Un estudio ha analizad el impacto de las etiquetas ecológicas europeas a la hora de comprar un vehículo. La investigación, liderada por la UOC y con una muestra de 6.400 personas de 8 países, entre ellos España, Alemania y Países Bajos, revela que a pesar de la alta conciencia de los europeos sobre el impacto sanitario y medioambiental de los coches (54 %), el factor principal que toman en cuenta al comprar uno es el precio (50 %), seguido por la seguridad vial (48 %) y el consumo de combustible (46 %). Solo 1 de cada 10 (11 %) pagaría más por un coche más ecológico.
Los automóviles son responsables de alrededor el 12 % de las emisiones totales de dióxido de carbono (CO2) de la UE, el principal gas de efecto invernadero. Para promover la compra de vehículos menos contaminantes, la Comisión Europea está considerando un conjunto de reglas comunes que sirvan de referencia a las autoridades locales o nacionales para el impulso de proyectos ecológicos, a los fabricantes de vehículos para la producción de coches menos contaminantes y a los consumidores para guiarlos en la compra de este tipo de automóviles mediante el ecoetiquetado.
El objetivo de esta investigación ha sido analizar el impacto que puede tener el uso de etiquetas relacionadas con información ambiental, ecolabels, en el consumo de coches ecológicos. Esta etiqueta de excelencia ambiental, establecida en 1992 y reconocida en toda Europa y en todo el mundo, se otorga a productos y servicios que cumplen con altos estándares ambientales a lo largo de su ciclo de vida. Su objetivo es promover la economía circular al alentar a los productores a generar menos desechos y CO2 durante el proceso de fabricación.
La investigación muestra la existencia de una brecha entre las actitudes de los europeos respecto al medio ambiente y su comportamiento a la hora de comprar un coche. «Como en otras ocasiones, a los consumidores nos preocupa más el precio, la seguridad y el rendimiento del vehículo que el impacto medioambiental que pueda tener», explica el cofundador de Open Evidence y profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, Francisco Lupiáñez.
«Esto es debido, entre otros factores, a que parte de los consumidores asocian la compra de vehículos menos contaminantes o de menor consumo con precios más altos y con un rendimiento menor. Y no siempre es así», añade Lupiáñez. El trabajo científico ha detectado que hay confusión en una gran parte de la población entre los conceptos de contaminación y de consumo de combustible. Casi la mitad de los encuestados (47 %) piensa que los vehículos que producen menos contaminación consumen menos combustible.
Ante la posibilidad de tener incentivos para la compra de un coche con menor impacto medioambiental ecológico, los consumidores prefieren las ventajas financieras (exenciones fiscales o subsidios) a las no financieras (acceso a las zonas de baja emisión, evitar restricciones de circulación o gozar de tarifas baratas en párquines). En caso de prohibición de la circulación de coches de alta emisión durante los días de contaminación elevada, las personas que utilizarían el transporte público o la bicicleta o que irían a pie para moverse serían más (23 %) que las que se plantearían comprar un coche de baja emisión (18 %). Del mismo modo, si los coches de baja emisión obtuvieran «lugares de estacionamiento sustancialmente más baratos en el centro de la ciudad», más personas preferirían viajar en transporte público (18 %) que comprar un ecocoche (14 %).