S ancianos plaza mayor

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Salamanca

¿Por qué jubilados caminan en la Plaza Mayor contrarios al reloj?

23 diciembre, 2017 10:16

Navidad, tiempo de pasear, una de las aficiones preferidas entre los salmantinos. Y si hay un lugar por excelencia al que llegar, sobre todo ahora por su enorme adorno navideño, es la Plaza Mayor. Una vez allí, son múltiples las personas que se dedican a caminar dando vueltas, sobre todo grupos de jubilados a cualquier hora del día. Pero, ¿por qué lo hacen?

Preguntamos a varios de sus protagonistas pero ninguno supo ofrecer una respuesta convincente. La tradición, algo de cuando circulaban coches por la Plaza Mayor o cosas de mayores fueron las principales explicaciones. Porque “ahora cada uno va por su lado, y sobre todo buscando el sol, que ahora en invierno a la sombra se aguanta poco tiempo”.

La explicación tiene su origen en asuntos amorosos. Cuando la Plaza Mayor era un parque, las mujeres paseaban en el sentido de las manecillas del reloj, mientras que los hombres lo hacían al contrario. ¿Por qué? Para poder intercambiar la mirada con la moza por la que suspirase cada uno de los pretendientes. Porque antaño no había Facebook ni WhatsApp para quedar, tampoco teléfono para establecer una cita. Una singular mirada podía ser el inicio de una conversación y, quién sabe, si el comienzo de algo más que una amistad.

La escritora Carmen Martín Gaite lo recoge en uno de sus textos: “Como quiera que el ritmo del paso fuera más o menos el mismo en ellos y en ellas, generalmente lento, ya se sabía que por cada vuelta completa a la Plaza se iba a tener ocasión de ver dos veces a la persona con quien interesaba intercambiar la mirada, y hasta se podía calcular con cierta exactitud en qué punto se produciría el fugaz encuentro. Me toca por el Ayuntamiento, se iban diciendo para sí el paseante o la paseante ilusionados, y luego por el café Novelty. Con lo cual daba tiempo a preparar la mirada o la sonrisa de adiós, cuando se trataba ya de un conocido. Los chicos que se acercaban a un grupo de amigas para acompañar a alguna de ellas, lo hacían cambiando de dirección e incorporándose al sentido de las manecillas del reloj, nunca sacándolas a ellas de su rumbo para meterlas al contrario”.