José Antonio Valencia se hace cargo de la dirección general de Erimsa con el objetivo de dar un nuevo impulso a su proyecto de minería sostenible en Salamanca y Galicia. El máximo responsable cuenta con una larga trayectoria como director técnico en la propia compañía, que forma parte de la noruega Elkem AS, integrada en la multinacional Blue Star. Es la segunda empresa con mayor volumen de exportaciones a granel en el puerto de A Coruña y ocupa el segundo lugar en cuanto a nivel de producción de áridos.
Desde 1980, Erimsa ha defendido y desarrollado su labor bajo una premisa fundamental: extraer recursos naturales de una forma totalmente respetuosa con el entorno y proteger el medio ambiente. “Es posible y necesario que, en pleno siglo XXI, recursos estratégicos como el cuarzo y los áridos se extraigan de la tierra de una forma totalmente inocua”, sostiene José Antonio Valencia. Es el elemento diferenciador de Erimsa. Un factor que, en esta nueva etapa, va a ser todavía más determinante.
El nuevo director general destaca la riqueza de recursos naturales tanto en Castilla y León como en Galicia. “Es una gran fortaleza para el tejido socioeconómico de ambas comunidades, teniendo en cuenta, además, que el cuarzo es clave en el desarrollo tecnológico por sus múltiples aplicaciones en fibra óptica, baterías de teléfonos móviles, además de para obtener energías renovables mediante su uso en paneles fotovoltaicos”, expone José Antonio Valencia.
Con centro de producción en Bóveda del RíoAlmar (Salamanca) y futuros proyectos en concesiones de Segovia y Toledo, además de otros centros en las provincias de A Coruña (Frades), Lugo (Begonte) y Pontevedra (Castillo), la compañía proporciona empleo directo e indirecto a más de 200 trabajadores.
Generar riqueza de un modo sostenible a través de la creación de empleo es uno de los compromisos de Erimsa, que desarrolla una metodología de trabajo respetuosa con la tierra posibilitando una rápida recuperación para su uso original manteniendo o incluso incrementando su productividad. Es el denominado sistema de cribado de terreno, totalmente compatible en actividades económicas tradicionales del entorno rural como la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento forestal.
“Siempre nos hemos orientado a este modelo de minería, que nada tiene que ver con otros estándares de trabajo de este sector”, explica José Antonio Valencia, que afronta nuevos retos en diferentes zonas de Castilla y León y de Galicia.