Volvimos a los predios de nuestro amigo Ignacio López-Chaves Rodríguez (de los pocos ganaderos románticos que quedan), donde aguardaba toda la familia con el patriarca a la cabeza: “Tiri” y su esposa. Un personaje en el mundo del bravo conocido por su saber estar y su bonhomía. Y así es su hijo Ignacio, mi amigo.

Tarde muy entretenida, porque cuando las vacas salen con “carbón” y no paran de embestir, el tentadero resulta de un nivel importante. Y eso ocurrió entre los cuatro centenarios muros de granito que albergan la plaza de tientas de Calzadilla del Campo. No eran figuras del toreo, ni siquiera novilleros punteros, pero tenían hambre de toro y de triunfo. Y dieron todo lo que saben y algo más.

Por los chiqueros andaban los Ignacio senior y junior, junto a la pequeña Lola. Ignacio junior es un joven dieciochoañero que tenía pasión por el balompié y con la pandemia se ha cambiado al toro…

Pronto irá a la Universidad de Salamanca, (Arte, Saber y Toros) para iniciar ingeniería agrícola y seguir atendiendo el campo y la ganadería que con tanto mimo y esmero lleva su padre. Será pues la cuarta generación de ganaderos.

GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS: NATALIA CALVO 

Por tierras no será: 1.800 hectáreas. Y por ganado tampoco: casi 1000 animales de carne. Más lo bravo: 120 vacas de vientre con sus reatas y más de medio centenar de animales de saca que Ignacio adquiere para venta de festejos populares.

Pero, además, Nachito se pone delante y no lo hace mal. Era su segunda vaca la que toreaba; una añoja ensabanada a la que pudo sacarle varias tandas. Y se quedó quieto. Así que tendremos, si la suerte le acompaña, a un ingeniero agrícola-ganadero-torero. Al menos un aficionado práctico de toreo campero, como dijo su abuelo.

Abrió tentadero el novillero de Elche, Adrián Velasco. Un joven espigado que tiene muy buenas maneras manejando las telas toreras. Fue el ganador del Certamen de Tentaderos de Rioseco en 2016, y unos meses más tarde debutaba con los del castoreño en Alicante. Apenas ha toreado en estos años. Pero su afición y sus ganas suplieron la falta de festejos.

Velasco sorteó la mejor vaca de la tarde; una erala burraquita a la que primero sobó y luego exprimió hasta el límite. Y la vaca sin cesar de embestir. “Una máquina”, que diría el “Tiri”. Con la colorada primera, de una clase excelsa, tiró de oficio y sacó incontables tandas.

La segunda añoja, una castaña chorreada muy encastada, le tocó lidiarla al vallisoletano José Manuel Serrano. Le costó meterla en la muleta, pero lo logró a base de sobarla y luego torearla a placer cuando la becerra fue de menos a más. Muy variado en el recibo capotero.

Con la erala colorada que tentó en segundo lugar, -altiricona y con “gasolina” que diría Antoñete- Serrano estuvo firme y muy seguro ante la brava y noble vaca. También fue de menos a más cambiando notablemente en la fase final donde el pucelano se gustó.

En tercer lugar, intervino “El Dodi”, un alumno de primer año de la Escuela de Salamanca -nieto de Domingo Hernández (Garcigrande) y hermano del novillero Marcos- denotó que está muy toreado. Tiene desparpajo, a pesar de que aún no ha debutado sin caballos. Y chispa. Sabe colocarse, pero “se mete demasiado” con las vacas de inicio y por ello una de ellas intentó irse a los muros aburrida.

Con la que cerraba tentadero, una erala colorada, bragada y jirona, “El Dodi” volvió a atacarla de lleno. Pero la vaca, brava y pronta en las telas, no se amilanó y siguió embistiendo incansable como un tejón. Estuvo francamente bien y denotó su estilo campero el sobrino de Justo, el de Garcigrande.

Y en uno de los rincones de la legendaria placita de tientas conversaban animadamente el gerente de Tauroemoción, Nacho de la Viuda (íntimo de Serrano) y Nemesio Matías, apoderado del diestro gaditano David Galván y mentor, por lazos familiares, de “El Dodi”.

Con Nacho de la Viuda y Pedro, su padre, llegamos desde Pucela nuestra gráfica Natalia y un servidor. Pero nuestro amigo Nacho tuvo una dulce visita durante el tentadero (Victoria, su compañera sentimental) y ambos se quedaban en la capital charra de cena. Y nos “embarcó” para la vuelta con Mariano Serrano, padre del novillero pucelano. Será por coches…

En definitiva, una tarde deliciosa -otra más- la que pasamos en casa de nuestros amigos los López–Chaves, donde derrocharon generosidad, como en ellos es costumbre, obsequiándonos con una magnífica merienda cena.

Loli, la señora de la casa, una excelente cacereña que lleva dos decenios junto al bueno de Ignacio, se puso al frente de la comanda y volvió a atender a sus invitados como en ella es costumbre.

Gracias, familia. Amenazamos con volver, porque es una delicia el trato que nos dais.