No tiene, ni mucho menos, nada que envidiar a las grandes urbes del Imperio romano. Surge así, imponente, Aguilar de Campoo, gracias a los restos que han aparecido, de forma reciente, en el yacimiento de Huerta Varona.

Un lugar muy cercano a la localidad galletera del norte de la provincia palentina, que desde hace unos cuantos años se encuentra investigando el equipo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac), que lidera Jesús Francisco Torres.

Un equipo que centró, este año, gran parte de sus esfuerzos en la zona de la piscina, deparando hallazgos que resultan sorprendentes para el grupo de investigadores, que se dieron de bruces con una estructura de los inicios del Alto Imperio (en torno al siglo I después de Cristo).

Es decir, 300 años más antigua que la Villa Romana La Olmeda de Pedrosa de la Vega (siglo IV).

 “La piscina apareció hace ya unos años. La sorpresa nos la hemos encontrado este año cuando estábamos haciendo la excavación del sistema de alimentación de agua y de desagüe y hemos descubierto que la piscina no estaba en el aire sino que estaba muy bien construida con un zócalo de hormigón hidrófugo, especialmente encofrado y muy bien conservado”, explica el doctor Torres aún asombrado por el hallazgo, apunta ICAL.

Pero lo más curioso es que junto a ese descubrimiento, el equipo de investigación ha descubierto que el sistema de canalizaciones que tiene alrededor no es solo un sistema de desagüe, sino que reproduce un arroyo artificial que servía para hacer sonido de agua corriendo dentro del edificio de la terma, un espacio abierto donde había una zona de recreo.

Un hallazgo que hace pensar que los destinatarios eran romanos pertenecientes a altos estratos de la sociedad de aquel momento. 

“Tenemos paralelos de esto en algunas ciudades importantes como Roma o en algunas propiedades de gente muy importante en Pompeya y tenemos indicios en otras ciudades del Imperio Romano”, explica el profesor.

“Existen lugares similares en el Limes Britano y en algunos lugares de Francia, pero es tan escaso el número de estas poblaciones que es importante apostar por ese conocimiento científico y por ese recurso patrimonial”, reconoce Torres.

Después de 2.000 años, la estructura está perfectamente conservada, lo que supone que pueda reconstruirse a la perfección, de hecho, el sistema de desagües sigue funcionando. “Está como se suele decir coloquialmente para entrar a vivir”, bromea el profesor, que alude al milagro de que haya llegado así hasta nuestros días.En Pompeya todo estaba tapado por la lava y aquí se utilizó como huerta y campo durante muchos años”. 

Asimismo, la piscina mantiene toda su estructura constructiva, con una cimentación de hormigón hidrófugo (impermeable), al igual que las paredes de la terma y el sistema de calefacción.

“Ese tipo de hormigón se hacía mezclando cal con arena y fragmentos de material de ladrillos. Había tres formas de hacerlo: con ladrillo pulverizado, ladrillo muy machacado, o mezclándolo todo a la vez para conseguir un hormigón para conseguir unas cualidades excepcionales. Es impermeable”, explica Torres.

“Este tipo de hormigones los manejaban especialistas en construcción dentro del mundo romano, no los manejaba cualquiera. La cantidad de hormigón hidrófugo que se ha empleado en la piscina, en la zona de hipocausto y en los desagües implica una inversión enorme, superior a lo que podría esperarse de unas termas pequeñas de un pueblo”, asegura.

“Había un proyecto potente, había dinero que se invirtió en materiales de primera calidad. Puede que falten los mármoles que la gente espera encontrar en este tipo de establecimientos, pero insisto, este es un establecimiento rural. Se han gastado el dinero para construir cosas que duren mucho y funcionen bien y la prueba está aquí dos mil años después”.

Un hallazgo que seguirá investigándose durante los próximos años y que hará de Palencia una provincia mucho más grande en cuanto a las investigaciones del antiguo Imperio Romano.

 

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