal. También fue acogida por la Orden San Juan de Dios y a día de hoy trabaja mano a mano con ellos. “A mí me cambiaron la vida. Conseguí el permiso de trabajo y me formaron para poder ejercer”, explicó Dary en declaraciones a la Agencia Ical. Ahora, y en función de su experiencia, quiere ayudar a quienes están pasando por su misma situación. “Es muy satisfactorio porque yo sé bien lo que es estar en el otro lado de la historia y conozco perfectamente los momentos críticos por los que pasa un inmigrante. Son meses de miedo e incertidumbre y les tranquiliza escuchar un testimonio con final feliz. Yo les explico que les vamos a ayudar a encontrar un empleo, pero que hay que ir poco a poco”, relató.
Todo forma parte de un sistema de atención que se forjó rápidamente para que desde el primer momento se sintieran como en casa y el centro de los Barnabitas se ha reconvertido en un hogar de integración y compañía con la esperanza de que sea un trampolín para una vida mejor. “Ha sido complicado porque ha habido que actuar con rapidez ante la situación extrema que se está viviendo en Canarias. Hemos encontrado alguna pequeña dificultad porque al ser verano, mucha gente estaba fuera y no ha sido fácil encontrar trabajadores. Lo primero fue localizar el alojamiento y a partir de ahí, nos pusimos manos a la obra con tareas de logística y organización”, explicó el gerente de San Juan de Dios en Palencia, Mariano Cortés Alonso-Villalobos. “En cuanto recibimos la comunicación del Ministerio nos pusimos a trabajar. Ha sido mucho trabajo pero muy gratificante”.
De momento, y pese al poco tiempo transcurrido desde su llegada, los 90 inmigrantes ya disponen de tarjeta sanitaria y se está tramitando su empadronamiento en la ciudad. “Ya teníamos experiencia en este tipo de situaciones y eso nos ha servido para actuar con rapidez”. Cortés Alonso-Villalobos confirma además, que la orden tiene prevista la contratación de casi una treintena de trabajadores para poder ayudar en la atención de estos refugiados. “En un principio pensábamos que necesitaríamos unos 23 empleados pero nos hemos dado cuenta de que serán algunos más. Muchos de ellos ya se han incorporado a su puesto de trabajo y los demás lo irán haciendo de manera progresiva en los próximos días”.
Cortés Alonso-Villalobos reconoce que la llegada de los 90 subsaharianos fue impactante. “Teníamos preparados traductores de francés, wólof o mandenká que son los idiomas que ellos hablan para que les resultara más sencillo”. Además, en esas primeras horas estuvieron acompañados de varios compatriotas que ya pasaron por su misma situación hace unos meses con el objetivo de ayudarles en el proceso de adaptación a su nuevo hogar. “Ese fue el día de más ajetreo pero ahora ya estamos todos más asentados”.
“Se levantan muy temprano, recogen su habitación y rezan porque la mayoría de ellos son de religión musulmana. A continuación, desayunan y a las 9.30 horas empiezan las clases de español. Esa es ahora mismo nuestra prioridad porque para convivir necesitamos entendernos”, señaló. Una vez terminan las clases, llega la hora de la comida y a continuación, disponen de algo de tiempo libre. Ya por la tarde participan en actividades culturales, deportivas o de ocio. “A las 21.30 horas se sientan a la mesa para cenar. En ese momento aprovechamos para hacer un pequeño recuento ya que desde el centro tenemos la obligación de informar al Ministerio de la ausencia de cualquier tipo de incidente. Tenemos que confirmar que los 90 que llegaron hace una semana siguen aquí. Una vez ha transcurrido el día con normalidad, a las 00.00 horas se apagan las luces y a dormir”, relató Cortés Alonso-Villalobos.
Otro de los objetivos de la orden es introducirles en la cultura y las tradiciones españolas. “Queremos que conozcan Palencia y que puedan ubicarse en el mapa porque muchos no sabían ni dónde estaban. Incluso preguntaban por la playa aunque ya les explicamos que de eso aquí no hay”, bromeó el gerente de San Juan Dios que insiste eso sí, en que la presencia de este grupo de inmigrantes requiere de “cierta disciplina”. “Entendemos que han venido a aprender y eso implica normas y esfuerzo. Han venido para ser ayudados y tienen que dejarse ayudar”.
“Nuestra experiencia nos dice que sí es posible que salgan de aquí con un contrato de trabajo y en eso vamos a centrar todos nuestros esfuerzos”. De hecho, Cortés Alonso-Villalobos reconoce que el centro ya ha recibido varias llamadas de empresarios palentinos ofreciendo a estos jóvenes un puesto de trabajo. Sin embargo, la ley establece que ninguno de ellos puede trabajar hasta pasados los seis meses desde su llegada. “Lo que sí podemos anunciar es que algunos de ellos podrán empezar a trabajar en los meses de octubre o noviembre porque antes de venir a Palencia ya llevaban algún tiempo en Canarias y por lo tanto, ya han cumplido con el plazo establecido”.
Para aumentar las posibilidades de encontrarles un empleo, San Juan de Dios cuenta con integradoras laborales que realizarán una prospección de mercado para detectar posibles oportunidades. “Nuestra idea es formarles de manera específica en aquello que precisen los empresarios de Palencia para que les resulte más sencillo quedarse. Nuestro propósito es ayudar pero integrar. No hay que olvidar que todos estos hombres están aquí escapando de unas condiciones de vida muy precarias. Hay que tener muy presente que se han jugado la vida por tener una oportunidad y muchos de ellos se han quedado por el camino”, remarcó el gerente. “Lo han dejado todo atrás y otra de nuestras obligaciones es tener una red de conexión a Internet para que, en todo momento, puedan mantener el contacto con su familia. No queremos que pierdan sus raíces ni que se desvinculen de su tierra natal”, concluyó.
Cabe destacar que su acogida se enmarca dentro de un contrato de colaboración entre la orden hospitalaria y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones por un importe cercano al millón de euros para la atención a inmigrantes y refugiados. Esta residencia ya alojó a los refugiados que escaparon de la guerra de Ucrania hace dos años. Son unas instalaciones habilitadas “a modo de emergencia” y como consecuencia de la sobresaturación de los centros que habitualmente se dedican a este fin. De momento, este grupo de malienses y senegaleses se quedarán a vivir aquí hasta el mes de diciembre.