Cáritas Salamanca continúa con sus 'Vitaminas para resistir' durante la cuarentena y en su segunda parte es turno para Antonio Villalón y su 'Bailar con la tristeza'. En forma de texto, y acompañado con una canción de Fito Páez, esta es su reflexión:
"A estas alturas de nuestro responsable confinamiento, ya nos hemos dado cuenta de cuan fluctuable es esto del estado de ánimo. De cómo brincamos de la pena al optimismo, de la risa a la tristeza, de la motivación a la incómoda incertidumbre. Buscamos rutinas y encontramos dispersión, perseguimos buenos hábitos y acabamos pecando; pero un pecado venial que justifica el no caer por el precipicio de la desesperación.
Y de a poco, nos van llegando noticias de que el hijo de menganito está ingresado desde hace una semana con el maldito virus, o de que tu compañera de trabajo está pasando sola y aislada una rígida cuarentena por haber estado en contacto con él. Y te da por pensar en eso de la vulnerabilidad y la fragilidad humana, que te hace estar medianamente bien y en un segundo tu vida pega un inesperado giro que te hace tambalear los cimientos y la moral.
Pero siempre nos quedarán esas personas, que te hacen sentir arropado en la distancia; esas “personas rescate” que consciente o inconscientemente se turnan para que tu bajón no coincida con el suyo y siempre haya alguien de guardia para custodiar un estado de ánimo óptimo y recomendable.
Y sigo pensando y reparo en cómo estarán viviendo toda esta situación aquellas personas a las que más duro se les puede hacer esto de estar en casa, es decir, aquellas que precisamente carecen de ella. Aquellas cuya satisfacción de las necesidades más básicas les requiere una vida errante por una ciudad congelada y sobrecogedora. Aquellas que en el mejor de los casos, obtendrán un refugio coyuntural para ir capeando el temporal en estos tiempos de confinamiento responsable y protector.
Y es ahí, en ese momento, cuando me tengo que agarrar a la esperanza como a ese clavo ardiendo que me ahuyenta de los pensamientos más negativos y pesimistas; esa esperanza que me ha enseñado a trabajar en Cáritas desde otras claves más humanas y dignificantes hacia todas aquellas personas que peor lo pasan. A dotarles de los medios y recursos suficientes para que ellas mismas retomen las riendas de sus frágiles y difíciles vidas. A que vuelvan a tener un hogar y por fin puedan estar a gusto en él y en paz con ellas mismas.
Por eso ahora, más que nunca, se hace necesaria y evidente una sociedad de rescate. Una sociedad encarnada en personas como tú y como yo, en la que cada cual desde nuestras posibilidades aportemos lo mejor que podamos o sepamos en aras del beneficio colectivo, y en especial de aquellos que más difícil lo tienen.
Por ello, es de justicia daros la gracias a todos los que en estos momentos estáis contribuyendo a que esto sea posible: voluntarios, socios, donantes, trabajadores…no os quepa la menor duda que estáis también abriendo ventanas y balcones que oxigenan vuestra reclusión y fortaleciendo el sistema inmunológico de esta sociedad a través de las vacunas del amor y la compasión que todos, absolutamente todos, también necesitamos.
Ahora más que nunca es cuando tenemos que ser conscientes que todos necesitamos de todos y que solo así superaremos las crisis y dolores que la vida nos ponga al paso. Vaclav Havel dijo que la esperanza no es la convicción de que algo va a salir bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte.
Por eso, cuando nos lleguen esos momentos de bajón y desierto que a todos tarde o temprano nos acabarán llegando, pensemos que lo que estamos haciendo desde nuestras casas y a través de nuestras responsabilidades, actitudes y compromisos colectivos; tiene un sentido. Un sentido además práctico y solidario que nos hará recuperar la normalidad lo más pronto posible y nos ayudará también a visualizar y valorar el gusto por aquellas sencillas cosas a las que pocas veces dimos importancia. Si…si…a esas sencillas, y hoy añoradas, cosas".