Internet es actualmente la primera fuente de información para muchos salmantinos. Por ello es importante mantener la responsabilidad y no dar credibilidad a ciertas publicaciones que pueden llegar a alarmar a la sociedad, especialmente a través de las redes sociales, muy dadas a eso que se ha llamado 'fake news'. 

El ejemplo más claro se encuentra en el Coronavirus, que se encuentra todos los días en televisiones, radios y periódicos y que se ha convertido en una alerta mundial que va más allá, incluso, de la sanitaria emitida por la OMS. 

"La sensación de temor es una de las emociones que nos lleva a tomar más decisiones, como reacción casi por necesidad antropológica. Ante una noticia que nos genera miedo, es más fácil que se tome la decisión de compartir. A menudo, por buena intención nos convertimos en difusores de desinformación", alerta Alexandre López-Borrull, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación. 

De hecho, la revista Science demostraba en un estudio que las 'fake news' se propagan más rápido, de forma más profunda y más ampliamente que la verdad. "El miedo constituye un caldo de cultivo inmejorable a la hora de captar nuestra atención, incluso en contextos de saturación informativa". Así, este estudio afirma que, si las noticias falsas se aprovechan de emociones como el miedo, el asco o la sorpresa, tienen más probabilidades de ser compartidas. 

En el caso del Coronavirus alertan de que esta desinformación puede resultar a ser muy peligrosa al afectar en la salud y bienestar de las personas. En estos ámbitos, según otro estudio publicado en Elsevier en 2018, de las distintas noticias sanitarias escritas, el 40% contenían errores o eran falsas y se compartieron casi medio millón de veces en cinco años. 

De esta manera, en España ya se han tenido que desmentir más de 25 bulos sobre casos, medicamentos o historias relacionadas con el Coronavirus que, como han denunciado los colectivos chinos, están provocando un racismo virtual y ficticio. 

No en vano, del 24 al 27 de enero se dieron más de 13.000 entradas en diferentes redes con desinformaciones sobre la enfermedad. Muchos de estos contenidos falsos se mueven en grupos privados, con lo que el control es más complicado por lo que el papel de la ciencia y los científicos deben tener también un deber más social.