Plaza de San Boal, protectora contra la peste
En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca.
Tras abordar todas las zonas más allá del casco histórico, sólo falta el corazón de Salamanca, el entorno de su Plaza Mayor, pero son tantos los cambios que se han producido en algunas zonas que hasta final de año vamos a repasarlas de forma más exhaustiva. Hoy es el turno para la plaza de San Boal, denominada así por la iglesia que allí fue construida en el siglo XII y reedificada en el siglo XV.
Se trata por tanto de un espacio que existe en Salamanca desde la Edad Media, cuando la ocuparon principalmente repobladores castellanos bajo el nombre de Sanct Bonal, como así se menciona en el Fuero de la capital charra. Era el lugar preferido para rogar la llegada de la lluvia al final de la primavera, pero también para proteger de la peste.
Así permaneció este lugar durante siglos hasta que la iglesia se transformó en un panteón de la familia de Rodas Viejas, reedificando el templo. La plaza pasó entonces de ser un lugar de fervor popular a un espacio palaciego, donde se instalaron familias de alta alcurnia de la sociedad salmantina, y sus descendientes, como los marqueses de Cerralbo y del Almarza.
Al llegar el siglo XIX, la nobleza fue perdiendo poder, e interés por estos inmuebles. Por ejemplo, surge la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, o lo que hoy día es el Centro Cultural Hispano Japonés. Edificios aderezados con nuevas construcciones en el siglo XX al hilo del auge urbanístico para levantar grandes edificios de viviendas, que vuelve a conferir a la plaza de San Boal un aspecto residencial.