NOTICIASCYL SALAMANCA continúa este domingo con su serie dominical de reportajes sobre los servicios municipales. Todo aquello que el Ayuntamiento de Salamanca tiene en marcha en su labor de servir al ciudadano y mantener la ciudad en el mejor estado posible. Áreas municipales de las que puede disponer cualquier vecino de Salamanca y que este diario acerca para que pueda conocerlas un poco mejor. Hoy, la planta de clasificación de envases domésticos de la provincia de Salamanca.

La salud del planeta es una de las mayores preocupaciones que existen a nivel global. No es para menos. El calentamiento global es una realidad cada vez más palpable y sus consecuencias ya empiezan a vislumbrarse. Es problema de todos. Y además puede entenderse como una cuestión general que ha de enfrentarse desde lo particular. En la única manera. La filosofía de cambiar mi mundo para cambiar el mundo. Es la esencia del reciclaje. Clasificar los residuos permite reutilizarlos y limitar la contaminación.

Eso es exactamente a los que se dedican en la planta de clasificación de envases de Salamanca. Ubicada junto al antiguo vertedero camino de Villamayor, la planta tiene el objetivo de separar los residuos en distintas categorías en función del material para que los recicladores puedan convertirlos de nuevo en productos de consumo. Sobre el terreno, Antonio Antón, responsable de la planta, acompaña a los lectores de NOTICIASCYL SALAMANCA en un viaje de ida por las instalaciones, pero, sobre todo, de vuelta. La de los envases hacia una nueva utilidad.

La planta recibe aproximadamente 4,48 toneladas anuales de envases. Corresponden a los contenedores amarillos de toda la provincia. Es importante señalar en el este punto qué es lo que se debe depositar en dichos recipientes y qué no. De hecho, es una de las claves en el proceso. “Tenemos un porcentaje, que en los últimos años ha aumentado, de voluminosos e impropios. Es decir, material que viene y no debería de venir. Quiero creer que la mayoría es por desconocimiento a la hora de saber qué va o qué no va en el contenedor”, explica el responsable.



Qué va en el contenedor amarillo y qué no



Casi todo el mundo llama comúnmente al amarillo el contenedor de los plásticos. Ahí está el fallo. “Creo que esa denominación es lo que llama a mucha gente a error. Es un contenedor de envases. Es decir, todo aquello que compras y te sirve para transportar algo. Siempre dentro de un uso doméstico”. Habla un experto y lo deja claro. “Nos viene cantidad de material que no tenemos posibilidad de gestionar”, lamenta, y esto es un problema.

La planta de clasificación de envases de Salamanca está integrada en Ecoembes, que es quien decide los recicladores, empresas que reutilizan los envases en función del material. Son seis con los que trabajan en la planta: film, PET, PEAD, brick, plástico mixto, acero y aluminio. También, según reconoce Antonio Antón, un poco de papel cartón, que no debería llegar, pero también separan.

“Una vez que los tenemos clasificados, los enviamos a los recicladores que son quienes lo convierten en materia prima”. El PET y el PEAD se convierte en granza, que puede ir destinada a fabricar múltiples objetos. Más envases, contenedores, papeleras, toboganes para los parque infantiles, hilo para forros polares, yantas de aluminio, bicicletas... "depende del fabricante".

Cabe destacar que lo que tiene cabida en sus procesos solo son los envases. “En el momento que hay algo que se sale de esos parámetros, aunque sea del mismo material, les lleva a tener problemas en su proceso de transformación. Ese desconocimiento que hay en la calle nos acarrea a nosotros un problema”. Y ejemplifica. “Nos vienen muchas tuberías de riego por goteo, mangueras de regar, recogedores, tendederos, cubiertas y cámaras de bicicleta, juguetes infantiles, sartenes, ropa o calzado... Algunos son de plástico, pero no son envases. Incluso también nos vienen cuerdas, sacas y sacos de rafia. Estos últimos son envases, pero no domésticos, sino industriales”, señala.



El proceso: un recorrido por la planta



Una vez los ciudadanos han depositados sus envases en el contenedor correcto, el camión los recoge y los lleva a la planta. Allí los descarga a granel en lo que llaman la playa de envases. Con una pala cargadora los vacían en un desgarrador de bolsas para sacar el material. El producto cae ya suelto a una cinta transportadora y pasa por dos cabinas de triaje en las que se va clasificando manualmente todo el material.

En la primera cabina, que cuenta con tres puestos, se intenta retirar todo el film porque “estorba mucho”, así como todos los impropios o voluminosos. En la segunda hay doce puestos. Cada uno tiene asignados dos materiales, uno para la mano izquierda y otro para la derecha. Y está duplicado, uno a cada lado de la cinta. Con ambas manos van metiendo en el contenedor correspondiente el material que les toca.

Más tarde, cuando la cinta sale de la cabina, un imán se queda con el acero y, mediante un foucault, se repelen las latas de aluminio que caen a otro contenedor. Una vez que el material está clasificado lo convierten en balas prensadas para que ocupe menos en el transporte. Avisan al reciclador para que mande un camión, lo cargan y adiós.



La primera papilla: una cuestión de educación



En periodo escolar, el Ayuntamiento de Salamanca da la oportunidad a los colegios de acudir a conocer la planta y a comprobar qué se hace en ella. “Creo que es algo muy importante porque ahí es donde hay que trabajar. En la raíz”, valora Antonio Antón.

Todos los jueves nos acuden dos colegios, reciben una charla, ven un vídeo explicativo. “Les contamos qué es lo que hacemos aquí y la importancia que tiene que en casa se hagan las cosas bien para poder gestionar nuestros residuos”. Cabe recordar que el objetivo final es cuidar el medio ambiente y que antes se enterraba la basura, con los problemas que acarrea el sellado de vertederos, la expulsión de gases y la huella que deja en el entorno.

Además, es una cuestión que se terminará implantando, por decirlo de algún modo, por las buenas o por las malas. El experto avisa. “Nosotros de lo único que nos tenemos que preocupar es de bajarlo a los contenedores. En otros países están pagando por el envase y deben entregarlo después para que devuelvan el dinero”. Puede ser una cuestión de conciencia, o una cuestión de bolsillo. Pero tiene que ser.

GALERÍA | Planta de reciclaje de Salamanca