¡Buenos días, cerdo!, saludan los habitantes de manera amistosa al animal cuando se les cruza por las callejuelas de la ciudad medieval.
Una tradición curiosa que se celebra desde la Edad Media, cuando la región debía demostrar ser cristiana -y no musulmana- ante la Inquisición. Aunque se perdió durante un tiempo, Fermín la retomó hace décadas. Se trata de la fiesta del Marrano de San Antón.
Todo comienza el 13 de junio, día de San Antonio de Padua. La Alberca lo celebra soltando por sus calles un estupendo cerdo ibérico que Embutidos Fermín dona desde hace muchos años. El animal, llamado siempre Antón, es antes bendecido por el párroco mientras permanece amarrado a la estatua de piedra erigida en honor de este cerdo, detrás de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, ante los vecinos, turistas y demás curiosos y por supuesto, el padrino de ceremonia.
Ya suelto, Antón lleva una vida libre y plácida campando a sus anchas por La Alberca. Los vecinos lo alimentan y cuidan, incluso lo resguardan en las cuadras por la noche. Su peso ronda los veinte kilogramos cuando es soltado, pero alcanza los ciento cincuenta después de siete meses. Se cría dócil y suele acercarse a la gente- sobre todo si tienes algún manjar para ofrecerle-. Los turistas se sorprenden al cruzarse con un auténtico cerdo ibérico suelto por las calles.
Aunque San Antón Abad es el 17 de enero, la rifa es el sábado más próximo. Este año es este día 19 de enero. La fiesta comienza con una misa, pero también hay música, baile y degustación de elaborados ibéricos. Durante todo el año se venden papeletas para la rifa de Antón. El dinero recaudado se destina a alguna asociación, este año es para la Asociación Salmantina de Lupus.
El origen de esta acción solidaria viene de que, en sus inicios, todo el pueblo se encargaba de criar al cerdo que más tarde se donaba a aquella familia más pobre o que había pasado por alguna tragedia o dificultad ese año. A día de hoy, quien gana a Antón puede quedárselo o llevarse el equivalente en productos ya listos.